9 de mayo de 2003

Testimonio

El Día sin traqueto

Se trata de un día en el cual se les sugiere que se queden en casa tanto los traquetos de oficio como todos aquellos que se comportan como traquetos.

Por: Eduardo Arias - Edición: 40
| Foto: Eduardo Arias - Edición: 40

Comienza a tomar forma la campaña a la alcaldía mayor de Bogotá y qué mejor momento que este para proponerles iniciativas a los distintos candidatos. Después de casi diez años en los que tanto se ha hablado y hecho en favor de la cultura ciudadana, el respeto por las diferencias y la democratización del espacio público se propone establecer, como complemento al muy exitoso y educativo Día sin carro, el Día sin traqueto.

Se trata de un día en el cual se les sugiere que se queden en casa tanto los traquetos de oficio como todos aquellos que se comportan como traquetos. O, al menos, que ese día dejen de comportarse como traquetos

El objetivo único del Día sin traqueto es que, al final de la jornada, el Alcalde Mayor pueda dar un parte de victoria porque:

- En el Día sin traqueto nadie disparó un arma, fuera esta legal o ilegal.

- En el Día sin traqueto ningún personaje famoso o familiar cercano a este se fue de compras a un centro comercial con un dispositivo de soldados y guardaespaldas que aterrorizaron durante dos horas a los desprevenidos visitantes.

- En el Día sin traqueto ningún Cherokee, Gran Cherokee, Blazer, Explorer, Land Cruiser, Range Rover, Discovery, Defender o similar hizo el cruce a 80 km por hora sin importarle que los peatones que caminaban por la cebra tenían la vía.

- En el Día sin traqueto nadie les impidió pegar los ojos a sus vecinos con una rumba a todo timbal con el argumento de que ‘somos Caribe‘ y estos cachacos son muy amargados.

- En el Día sin traqueto ningún conductor decidió resolver sus diferencias con otro amenazándolo con una cruceta, una varilla, un machete o un arma de fuego.

- En el Día sin traqueto ningún senador de la República, representante ni concejal parqueó su carro oficial y su caravana de escoltas en el andén de su restaurante favorito y, como no lo hizo, no tuvo que amenazar al hipotético agente que le pidió mover el carro diciéndole que era amigo del coronel tal y que iba a pagar muy caro su atrevimiento.

- En el Día sin traqueto ningún policía de tránsito metió su moto por andenes, puentes peatonales o ciclorrutas; ningún policía (de tránsito y de los otros) hizo un cruce prohibido? en síntesis, ningún policía ejerció la autoridad para hacer lo que se le dio gana en vez de educar con el ejemplo.

- En el Día sin traqueto ningún ciudadano se aprovechó de su estatus ("soy periodista", "soy militar retirado", "soy de la selección Colombia", "soy funcionario de la Embajada de Estados Unidos") para sacar provecho ya fuera en una fila, durante un trámite o para conseguir un puesto privilegiado en un estadio, un teatro o un concierto o un avión.

Mientras por Bogotá circulen unos, digamos, entre 50 y 100 mil ciudadanos que se creen con derecho a hacer lo que se les da la gana ya sea porque tienen plata, inmunidad diplomática, poder o armas (mentalidad traqueta, que llaman), de poco o nada servirá meterle tanto empeño a los andenes, los parques, las ciclorrutas y TransMilenio.

A raíz del homenaje personal que le hice hace un mes a la cultura y la geografía de Estados Unidos, Gran Bretaña y España, un grupúsculo de energúmenos me acusan de pedante, tal vez porque ellos no esperan ver en SoHo arquitectura, fútbol, música clásica, geografía o cine de los años cuarenta, sino blow-job, relojes de tres millones de pesos y recibir la dosis necesaria de tetas y culos para hacerse la paja durante el mes que viene. Lamento mucho haberlos importunado con mi columna y, para resarcirme con ellos, les he preparado la siguiente versión.

Cuatro razones para no odiar a Estados Unidos (de España y Gran Bretaña mejor ni hablar, el asunto se vuelve demasiado complejo):

La Coca-Cola diet, el restaurante de los Estefan en Miami, los eructos de Homero Simpson y la silicona de Pamela Anderson.

Espero que esta lista no bloquee el sistema operativo ni llene el disco duro de sus cerebros de ameba.

traquetoHumorEntretenimientoOpinión Eduardo Arias

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