17 de agosto de 2005
Entretenimiento
Momento Kodak
Carlos Garavito articula reproducciones de obras de arte, dibujos y figuras en sus retratos. Crea nuevos mundos.
Una foto no es más que un momento plasmado en un papel, pero ahí perdura algo que alguien vivió. La obra de Carlos Garavito, artista plástico de la Universidad Nacional, parte de un tema recurrente en la historia de la pintura: "el retrato". En esta serie el artista escogió fotografías muy dicientes, en las que se ven plasmadas no solo sus emociones, sino momentos importantes de su vida que, a través de un proceso que tiene algo de digital, algo de diseño y mucho de pintura, se convierten en arte. En el arte siempre se ha puesto en tela de juicio hasta dónde es válido que se trasladen a la obra elementos autobiográficos, pero finalmente lo único que interesa de un artista, de un cantante o de un escritor es eso: su particularidad. Es la vida que llevan o llevaron y no otra la que los lleva a producir esa pieza de arte y no otra. La sinceridad y lo sentido de esta obra se nota a leguas. Aunque los amigos y familiares de Garavito no signifiquen nada para nosotros, su expresión en los retratos y la manera en que él los presenta nos dicen mucho de la condición humana. Es por eso que ha sido escogido para hacer el calendario Propal 2006. Además de usar la imagen procesada de la fotografía a través de un trabajo digital, Garavito recolecta imágenes que van desde reproducciones de obras de arte hasta dibujos o figuras puramente banales. De este archivo se vale para encontrar diferentes relaciones entre una y otra imagen, y el individuo retratado. Así, lo que rodea a cada personaje en el cuadro es una suma de colores, íconos y figuras que conforman el imaginario virtual del retratado y de Garavito, quien considera determinantes la música, la ciudad, la moda y la comida a la hora de pintar. Eso genera para el espectador un juego espacio temporal más profundo que el lienzo. No solo divierte y sorprende el sentido estético y de composición del cuadro, sino que estremece la manera en que de ahí el espectador puede viajar a otra parte. Los retratos de Garavito son una visa para viajar por los recuerdos.