19 de junio de 2007

Imposible no quererla

Así que uno diga cómo es de bonita, pues no mucho; cómoda, tampoco; fácil de manejar, menos; pero es tan colombiana como el café. Con ustedes, la popular chiva.

¿Cuántas veces nos hemos topado con "La Mimosa" o "La Rumbera" en plena calle, repleta de gente con ninguna misión diferente a pasarla bueno mientras se recorre la ciudad? Hasta 60 días puede tardar tomar un bus común y corriente, quitarle la carrocería para venderla por chatarra, ponerle el armazón de madera y las bancas, del mismo material, cada una con capacidad para seis personas. Por el bus se pueden pagar hasta seis millones y 1,5 millones por cada banca (una chiva tiene entre cuatro y siete). Dicen que las mejores se hacen en Medellín, desde donde se llevan manejando por carretera, como cualquier carro, hasta su destino final. El sistema de sonido incluye una planta de amplificadores, woofer, twiter, radio con CD y MP3 y cuantos parlantes puedan caber.
Hubo un tiempo en que quisieron prohibirlas, por inseguras y bulliciosas, pero hacerlo sería castrar una parte de nuestro folclor. Así, las chivas siguen circulando por ahí, con algunas restricciones, claro, pero demostrando que rumbear en cuatro ruedas siempre es bueno.