11 de septiembre de 2015
Libros
Viven para contar
Leila Guerriero y Alberto Salcedo Ramos, amigos y colegas, dos de los mejores cronistas latinoamericanos, plumas habituales de SoHo, acaban de publicar nuevas obras. En estas dan cuenta de las cosas que alimentan su pasión por escribir historias y la manera como lo hacen.
Zona de obras
Leila Guerriero
Anagrama, 192 páginas
$39.900
Este libro es para los nuevos devotos de Leila Guerriero y los fanáticos de vieja data de la escritora argentina. Zona de obra recopila 29 textos en los que la autora reflexiona sobre tres preguntas: ¿Para qué se escribe?, ¿por qué se escribe?, ¿cómo se escribe? En el proceso de buscar las respuestas, hilvana datos personales, anécdotas de su carrera, lecturas, canciones, películas… todo lo que le da vida y ha alimentado su escritura.
Nacer en Junín, leer desde los 6 años con compulsión (desde las novelas gráficas de Corto Maltés a la poesía de Rimbaud), ver Lawrence de Arabia, escuchar a Miguel Bosé y Chavela Vargas, querer viajar a África para cumplir el destino familiar frustrado, no tener claro su proyecto de vida, convertirse en periodista de manera fortuita en Página/12.
Cada uno de estos hechos o detalles es un carbón encendido que mantiene la caldera creativa de la que surgen las historias reales que narra Leila. De los 29 textos son imperdibles: “El bovarismo, dos mujeres y un pueblo de La Pampa”; “¿Esto es África?”, “Arbitraria”, “El síndrome”, “Tenemos que hablar de Petty” y “¿Dónde estaba yo cuando escribí esto?”.
Alberto Salcedo
Luna Libros, 376 páginas
$55.000
Los casi 100 textos que conforman este libro son una muestra ínfima, pero representativa, del universo inabarcable de Alberto Salcedo Ramos y al mismo tiempo una declaración de amor por la vida, por las palabras, por las historias.
El autor, barranquillero de nacimiento, rememora su crianza feliz en Arenal y San Estanislao, pueblos de Atlántico y Bolívar. Elogia por igual las parrandas y las empanadas. El placer que le produce escribir cartas y el culposo al escuchar canciones malas. Reconoce su fascinación por los abrazos verdaderos. Escribe admirado de cantantes como Billie Holiday, Rubén Blades o Daniel Santos, o de deportistas como el futbolista René Higuita, el boxeador Bernardo Caraballo y el beisbolista Édgar Rentería. Admite las lecciones que aprendió viendo la telenovela Esmeralda. Lanza una botella de náufrago con palabras esperanzadoras para los que quieren seguir narrando historias. Y, claro, no podían faltar las crónicas cortas y contundentes, como la de “Nubia Torres y el Parque de los sueños justos” con la que es imposible no llorar.
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