12 de junio de 2009

Cómo vestirse para la gripa porcina

Lo ideal es reinventarnos cada mañana, es una actitud mental amarrarnos el cinturón y echar para adelante para enfrentar ese mundo exterior que, por lo general, es agresivo, polucionado, caótico e inhumano. Si encima de todo existe el peligro de la pandemia mundial pues "agárrate, Catalina, que vamos a galopar". Un rosario con pepitas de colores hecho a mano con amor por la divina artesana y diseñadora Mercedes Salazar, lleno de estampitas de la Virgen de Guadalupe y de marranitos rosados muy tiernos, que no tienen la culpa, y han sido sacrificados impunemente. Una máscara con sonrisa dibujada en la boca para vernos más amables; pero con ella nos aislamos del estornudo del vecino para que no nos pase lo del comercial de Pirry en el paradero del bus, que queda lavado de horrores. Se elimina la corbata para reemplazarla por un suéter de cuello alto, que puede ser tan alto como para que se convierta en capucha. Unos pantalones anchos con muchos bolsillos y cremalleras, ojalá caqui, como los de Indiana Jones, para llenarlos de kleenex, aerosoles, remedios y goticas florales de Santiago Rojas. Un chaleco, prenda atemporal e indispensable para soportar todos los chaparrones reales e imaginarios que nos trae cada día. Unos zapatones heredados del abuelo, que es un accesorio que ya no fabrican por falta de demanda en el mercado… difícil algo más feo y más útil. Ah, y reciclar la bufanda con los colores del colegio, que teníamos en una caja con el diploma del bachillerato.