30 de noviembre de 2013
Opinión
Convocatoria a desnudatón
Recientes estudios han sido claves para explicar por qué no triunfé.
Por: Javier Uribe (@elnegrouribe)Para no cargar solo con esta cruz, comparto el análisis de los determinantes con los lectores, para que les sirva de excusa a quienes quieran justificar su fracaso, si es que lo son.
Por negro. Con una investigación de la Universidad de los Andes queda claro. Una persona negra tiene el 8 % menos de probabilidad de ser contratado en un trabajo básico que un blanco. Esto explica que se prefiera a Falcao por encima de Jackson Martínez en la Selección. Por feo. El mismo estudio indica que blanquito bien plantado —como un Manotas— aumenta la probabilidad de ser contratado en un 6 %.
Por preocuparse por las minorías. Quien ha trabajado en beneficio de la comunidad LGBT oprimida por la Procuraduría e injuriada por Gerlein, ahí se tiene que aguantar su 4 % de probabilidad negativa. ¿Por qué? Porque ajá.
Por ir a la educación pública. Un suizo de la Universidad Nacional concluye en una investigación de perfiles que para pertenecer al alto gobierno hay que ser bogotano, abogado o economista de Los Andes o la Javeriana y con posgrado en el exterior. Por lo anterior, no lo dice el estudio, lo concluyo yo, quien hizo la investigación no tiene cabida en el gobierno.
Por bogotano. Despreocúpese, amigo oriundo de la periferia. Si no llena los requisitos del alto gobierno —dice el estudio—, le queda Bogotá. En la Alcaldía, el 76 % de los funcionarios que determinan la suerte de los bogotanos no son locales. Ya entiende uno muchas cosas: se pierden al ir a buscar las zonas de reparcheo. Se quejan de que es una nevera y viven con gripa.
Por no negar a sus padres. En el primer gobierno dije ser de los Uribe de Álvaro, eso me abrió muchas puertas. Pero la gente empezó a darse cuenta de que el carriel me sacaba sarpullido, de que el tinto se me regaba aun sin montarme a un caballo. Un día me vieron piernicruzado. Me delaté. Nadie con tres huevitos puede hacer eso. En la política hay mucho cacique y poco indio y, sobre todo, mucho hijo de cacique. Los políticos han hecho del Estado una empresa familiar. Sin rubor. No heredan acciones sino votos. En las próximas elecciones 22 hijos de políticos tradicionales son candidatos a la Cámara o el Senado. Así que sin apellido no hay chance en las elecciones, no pierda su tiempo.
Acabo de presentarles las reglas del juego de la sociedad, las mismas que me llevaron al fracaso. Cae de su peso que la salida ya no es el referendo. La opción es ir directamente a la revolución. Sin miramientos. El sistema es viable para un puñado. Llamo a un movimiento ciudadano, a las masas, ¡convoco a una gran desnudatón!
Nuestros estudiantes universitarios le pusieron desnudatón a esta forma de protesta, o sea, hacer de los pechos femeninos un arma política. Hacer del busto de la mujer el muro de consignas. ¿Por qué le llaman desnudatón? Porque rima con mojicón, roscón, salchichón, las minas de Nemocón. Fue copiado de Femen, ese grupo de mujeres sextremistas que comenzó en Ucrania y ya está en varios países. Han protestado en topless contra la cultura machista, el neonazismo, el aborto, el turismo sexual, contra el papa, Putin o Berlusconi. Fue, a su vez, copiado de los manifestantes desnudos que defienden a los animales de los circos y se oponen a los abrigos de piel, o a los grupos que rechazan, empelotos, las corridas de toros.
Este tipo de manifestación la copia ahora nuestra academia, porque es una fórmula probada de éxito. Llegan periodistas al instante. Se nutre de voyeristas la marcha. En segundos aparece en internet como la noticia más leída. El mundo quiere ver las fotos. Todo el mundo trina. Un éxito. No es como el paro campesino, que se informa con “imágenes de archivo”. El desnudatón es hacer lo mismo que hacen las protestas indígenas: las mujeres viven con el pecho descubierto y en las mingas se tapan. Las estudiantes hacen lo mismo, pero al contrario. Y encapuchadas. Para no omitir esa tradición, ora para protegerse de persecuciones, ora porque las tienen caídas.
Por eso, desde esta humilde palestra, convoco a una desnudatón a toda la nación colombiana que no triunfa por culpa del sistema. Este llamado abierto y general al destape —aclaro— no incluye a mi mamá ni a mis hermanas. Pero es necesario. Lo exige la escena —como dicen las actrices—. La escena política. Es un desnudo artístico —como dicen las modelos—. Porque la protesta es un arte. Así son las cosas. Si usted es moreno, no se parece a Jáider Villa, sus padres no fueron políticos, estudió en la educación pública y defiende los derechos de las minorías, no tiene opciones en este país. Su única cabida digna en esta sociedad es mostrar las tetas. Convoco, pues, al desnudatón. Aunque debo aceptar que sin bogotanas blancas, bonitas, de la Javeriana y Los Andes, la desnudatón, como yo, fracasaría.