16 de octubre de 2003

La tortilla

Por: Naum Spoliansky

-Aló, voy para allá y estoy hambrienta. Chao. Y colgó.
¿Qué hacemos? ¿Cómo salir airosos del imprevisto? Pues, con previsión. Tuvimos la previsión de contar con una sartén antiadherente de
20 cm. de diámetro. También tenemos 4 huevos y un paquete de papas a la francesa prefritas (rapi-papa o similar) en el congelador. Una cebolla cabezona y un chorizo tipo español. Con tan poquito y poquitos minutos vamos a sortear la emergencia y, además, con un plato como para deleitar al más exigente: una tortilla. La magia es así: picamos fino 3 ó 4 cucharadas de cebolla y la doramos en otras tantas de aceite (maíz-girasol-oliva). Mientras seguimos oyendo jazz y no dejamos quemar la cebolla porque la movemos con frecuencia, retiramos del congelador el paquete de papas francesas. También tenemos a la mano el chorizo español y los huevos. Si el paquete de papas es de un kilo, separamos para usar 1/4 de él. A todo esto la cebolla cogió su color dorado, por lo cual la quitamos del calor y de la sartén. En ella o en otro recipiente, una ollita, vamos a freír las papas, en cantidad de aceite que las cubra y a baja temperatura, contrariamente a las indicaciones del paquete. Más que freír, debemos cocinarlas hasta que ablanden sin dejar que se doren. Pinchándolas comprobamos que estén blanditas. Retiramos del aceite y las cortamos en trocitos de unos 2 cm. Tajamos delgadito o desmenuzamos el chorizo previamente pelado. Batimos con un tenedor en un plato hondo los 4 huevos por un minuto. Mezclamos todo: huevos, cebolla, papas, chorizo. Condimentamos: sal, pimienta, si gusta jengibre en polvo y si tenemos a mano alguna hierbita fresca o seca como albahaca o estragón o perejil. Mezclamos todo. La sartén no necesita más que humedecido el fondo con aceite. Volcamos en ella toda la preparación emparejándola para que el huevo cubra todo. A fuego medio, tapada, al cabo de 5-6 minutos, moviendo vigorosamente la sartén, podemos comprobar que la tortilla se ha despegado. Si así no fuera, con cuchara o espátula no metálica despegamos los bordes. En la superficie todavía se verá bastante huevo líquido: inclinando la sartén con cuidado se lo llevará hasta los bordes. Y en ese momento habrá llegado la hora de la verdad: tapamos la sartén con un plato (boca abajo) de mayor diámetro que ésta, y aquí es donde hacemos realidad nuestra mayor aspiración: cogemos con mano dura la sartén por el mango, con la otra sujetamos fuertemente el plato contra ésta y con un rápido y violento giro volteamos ambos, sartén y plato. Si no fue a parar a ningún otro sitio ni quedó pegada al techo, la tortilla lucirá, en el plato, su hermoso lado dorado. No queda sino dejarla escurrir empujando suavemente, para que al volver a la sartén, ya volteada, termine de cocinarse por el otro lado, pero con la estufa apagada. Si en el plato quedó algo de líquido lo echamos encima. Al cabo de un par de minutos se habrá consumado el hecho. Con la compañía de un buen vaso de vino, nuestra obra maestra, jugosa por dentro, dorada por fuera, quedará registrada en el menú virtual de la memoria.
Nota: Sería conveniente practicar varias veces la volteada con la sartén vacía y el plato, antes de comenzar a cocinar, haciendo girar sobre el eje del mango ambos elementos sin que se separen.

Variantes
Con el mismo procedimiento podemos crear tortillas de verduras, mariscos, jamón, atún y todas las combinaciones que se nos ocurran. Siempre los ingredientes deben estar previamente cocinados y condimentados. Los champiñones, tajados, salteados por 3-4 minutos en poquito aceite o mantequilla, con sal, pimienta, gotas de limón. De los espárragos, hervidos en agua y sal hasta que ablanden, se usan las puntas y las partes tiernas del tallo. Si son camarones, los más pequeños son los más ricos: precocidos y limpios sólo se deben saltear un minuto con sal, pimienta, páprika, perejil fresco o seco, jengibre. Lo mismo para trocitos de la carne de mejillones. El jamón y el atún no tienen problemas, así como nuestra imaginación para hacer combinaciones. Al igual que papas y mariscos, las verduras ya preparadas se congelan perfectamente. En francés se llama mise en place lo que en criollo quiere decir que conviene tener a la mano todos los ingredientes y utensilios antes de comenzar a usarlos. Sabios estos franceses. ¡Bon appétit y suerte!

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