9 de octubre de 2008

Humor

No me interesa ser play ¡Y qué!

Mientras algunos tratan de obviar como sea un pasado asociado a la palabra 'guiso' y ahora buscan cabida en un 'mundo mejor', Mauricio Quintero insiste en que uno es lo que es y tarde o temprano pela el cobre.

Por: Mauricio Quintero. Ilustración: Matador 2008
| Foto: Mauricio Quintero. Ilustración: Matador 2008

Mi vida se transformó cuando le di stop a la idea de ser play. Vivo más relajado porque abandoné el crucero de la playsura para remar feliz en la canoa de la sabrosura. Ahora soy como esos ex drogadictos que se vuelven cristianos y meten salmo. Como esos que cambian la droga por la palabra. Dan su testimonio de vida a los demás. Predican frente a sus discípulos la palabra. Creen en la palabra y viven de la palabra. Aman la palabra… Y esa palabra es: ‘guiso‘.

No hay nada más guiso que hablar de lo play. Pero me fascina hacerlo porque guiso y play a veces significan lo mismo. La gente que quiere ser play, de lunes a viernes mira con menosprecio aquellos restaurantes guisos que tienen payaso en la puerta ofreciendo almuerzos a menos precio. Pero los fines de semana llevan a sus hijos a comer hamburguesas a un lugar play donde también hay un payaso en la puerta y donde todo se prepara con desprecio y se cobra a más precio.

La gente que se muere por ser play en lugares de comida asiática, hace equilibrio con los palitos chinos y no disfruta del todo lo que come porque cada bocado es un sufrimiento interno para que no se le vaya a caer un Ebi Tempura sobre el platico de salsa soya que está listo para salpicar ropa de color blanco. La mayoría ha trabajado en los nombres de los platos, los sabores y la técnica para comerlos. Y todo para negar y tachar de su memoria el huevo encima del arroz, el roscón con gaseosa, las ensaladas simplonas de lechuga y tomate y las tres harinas que le servían a uno hace tantos años. La gente que quiere ser play le teme a su oscuro pasado y por eso intenta borrarlo haciéndoles creer a los demás que en su casa había muchacha de servicio japonesa traída de Sakai en vez de Cachipay.

Lo play y lo guiso avanzan hacia el mismo sitio. Manejar moto y parecerse al tipo de los domicilios se volvió play. Cuando uno está en un semáforo ya no sabe quién es el vicepresidente y quién el mensajero de la compañía. Ambos se visten igual, ambos tienen que respirar el aire del bus que va delante de ellos, ambos se mojan con los mismos charcos, ambos se montan en los andenes y a ambos se les puede identificar porque tienen las placas de su moto grabadas en sus horrorosos chalecos naranja y en esos cascos que deben oler a pelo.

Cuando los guisos se quitan la ropa, la gente play lo pone de moda. Las niñas play que tanto criticaron y despreciaron a paisas y caleños por no usar medias en Bogotá, ahora salen a las calles a mostrarnos su bronceado de sótano. Caminan con esas piernas rebeldes que no se les broncean a pesar de estar 2.600 metros más cerca de nuestra estrella más próxima y les parece muy play mostrarnos el cableado de esas venas alborotadas por el frío que produce no usar medias.

En el mismo clóset carente de calcetines ahora se cuelgan mochilas que hasta hace unos años usaban los mamertos menos play de la ‘Nacho‘ para guardar libros de Marx, volantes de la Juco y una que otra piedra. Ahora, usted puede esculcar un morral indígena como estos y encontrará un Blackberry, un iPod y demás objetos que le pertenecen a un personaje play, de esos a los que se les salta la piedra cuando les dirige la palabra alguien con cara de aborigen.

¿Cuál palabra le suena más? Si contestó play, le recuerdo que hace un par de años la música para planchar fue una demostración de lo guisos que siguen siendo muchos oídos. Siempre me preguntaba si el vicepresidente de una multinacional nunca fue consciente de cómo se veía parado en una mesa haciendo cara de Yuri, bailando con las manos en la cintura como Lucerito y zapateando como Pandora, mientras canta de manera coquetona: …dime cuándo-tú, dime cuándo-tú, dime cuándo-tú vas a volver, ajai. Así que de nada le sirvió haberse levantado tan temprano para no perder la ruta del colegio, haber estudiado sonámbulo en la biblioteca de la universidad o haberse trasnochado tanto en la especialización, si el VP soñaba con irse un fin de semana a un bar playmente vestido, a cantar la misma música de la muchacha que lo llevaba al paradero.

Lo guiso y lo play también cantan al unísono cuando un novio, días antes de su matrimonio, mete en la casa de la que va a ser la mamá de sus hijos a un grupo de mariachis de parlante para que le pongan un sudado sombrero en la cabeza de su novia tierna, empiyamada como Teletubbie. Así mismo, la gente que está muy convencida de ser play anda bailando algo cantado por personajes que tienen más aspecto de jaladores de carros que de artistas. Tipejos a quienes les deberían cambiar sus cadenas de oro por otras, llenas de candados.

Y en la misma línea, ya no sabemos quién encaja más en la música popular, los que se sienten muy play cantando borrachos en una rumba o en un concierto: …Soy un hombre soltero, no tengo compromiso…, o los que tienen compromisos con el CTI por andar organizando conciertos para delinquir. En esa nueva cultura del dinero fácil se mezclan dos polos que a simple vista parecían opuestos.

Vivo rodeado de gente, que si se pusiera de moda donar órganos, andarían con un papel que certifica que solo tienen riñón para que a sus amigos les quede claro lo play que son. Gente que se muere por ser play y que necesita que otro que se autoproclame menos guiso les esté aprobando lo que piensan, dicen y hacen. Gente que se debe estar envejeciendo más rápido porque además de ir a trabajar a una oficina, también son em play ados. Gente que se mete en una obra de teatro de por vida y tiene que lograr que su público de amigos los juzgue y luego los aplauda de pie. Gente que se malgasta y desgasta a los demás con maneras de comportarse, con códigos idiotas que solo les producen lástima a quienes verdaderamente son play. Gente que jura que es play y permanentemente se lo están reafirmando, como el homosexual reprimido que se rodea de mujeres para que lo distraigan de cualquier pensamiento gay.

Convertirme en cualquiera de esos seres humanos simplemente me parece muy, muy guiso. STOP.

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