12 de junio de 2009

Instrucciones fundamentales para un papá primerizo

¿Su esposa acaba de dar a luz a su primer hijo y usted anda perdido? No se preocupe. Con estos prácticos consejos le garantizamos que va a quedar en las mismas, pero va a tomar el asunto más deportivamente.

Por: Andrés Restrepo
Instrucciones fundamentales para un papá primerizo | Foto: Andrés Restrepo

María Restrepo nació el 14 de enero de este año. Yo pensé, ingenuo, que ese día terminaban los nueve meses en los que había sufrido por mi inutilidad por no saber ayudarle a Ana María, mi esposa, a sobrellevar el embarazo, y le daría paso a mi papel de papá moderno, colaborador y comprometido con la crianza de nuestra primera hija.

Pero esos días de inutilidad no terminaron porque una mamá, por más primeriza que sea, tan pronto nace su bebé queda automáticamente poseída por los espíritus de todas las mamás de la historia y de buenas a primeras sabe exactamente cómo se carga un bebé, cuándo llora por hambre, cuándo por frío o si hay que cambiarle el pañal. Por el contrario, el papá es poseído por el retardo mental y se sorprende por todo, se asusta si el bebé llora (o no llora) y llora si el bebé se asusta. Ana María carga a María en un brazo mientras la va durmiendo, le organiza la cuna con la otra mano, cuadra la cita con el pediatra por teléfono, ve las noticias y hace la cuenta mental de lo que nos hubiéramos ganado si hubiéramos comprado lotes en Mosquera. Mientras tanto yo solo la miro, sentado, ensimismado y de pronto caigo en la cuenta de que se me olvidó comprar los pañales que me había encargado por la mañana.

Por eso estas instrucciones están dedicadas al papá primerizo. A los papás nuevos, que están solos luchando sin que nadie se acuerde de ellos, y por eso van estos humildes consejos.

1. Como con la Selección Colombia, todo el mundo se siente autorizado para pontificar sobre lo que hay que hacer con el bebé. Y la expresión "todo el mundo" no es una exageración: a mí me regañaron por las cosas que hacía o dejaba de hacer con María. En su orden, el portero del edificio, mi mamá, mi suegra, el señor del domicilio, mi jefe (que es mamá de dos), una tía que llamó por teléfono y la cajera de Carulla. Ya el segundo día me regañaron mucho menos, gracias sobre todo a que no salí a la calle. Mi papá y mi suegro, en lugar de ayudarme, me miraban de lejos, como compadeciéndose. De allí en adelante completos extraños me han corregido la forma de cargarla, un taxista casi me baja porque le conté que una noche pasamos a María a nuestra cama pues no se dormía y en general siento que todas las señoras que me ven dándole tetero están desesperadas por llamar al Icbf para denunciarme. Al principio traté de defenderme, de explicar por qué la cargaba de determinada forma o por qué la bañábamos por la noche. Fue inútil. Soy inútil.

Consejo: Si ya logró ponerse de acuerdo con su señora en cómo criar a su hijo, eso ya es mucha gracia. De allí en adelante el consenso es un imposible. Pregúntele a Pinto. ?

2. Como corolario del punto anterior está la feria del diagnóstico sobrador cuando el bebé llora. Personas que no habían visto un bebé en su vida y que llevaban treinta segundos de conocer a María se despachaban, tan pronto ella emitía el menor sonido, con frases como: "Uuuuu, la niña lo que tiene es frío", "ese llanto es de hambre, yo que le digo", "eso fijo es que le falta sueño". De nada sirve que usted les explique que acaba de bajarse un teterado o que se levantó de la siesta hace cinco minutos: todo el mundo siente que el papá primerizo es prácticamente un mentecato y que de no atafagarlo de indicaciones será incapaz de sobrevivir con el bebé.

Consejo: Ni el propio bebé sabe por qué llora. Yo le he preguntado a María y en lugar de responder le da más verraquera y llora con más ganas. No trate de resolver el enigma milenario del motivo del llanto de los bebés.

3. La vida ahora es en formato de comercial para televisión: máximo cuarenta segundos continuos. Recién nacido que se respete llorará tan pronto usted empiece una comida o se recueste a leer un libro, y ni se diga de intentar ver un partido de fútbol. María cree que el pitazo inicial del árbitro es para arrancar a llorar. Pero no pierda la esperanza: los recién nacidos nunca lloran de corrido. Se calman justo el tiempo necesario para que usted se acomode de nuevo, pegue un par de bocados o se lea dos frases y ahí sí arrancan a llorar con ganas de verdad. Lo de antes era calentamiento. Y de conversar con la señora… es mejor decidirse por el correo electrónico o de una vez revivir el telegrama: Ana María empezó a contarme el chisme de la separación de una pareja de amigos hace veinte días y ayer, cuando por fin terminamos el cuento, ya se habían reconciliado.

Consejo: No sé. Tengo que ir a cambiar a María y ya pensaré en algo.

4. Desde que nació María ya no salgo de la casa a hacer una visita o una vuelta sino a conquistar Occidente. Salir con María a dos cuadras parece una recreación de la Colonización Antioqueña: sale el coche cargado de bolsas, detrás va la pañalera, más atrás Ana María seguida de otra maleta, dos mulas con pertrechos y tres cargadores. Y aún no ha salido María y ya quiero devolverme. Es inútil enumerar lo que carga una pañalera, sobre todo porque ya por fuera va lo necesario para conquistar el Everest. No les cuento lo que habría hecho MacGyver si hubiera sido papá primerizo con una pañalera.

Consejo: Prográmese como si todo quedara a dos horas en carro (no importa si es la tienda de la esquina) y llegará a sus citas como un inglés. Inglés como Francis Drake después de saquear Cartagena, pero inglés al fin.

5. Al resto del mundo no le importa: es duro, pero es cierto. Si no quiere convertirse para sus amigos sin hijos en una especie de vendedor de Herbalife, evite contarles cada vez que los ve el día a día de su hijo. Ana María decidió contarles con lujo de detalles a todos mis amigos que yo lloro como una Magdalena cuando María me mira a los ojos y se ríe, y ya nadie nos contesta el teléfono para ir a almorzar o salir a tomarnos algo. Es que al resto del mundo la última carcajada de su hijo le importa tanto como las propiedades del Alimento Proteínico de Proteína de Soya y Suero de Leche.

Consejo: Espere a que la reunión sea con otros papás y ahí sí desmándese a contar todas las bobadas que se le ocurran, que a cambio de eso a usted le tocará oír las de los otros papás: es un trato justo y todos tan felices. Es como una convención de Herbalife: pregúnteme cómo bajé de peso.

6. Como ya dije, María tiene cinco meses. Es decir, no camina, pasa su día dormida en la cuna o en el coche y cuando está despierta está cargada. Y así, una niña que prácticamente no se mueve, llena en media hora el apartamento de teteros a medio tomar en el piso, pañales que inexplicablemente adornan la mesa de la sala, una media rosada de cuatro centímetros de largo encima del teléfono (¿y la otra ? ¿cómo bota una niña de meses una media? De verdad, es que hay cosas que ningún pediatra podrá nunca explicar), pero en todo caso nunca aparecerá el chupo. El problema de inseguridad en esta ciudad ya no conoce fronteras.

Consejo: Para que la llegada del bebé no se lleve por delante su matrimonio, es importante que la pareja esté consciente de que a partir de la fecha la casa parecerá el día después de una rumba con el Tino Asprilla. Con caballos y tiros al aire.

7. El hecho de que un bebé esté limpio, vestido y alimentado ya me parece mucha gracia. No se ponga a meterle Baby Einstein, Efecto Mozart y ejercicios de estimulación temprana a un bebé recién nacido con el argumento de que el mundo de hoy es muy competido y toda esa historia histérica. Piense que si Armandito Benedetti llegó al Congreso, ¿qué tan difícil puede ser?

Consejo: Sin ánimo de ofender, ¿usted, papá primerizo, creció viendo novelas venezolanas a mediodía y pretende criar a su hijo con música clásica y la Teoría de la Relatividad? Yo no sé, pero a mí me da pánico que si María se vuelve demasiado inteligente decida irse de la casa a los 3 años cuando descubra que su papá, inculto y sensiblero, se pone a llorar cada vez que lo mira a los ojos y se le ríe.