9 de mayo de 2003

Madonnamericanna

Madonna ha pasado del American pie (en cuyo video el ombligo de la diva no alcanzaba a distraer la atención sobre un detalle: la bandera de los Estados Unidos arrastrándose por el piso) al American life, álbum que aprovecha para inaugurarse en la inveterada estrategia del arrepentimiento tardío.

Por cerca de dos décadas Madonna parecía haber vivido muy a gusto con las ventas, y la publicidad, y las entrevistas, y las listas, y la modern life, y el driver, y el jet, y el agent, y el chef, y el lawyer, y el manager, y el bodyguard, y el trainer, y el gardener, y el assistant, y el stylist.

Hoy todo le causa escozor. Saliendo y entrando de la letra de sus canciones, les recomienda a quienes sueñan con ser tan célebres como ella que lo desechen, que se trata de una existencia desgraciada en la que se sufre por exceso de dólares y placeres (Érase una viejecita sin nadita que comer, sino carnes, frutas, dulces, tortas, huevos, pan y pez. Bebía caldo, chocolate, leche, vino, té y café, y la pobre no encontraba qué comer ni qué beber).

"Puede ser un cliché", dice, "pero tengo veinte años de fama y fortuna, y eso me da el derecho de opinar". Pero más allá de la simple recomendación de "cuidado con la fama", hay en las palabras de Madonna otro mensaje que parece no caerle del todo bien a Norteamérica cuando la escucha hablar desde el otro lado del Atlántico: "Cuidado con tu escala de valores, América". Escala que ella trepó sin ningún tipo de freno ético. No lucía especialmente molesta con el éxito de Like a virgin en 1984, ni señaló con un dedo a quienes compraron millones de copias de Like a prayer en 1989, ni le producían arcadas los sueños ajenos en 1994 de Bedtime stories. Nada.

¿Y la música del disco? Funciona, porque es una recreación de los artificios electrónicos (no se salvan ni las piezas aparentemente acústicas), las pausas sonoras y las voces robóticas que el multiinstrumentista Mirwais Ahmadzai había ideado para Music. Es a lo que ahora llaman "conservar un estilo".

¿Y la pinta de guerrillera tercermundista con boina y estrellas? No vale la pena gastarle tinta al asunto.