No, los Beatles no grabaron sus álbumes en CD. Seguro que no. De hecho, a Lennon lo asesinaron dos años antes de que los discos de este formato y sus reproductores fueran comercializados. Así que oír a los Beatles en los vinilos que acaba de publicar EMI en todo el mundo equivale a leer los libros de la Biblia en papiros… papiros debidamente remasterizados. Sea en el estuche de 14 títulos con libro de 252 páginas (firmado por el productor radial Kevin Howlett) o por separado, los acetatos de los Beatles son lo más cercano a la experiencia que el mundo vivió durante los sesenta, arrancando con Please Please Me y terminando con Let It Be.
A vinilos de 180 gramos (estos, sí, permitidos por todas las legislaciones en materia de porte personal) llegan los CD remasterizados en 2009, respetando, obvio, la discografía original inglesa, a la que se añaden dos joyas: la muy buena idea de los gringos de armar un LP con extended plays y sencillos de la época del Magical Mystery Tour y el doble Past Masters, un álbum original de 1988 que brindaba a los compradores de los primeros CD de los Beatles la oportunidad de tener a la mano muchas canciones que originalmente solo fueron editadas en formatos diferentes al LP (no precisamente “rellenos”, sino éxitos tan significativos como I Want To Hold Your Hand, She Loves You, We Can Work It Out y Hey Jude).
Parte del encanto del vinilo radica en que es la única forma de acceder a los conceptos de arte y diseño que originalmente los Beatles aprobaron para sus discos, y que terminaron tristemente miniaturizados en las versiones CD. Solo aquí puede volver a verse el afiche doblado y los cuatro retratos del Álbum blanco, el inserto para recortar del Sgt. Pepper’s, el libro ilustrado de 31 x 31 centímetros del Magical y algunos extras, sorpresa de esta reimpresión. El otro lujo conceptual es redescubrir la manera en que los Beatles distribuyeron sus canciones en los discos, pues mientras en la versión CD del Help!, por citar un caso, Act Naturally es el corte 8, en el acetato es la pieza que abre la cara B. ¿Un detalle tonto? Para nada, pues ayuda a entender la propuesta sonora del grupo.
Ojalá todas las navidades tuvieran la posibilidad de elegir un regalo Beatle como este, impecable y atractivo… en otras fechas hemos tenido discos de Yoko Ono en tiendas, que uno no regala porque con seguridad tendrían el efecto del clásico de José Barros: Navidad negra.