27 de mayo de 2013

Humor

Muertos del susto

Uno siempre termina haciendo cosas inconfesables. Yo, por ejemplo, acabé viendo una película de Dago García: Muertos del susto, a sabiendas de que estaba cometiendo un acto inconfesable. No obstante, no era la primera vez que me sometía a esa tortura.

Por: María Jimena Duzán

Hace unos años fui jurado en la selección nacional del festival de cine y tuve que ver una película de Dago: Las cartas del gordo. En aquella ocasión, recuerdo que todos los jurados por unanimidad la excluimos de la selección. Yo propuse que la enviáramos a competir con los cuentachistes, pero no me pararon bolas. 

Sin embargo, después de haber tenido que ver dos películas de Dago, tengo que aceptar que, a pesar de todo, él es un berraco. No cualquiera logra acabar con el cine nacional como él lo ha logrado. Y eso hay que reconocérselo. Sus películas son tan, tan malas que uno sale añorando las que hacía Nieto Roa con el Gordo Benjumea o la de El niño y el papa. Sus diálogos son tan pobres que ni a Angelino le interesarían; lo mismo que la trama de sus películas: es tan plana que no emocionaría ni al pervertido Charlie Sheen.

Su receta es tan simple que hasta Armando Benedetti podría hacer una película de Dago García. Si uno toma una porción de almíbar azucarado y la revuelve con diez capítulos de los cuentachistes —en la pócima van incluidos desde la Gorda Fabiola hasta don Jediondo y el Cuentahuesos— por un espacio corto de tiempo y luego procede a batirla manualmente, inventándose una historia en la que no faltan el narco, la esposa del narco y su amante que no pasa de ser un sketch, obtendrá como resultado una película de Dago García.

En Muertos de susto, don Jediondo y el Cuentahuesos dan grima más que susto, y hasta actrices de los quilates de Teresa Gutiérrez quedan reducidas a polvo. Semejante hazaña solo lo logra Dago García.

Tengo el pálpito de que si a Armando Benedetti o a Roy Barreras les diera por convertirse en directores de cine, podrían superar los logros obtenidos por nuestro Dago García. El almíbar azucarado correría por cuenta de Lucero Cortés, y en lugar de poner a don Jediondo y al Cuentahuesos, pues se podría escoger a José Darío Salazar o a Miriam Paredes como personajes centrales. Al menos estos últimos me hacen reír sin necesidad de esforzarme.

Cualquier cosa que hagamos para salvarnos de una nueva película de Dago García vale la pena.

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