14 de noviembre de 2007

Las manos mágicas

Ernesto Andrade no es mago. Tampoco tiene poderes sobrenaturales, pero tiene una gran cualidad: convierte lo feo en bonito. Dentro del mundo de los cirujanos plásticos, en donde Colombia es potencia orbital, él es uno de los mejores. Empezó estudiando en la Universidad Militar y en la Clínica San Rafael, después hizo un fellowship en el hospital Johns Hopkins en Baltimore en cirugía plástica. Hace seis años fundó la Clínica del Chicó, que hoy está en proceso de remodelación y pronto se convertirá en un edificio de nueve pisos y cinco mil metros cuadrados, la más grande de su género en Latinoamérica. Toda su vida gira en torno a la cirugía plástica (su esposa, Paula Londoño, fue paciente suya) y dentro del gremio de cirujanos plásticos es el que más critica a falsos médicos que hacen barbaridades y van en detrimento del buen nombre de la cirugía plástica. Andrade disfruta su profesión, se considera un artista y en cada cirugía trata de que su obra quede bien. Sin duda, el talento de este médico se centra en su profesionalismo, entrega y seriedad.