12 de junio de 2009

Llegó borracho el borracho...

No alcanza con ser un seguidor de la ranchera y amar el tequila sobre todas las cosas para ser un maestro tequilero como Benjamín Ibarra, que acá nos revela secretos del célebre trago mexicano. Brindemos por eso. , 10770

Por: Benjamín Ibarra

Primero un diplomado técnico, luego una maestría y después sí, el diploma que dice "Maestro Tequilero". Benjamín Ibarra, de la marca Corralejo, ostenta con orgullo este título, y comparte algunos datos con los aficionados a este licor mexicano, que no son pocos.

En un principio, el tequila era una bebida que solo tomaban las clases bajas, como la chicha en Colombia, pero al darle denominación de origen —es decir, que solo se puede producir tequila en una región determinada de México— se le subió el estatus y empezó a tomarlo todo el mundo.

Como la mayoría de los vinos, el tequila también se deja madurar en barricas de madera. De ahí que en el mercado exista el blanco, que no tiene maduración; el reposado, que tiene al menos dos meses, y el añejo, que tiene un año o más.

Esa costumbre de tomar el tequila con limón y sal no es bien vista por los especialistas. Un buen tequila debe tomarse solo (y sin hacer caras).

La sangrita con la que a veces se toma el tequila es una costumbre gringa. A alguien se le ocurrió tomar ambos al tiempo, le gustó la mezcla y siguió haciéndola hasta que se esparció por el mundo.

Si quiere catar un tequila no lo sirva en copas altas. Los expertos dicen que las ideales son las copas de coñac, y se debe tomar como si fuera un vino, degustándolo lentamente y a temperatura ambiente.