12 de junio de 2008

Consejos prácticos para que mi hijo sea ministro

Por: Gustavo Gómez

Quiero que mi hijo sea ministro, y de los mejores. Por eso haré todo lo que esté en mis manos para que se tome las cosas con calma y haga el curso completo. Que empiece ahora, desde chiquito, soñando como todos los niños: que primero quiera ser ministro de Agricultura y use camisetas estampadas y ambiciones desbordadas; que luego se ubique mentalmente en el Ministerio de Minas para que valore lo mucho que forja la personalidad el anonimato (¿alguien sabe cómo se llama el Minminas

); más tarde que se ilusione con ser ministro de Salud, para que no caiga en la tentación de los prejuicios de clase y entienda que uno puede entablar una linda amistad con niños que se llamen Yidis o Teodolindo.

Si mi hijo en verdad quiere ser ministro, le diré que lo primero que tenemos que hacer es ir a K-Troniks y comprarnos un computador para él. En la casa lo llenaremos de todo lo que necesita un ministro para ser estrella: noticas de un guerrillero pasado de kilos a algún funcionario extranjero de apellido que rime con alguna enfermedad venérea, e-mails que le manda alias ‘Muchajeta‘ a ‘Culichupao‘ con copia a ‘Eladio 41‘, un audio en el que alguien que parece ser ALGUIEN le hable a otro con voz de no ser tan alguien sobre el pago de algo que generará esto y aquello… y, obvio, cualquier cosa donde se mencione a Piedad Córdoba.

Para ser ministro, le recordaré al muchacho, es muy útil que sea uribista, porque Uribe nombrará ministros durante los próximos veinte años. Puede graduarse de uribista en varios niveles: 1. Pura sangre: asegurándose de que alguien ponga a circular una foto suya jugando con otros niños —ojalá hijos de caballistas— en una finca con nombre de flor. 2. Cuarterón: una especie de Armando Benedetti Jr., mezcla de todas las sangres políticas del país bendecidas, en su última mixtura, por algún vargaslleras poco untado o cualquier carlosgarcía que no esté muy envainado. 3. Áulico moderado: tiene que recoger firmas unos meses junto a Luis Guillermo Giraldo o buscarle daticos a Ernesto Yamhure para su columna dominical en El Espectador. 4. Áulico recalcitrante: difícil… hay que tener carné de ideólogo y ladrar según lo requieran los medios.

Si no le cuadra ser uribista, le sugeriré al muchacho que se haga amigo de los analistas políticos y de los generadores de opinión, para que tengan la bondad en Hora 20, los almuerzos de Felipe López o las declaraciones matinales a la radio, de mencionar su nombre… ¿cómo es que se dice?... ah, sí, de ponerlo a trabajar de pañuelo: de "ponerlo a sonar". Docenas de personas abiertamente privadas de cualquier conocimiento técnico para estar al frente de una cartera han llegado a ella porque los ponen a sonar (o se ponen ellos mismos, con la misma vergüenza de un Moreno de Caro recomendándose para la Presidencia). Si se pone a sonar bien, mi hijo, cual mula criolla, tendrá amplias posibilidades de coronar un ministerio.

Otro camino para llegar a un ministerio es asegurarse de ser hijo o hijastro o hermano de una persona reputada (a veces también funciona que sea reputeada). Que diga que su padre es reputado en la Costa y sea ministro de Comunicaciones, que diga que su familia es dueña de un reputado periódico y que sea ministro de Defensa, que diga que es hijo de un reputado aristócrata y poeta ibaguereño y que sea ministro del Medio Ambiente. La misma fórmula sirve para ocupar cualquier otro cargo importante, no necesariamente en un ministerio, pero mi obsesión es tener un hijo ministro, y, para más emoción, investigado.

A mi hijo le digo que si quiere ser ministro esto es todo lo que debe hacer, pero también le recuerdo lo que no debe ser o hacer: 1. No debe ser pobre o parecerlo. 2. No debe haberse graduado de Harvard, pero debe haber hecho un curso de tres meses para decir que estudió allá. 3. No debe haberle cascado muy duro a Álvaro Uribe en la juventud (si le dio duro, muy duro, y el Presidente le devolvió, tiene futuro, pero como consejero). 4. No debe ser culto o tecnócrata. Si acaso parecerlo. 5. No debe ser honesto. No debe, porque nadie se lo va a exigir. 6. No debe estar al día con el Estado… ¡qué mejor si le debe dinero a alguna dependencia o se ha embolsillado acciones que eran para los trabajadores de cualquier entidad oficial!

Le digo a mi hijo que recortando y guardando este artículo, y siguiéndolo al pie de la letra, será ministro. Se lo digo a mi hijo Gustavo y también a Francisco: niños, metan esta paginita en la cartera y siéntense a esperar su propia cartera. Verán todo lo que tendrán para meter en su cartera cuando hayan salido de la cartera.

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