16 de diciembre de 2009

Humor

Sobre el paseo de olla

—Oítes, Tola, ¿adónde vas a ir de paseo de olla este 6 de enero? —Eh, yo no quiero oír mentar paseo de olla desde lo que me pasó la última vez… ¿Ya te conté?

Por: Tola y Maruja. Caricatura: Mico
| Foto: Tola y Maruja. Caricatura: Mico

—El colmo, Tola, que vos y yo nos mantengamos juntas parriba y pabajo, como un par de mancornas, y vos todavía tengás secretos conmigo… Y yo de mensa que te cuento todo.

—Eh, calmate, ventarrón… El diciembre antepasao mi hijo Mao de Jesús, el guerrillero, me convidó pa Caño Cristales, antes de que lo contaminaran los hijos de algún ministro.

—¿Es el famoso río de los cinco colores?

—Entonces Maoíto me mandó decir con un correo humano que ese enero hiciéramos el paseo de olla a la selva, pa que le conociéramos el cambuche.

—Huy, Tola, qué susto la selva, tan llena de mosquitos y… guerrilla.

—A mí me sonó el asunto porque yo hacía rato no veía a mi muchacho… Y en la guerrilla es muy complicao que les den permisos porque allá todavía no han copiao los "falsos positivos".

—Ole, Tola, ¿Maoíto cuántos años lleva en el monte?

—Avi María, lleva más tiempo que el cabo Moncayo*…Entonces yo no sabía cómo avisarle que sí queríamos ir al caño ese y me tocó llamar al programa Las voces del secuestro y poner un servicio social.

—Ese programa es el preciso pa colocar un aviso porque tiene audiencia cautiva.

—Lo cierto fue que a mediados de diciembre me llegó una encomienda desde La Macarena, Meta, con remitente desconocido… Y abrí la caja: era un pisco vivo. Yo empecé a sospechar y me dije pa mis adentros: este bendito pisco debe traer oculto algún mensaje de Mao.

—Pues mejor te hubiera mandao una lora, que habla… O una paloma mensajera.

—A los guerrilleros no les gustan las palomas porque les recuerda la Paz…En todo caso revisamos el pisco como requisan a los colombianos en el esterior, y nada. Pero el nieto mío Alien Camilo, que tiene mucha pispisia, me dijo: Mamita, matemos el pisco que a la fija trae el mensaje en el buche.

—¿Y no era más fácil tomarle una radiografía? O por lo menos más humanitario.

—Despescuezamos el animalito y lo rajamos: preciso, traía adentro un papel enrollao… Eran las coordenadas pa que llegáramos a Caño Cristales.

—¿Coorde…qué?

—Las señas… Eso lo descifró mi otro hijo, el paramilitar: Elmer Cenario.

—¿Y tu hijo el paraco fue al paseo?

—Claro, es que los paseos de olla son programas familiares que buscan la integración… Por eso también invitamos a mi hijo el policía, Luis Polocho.

—Huy, qué coctel… molotó.

—Ni tanto… Elmer y Polochito la van súper… El bololoy se iba a formar era cuando se juntaran con Maoíto. De modo que arrancamos pa la serranía de La Macarena. Y vieras, Maruja, la machera de la Seguridá Democrática: llegamos sin novedá.

—Es que a Uribe hay que reconocerle que gracias a él pudimos volver a la finca… Ya no falta sino conseguir la finca.

—Allá en La Macarena nos recibió un guerrillero vestido de paisano y nos puso a voliar quimba monte adentro… De pronto el tipo paró y nos dijo: De aquí palante es territorio de las Far, todos se deben cambiar el nombre de pila por un alias.

—¿Y vos, Tola, cuál alias te pusites?

—Alias Maruja… Te quería hacer un homenaje.

—No pues, me tapé… ¡Qué homenajazo! Quintín Lame se quedó en palotes.

—Por el sendero había unos árboles hermosos, casi del altor del edificio Coltejer, y flores divinas y colibríes solferinos y riachuelos limpiecitos… Y le dije yo al guerrillero: Oiga, mijo, qué pesar que los colombianos no puedan disfrutar de esta maravilla porque ustedes no dejan.

—Humm, se la tirates prendida… ¿Y qué te contestó el chusmero?

—Me dijo: Pues quedamos empataos, camarada Maruja, porque nuestro comandante Tirofijo se murió sin conocer Unicentro.

—¿Y cómo terminó el paseo de olla?

—Por fin llegamos y Maoíto se abrazó con Elmer Cenario y Luis Polocho y se emperraron a bogar cerveza como machos asoliados, y a conversar vulgaridades y a disparar al aire…

—Razón tenía Carlos Marx: todos los hombres son iguales.

—Los demás pegaron pal charco…Y claro, ¿a quién le tocaba mantequiar? A la susquiabla… Y no había de qué hacer un caldo, solamente tenían yucas… Entonces se me prendió el bombillo y fui y agarré una culebra anaconda y la partí en tajadas y les metí que era sancocho de bagre…

*Tola y Maruja desean de todo corazón que los secuestrados vuelvan a sus hogares esta Navidad.

Más de las dos comadres paisas en: www.tolaymaruja.com

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