31 de octubre de 2013

Columna

Asesinado por Dominatriz frente a público y autoridades

Entrar al edificio donde vivo ya no será como antes.

Por: Javier Uribe (@elnegrouribe)

Los porteros que lo vigilan no me detendrán para preguntar:

—Don Uribe, usted que es estudiado… ¿árbol lauráceo originario de Ceilán? De cinco letras. ¿Lo distingue?

—¿Árbol qué..¿De dónde?

—No. Ya me acordé, la respuesta es el capac. Gracias, más sin embargo.

Esta consulta del crucigrama, siguiendo la suerte del periódico El Espacio que lo contenía, desaparecerá. “Asesinó a machetazos al hombre que le dio la mano”; “De un solo tiro se lo bajó. La víctima, al parecer, era comerciante”; “Echaba pañete y le dieron plomo”. Titulares como estos, escritos en notorias letras rojas, no podremos seguir leyéndolos mientras nos lustran los zapatos en el Parque Santander.

Cuando el país apenas comenzaba a reponerse de la salida del aire del programa Sweet y con él, del mono más famoso de Colombia después del Pibe Valderrama: Carlitos Giraldo, por el dominio de los canales privados, ahora la nación se desayuna con que, 48 años después, el periódico El Espacio dejará de circular. Muchos —estudiados— se alegrarán de este desastre informativo. Que era muy amarillista, dirán. Que usaba la exageración para vender. ¿Quién no la usa? Difiero. Vamos al ejemplo. “Un obrero de la construcción perdió la vida cuando varios criminales incrustaron un cuchillo en la nuca minutos antes de ingresar a un establecimiento público (…) El hombre herido alcanzó a tomarse una taza de guarapo y después murió”. ¿Cómo podría titularse este dramático episodio sin ser amarillista? ¿Alguien tiene alguna idea? ¿Hay una posibilidad diferente en los manuales del periodismo a: “Antes de morir pidió una totuma de guarapo”? No lo creo. Así lo hacía El Espacio, esa era la realidad y así nos la contaba.

Que la realidad estaba caricaturizada. No; que la realidad es caricaturesca. Ese debate no importaba. Al final, los lectores podíamos disfrutar leyendo la mejor identificación posible de un protagonista de noticia: “El occiso se estableció que era pintor de brocha gorda”.

¿Qué había de malo en informar con descripciones crudas? ¿No hay un género llamado realismo al que se le rinde pleitesía? “Luego de la lluvia de plomo (…) el cadáver quedó tirado en el pavimento y de él salían varios hilillos de sangre, que chorreaban el andén, su ciclomotor quedó a un lado”.

Reto a los grandes editores de los medios a lograr escribir una noticia utilizando las siguientes tres palabras: retoño, chiquillos, pelados. Oigo propuestas. ¿Ninguna? Lo sé, es más fácil escribir la letra de una canción en la que rime el nombre Noelia, como lo hizo Nino Bravo, o Yolanda, como lo hizo Pablo Milanés. En El Espacio lo lograban: “El señor (padre) trató de auxiliar a su retoño tirándose a la vía, recuperó su cuerpo mal herido sin poder hacer nada (…) están buscando las verdaderas causas que llevaron a los chiquillos a quitarse la vida. (...) Por el momento se desconocen las razones que tuvieron los pelados para suicidarse”.

Los géneros periodismo y novela policíaca jamás se habían entretejido con tanta audacia como lograba hacerlo El Espacio: “…al percatarse que su pertenencia era robada salió rápidamente intentando dar alcance a los cacos, estos sin demostrar vergüenza alguna frenaron el velocípedo y enfrentaron a su perseguidor (…) uno de los delincuentes esgrimió tremendo puñal y sin darle tiempo de reaccionar le propinó dos severas heridas en el cuello, posteriormente continuó el escape en compañía de su cómplice llevando con ellos el botín”. (El “botín” era una bicicleta).

A unos nos divertía, a otros los informaba, a otros los entretenía, a otros —estudiados— los escandalizaba y a otros orientaba. Los lectores pierden un periódico aliado: “Muchas de nosotras no conseguimos llegar al clímax en las primeras relaciones”, consultaba una mujer desesperada a la sección Hablemos de Sexo. Desconozco la respuesta del periódico a la consulta. La mía habría sido: “Tranquila, estimada lectora, muchos hombres no consiguen llegar al clímax en las últimas relaciones”.

En el olvido quedarán el horóscopo del profesor Andrómeda, el Tarot Erótico, las caricaturas de Lolita, los cuentos eróticos de Paco Apóstol, las secciones Mundo Loco, el Sexi-correo… donde, confieso, hice más de una consulta íntima que, por respeto con mis lectores —papá y mamá—, no voy a compartir. Sin embargo, me sirvió mucho la inyección que me recomendaron, gracias. Dejaremos de ver a la tan amada por el colombiano de la buseta, la sección que excitaba a propios y extraños: Juan sin Miedo, caldo de cultivo de nuestra hoy revista SoHo con los primeros desnudos de página entera.

La paradoja del asunto es que mientras el periódico El Tiempo le da palo en sus titulares a la empresa Claro por el aparente abuso de su posición dominante, la Casa Editorial El Tiempo no tuvo reparo en sacar al mercado —bajo la máscara de la gratuidad— un periódico llamado ADN, con el cual quebró a su competidor más cercano en un segmento específico de la población. “El diario del pueblo colombiano”, como se autodenominaba El Espacio, perdió ante El Tiempo, capaz de dominar el mercado al grado de sacar un producto gratuito.

El Espacio enseñaba una forma de hacer periodismo o de no hacerlo. Ahora muere asesinado. Le han dado severas puñaladas a la libertad de expresión, y al derecho a la información le salen hilillos de sangre. El derecho de todos queda en manos de los pelados de los grupos económicos y de los chiquillos de control de la competencia, que en materia de vigilancia, en este caso, no dieron retoños.

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