9 de octubre de 2006

La mamá de Jerónimo

Estar casado con una pintora es muy útil si no se quiere gastar dinero en obras de arte para la casa. Pero no, el amor y el arte no son, no deben ser, funcionales, son asuntos donde los sentimientos se imponen a la lógica. Amor y arte hay en la vida de Elisa Luque, pero también hay lógica. Tiene apenas 24 años, se casó de 21, a mitad de carrera de Artes Visuales, luego de quedar embarazada. Nueve meses después tenía a Jerónimo y una tesis de grado llamada Desde el vientre: cien retablos pintados con todo lo que pasó mientras esperaba a su hijo. A ella le gustan el verde oliva y las conchas de mar; también el manejo del color de Rothko, los recortes de Matisse, los círculos de Beatriz Milhazes y el valor de ser autobiográfica de Frida Kahlo. Sigue pintando en la casa, pese a que a Jerónimo no entiende que hay que tener disciplina y constancia para consolidar una obra. Aún así, Elisa se las ingenia. El resultado de este tire y afloje lo podrá ver en octubre en el Museo de Arte Contemporáneo, en Bogotá.