14 de junio de 2005

Mi BMW y yo

SoHo le pidió al periodista Pierre Scholz que, en exclusiva, aceptara manejar durante una semana el nuevo BMW 320i Serie-3, modelo 2006, y que nos contara a todos cómo es esa increíble nave.

Por: Pierre Scholz

Lo mío siempre han sido las motos. A pesar de las adversidades del clima, el tráfico endemoniado, la imprudencia de transeúntes, conductores, ciclistas y hasta perros vagabundos; el insoportable y contagioso perfume a smog y la calvicie que produce el ponerse y quitarse el casco todos los días (peor en mi caso, donde escasea el pelo). Siempre motos. Todas mis listas de regalos llevaron siempre la palabra "moto" en algún renglón. Me cercioraba de resaltarla lo suficiente para que mis padres o el mismo Niño Dios no la pasaran por alto, pero fue en vano. Nunca hubo moto. Mi mamá solía decirme: "Regalarle un aparato de esos es comprarle la muerte a plazos" y por alguna razón creo que el mensaje le llegó al Niño Dios y tampoco él se animó a comprarme una.
El caso es que nunca perdí las esperanzas y luego de darle duro al trabajo conseguí ahorrar unos pesos y me compré una. No era precisamente la soñada, pero fue para la que me alcanzó. Se trataba de una maquinita de cien centímetros cúbicos que noblemente me llevaba y traía sin pedir mucho a cambio. El día que la compré puse fin a los malditos trancones y con el tiempo descubrí que andar en moto es, además, un buen negocio. La mayoría de estos aparatos consume muy poco combustible, no tienen pico y placa, y por lo general pueden dejarse estacionadas sobre cualquier andén, lo que permite sacarles el cuerpo a las venenosas tarifas de los parqueaderos. En moto indiscutiblemente rinde el tiempo y el sueldo, y por esa razón también me encantan. En moto, las ciudades parecieran no tener tráfico y aunque a veces la lluvia, el frío y los comentarios algo infaustos de mi novia, familia y amigos traten de alejarme de ella, será muy difícil que lo logren. Al menos eso pensaba hasta hace poco, cuando a SoHo se le ocurrió la brillante idea de montarme en un BMW. Así es. Cinco días a bordo del único 320i modelo 2006 que circulaba en Colombia (para esa fecha, claro). Manejar un BMW, sin importar qué tanto se amen las motos, siempre será una oferta tentadora. Más aún si se trata de un modelo como este, que desde donde se mire llama tremendamente la atención.
El carro me lo entregaron un miércoles en la tarde, curiosamente bajo un diluvio universal que me obligó a dejar la moto todo el día en casa. En el concesionario me dieron un par de instrucciones sobre el encendido, que se hace con ayuda de una tarjeta de memoria y presionando un botón de start idéntico al de una consola de videojuegos. Una vez demostré ser capaz de poner el motor en marcha, me dijeron: "Que lo disfrute y tráigalo en una semana o cuando considere que sea conveniente". Me lo soltaron así no más, sin ningún tipo de advertencia ni condición. Como si toda mi vida la hubiera pasado a bordo de un auto de lujo.
Salí del concesionario en "mi" BMW Serie-3 (modelo 2006, color gris perfecto, con transmisión secuencial de seis velocidades y un radio de locos) con un poco de risa nerviosa en el rostro. Se notaba lo ansioso que estaba por recorrer la ciudad. Tenía un BMW en mi poder y solo un par de personas sabían que el carro no era mío. Para el resto del mundo yo era el atractivísimo señor del 320i, última generación. Esa tarde lo primero que hice fue visitar a mis padres. Quería ver la cara de sorpresa que pondría mi papá, un alemán de pura cepa, amante asiduo del FC Bayern München, el Sauerkraut mit Kartoffelsalat y en general todo lo proveniente de Baviera, incluidos los vehículos de la Bayrische Motoren Werke (BMW).
Cuando llegué a su casa notó de inmediato que no traía casco, chaleco reflexivo, nariz congelada ni olor a ciudad, y lo primero que preguntó fue: "¿Te trajeron en carro?". A lo que respondí: "No. Vine en el mío. Me lo entregaron esta tarde". Puso cierta cara de sospecha y sin mucho ánimo salió a ver de qué se trataba. Cuando encontró al Serie-3 parqueado en su garaje quedó pasmado. "No sabía que te estuviera yendo tan bien en el trabajo", dijo. Nunca creyó el cuento de que el carro era mío, pero igual esa noche salimos a dar una vuelta y pusimos a relinchar los 150 caballos de potencia que genera el motor 1995cc del nuevo Serie-3. La evolución del cuatro cilindros en línea del 318i de la serie pasada. Para decirlo coloquialmente, "le dimos cachucha" sobre un par de calles aisladas y, al mejor estilo de un test driver de la escudería germana, probamos el control de tracción (que puede activarse y desactivarse de manera electrónica con un botón situado en la consola de mandos) sobre diferentes terrenos, aceleramos de 0 a 100km/h en 10,7 segundos (y eso que la versión que manejábamos era automática), pusimos a prueba los frenos ABS y zigzagueamos bruscamente sobre asfalto mojado tratando de trompearnos, pero fue imposible. La suspensión, tracción y dirección inteligentes impiden por completo que el carro pierda la estabilidad y el curso, así uno lo maneje como una bestia. Regresamos a la casa con las manos sudorosas y el pulso a mil, abrumados por la impresionante repuesta del vehículo que, a pesar de ser un sedán robusto, se comporta como todo un deportivo.
La noche del miércoles quise cerrarla en In Vitro. Llamé a mi novia y sin decirle que andaba en BMW la invité a salir. Quería impresionarla, pero me dijo que había trabajado como loca y que pensaba irse a dormir. No quise insistirle y con el alma y la mente ocupadas en el carro nuevo, colgué con ella y automáticamente invité a otra persona a salir. Marqué el número de una amiga que figura en la lista negra de mi novia y cuando iba rumbo al bar con ella, llamó "la doña" para contarme que había cambiado de opinión y que prefería salir para desestresarse. "Ehhh...lo que pasa es que...". Nada que hacer. Caí redondo y por culpa del BMW, de esta crónica y de mi acompañante, casi me quedo sin novia.
El jueves y viernes fueron días normales de oficina. Salí temprano para evitar trancones, regulé la temperatura de la cabina ambas mañanas a 17,5 grados centígrados (cada pasajero puede ajustarla a su gusto y de manera independiente), oí a Julito con una fidelidad ridícula y luego hice un pequeño recorrido por la lista de CD que había preparado para la semana: jueves, Tori Amos y John Legend; viernes, Miles Davis y Demian Rice; sábado, Miss Kittin y Depeche Mode; domingo, todos los anteriores. Rumbo al trabajo tuve tiempo para pensar en la manera en que cambia la vida al volante de un carro como este. Inconscientemente se preocupa uno más por quedar bien afeitado, se escoge con detenimiento la ropa y no se sale de casa sin antes pegarle una emboladita a los zapatos. Se llega a la oficina adoptando una postura informalmente seria y, como por arte de magia, se dispara la coquetería con las mujeres. Claro, porque a bordo de un carro como este es más fácil que le paren bolas a cualquiera.
La noche del viernes fue de cena en la 69. Para reparar el daño del jueves, salí con unos amigos y con mi novia, que seguía echa un tití. Por fortuna pasé por ella en BMW, porque de haberla recogido en moto me habría asesinado. Ahí comprendí que un 320i también ayuda a resolver problemas de pareja. Esa noche nos tomamos un par de vodkas en la terraza de un restaurante y fue divertido ver cómo la gente se detenía a ver el carro. Pagué la cuenta, dejé buena propina y me fui a dormir temprano porque a la mañana siguiente tenía planeado ir a esquiar junto a unos amigos. Salí rumbo al norte y cuando llegué a La Caro me sentí sobre la autopista Munich-Nuremberg. Cambié la opción de caja automática a secuencial y pisé el acelerador a fondo. Fui cambiando las velocidades con mi pequeño "joystick", como si se tratara de un juego de video, y en el momento menos pensado iba a 178 km/h y ¡todavía me quedaba la sexta! El carro seguía empujando y aunque la última marcha me picaba, preferí desacelerar y controlarme. No sería nada divertido estampillarme contra un árbol, aunque de haber ocurrido lo más probable es que me hubiera salvado. La nueva Serie-3 está equipada con airbags frontales, otros especialmente diseñados para evitar lesiones en cadera y tórax, y los más avanzados dispositivos tipo "cortina", que recubren ambos costados de la cabina. Como no era necesario poner a prueba los sistemas de seguridad del automóvil, seguí mi rumbo hacia el club con mucha calma. Esquié toda la tarde y cada vez que entraba al agua, mi amigo Mark se apoderaba de las llaves del BMW y se perdía por un rato. Todos en el club quedaron alucinados con las modificaciones en el diseño exterior del nuevo Serie-3. La cola recortada y alzada. El frente con cierto look agresivo. La punta alargada al estilo Z3. Las puertas más altas y las ventanas laterales de menor tamaño.
La tarde de esquí sobre aguas gélidas terminó a las cuatro, subí a mi flamante 320i, encendí la calefacción, compré un café y regresé a Bogotá. Esa noche tuve que trabajar en una rumba electrónica del centro, a donde mi novia tampoco pudo acompañarme. Por fortuna me encontré con Margarita Posada (la misma de SoHo y De esta agua no beberé), Santiago Carrillo (un compañero de trabajo) y Miguelito Navas (un DJ amigo), que estuvieron pendientes de que no fuera a salirme de mis pantalones.
De la rumba en el centro regresé a mi casa a las seis y media de la mañana. Traté de dormir un poco, pero soñaba constantemente con que alguno de los chinos del conjunto con alma de futbolista le iba a clavar un balonazo al BMW que había recibido hacía cinco días con 85 kilómetros y que estaba por entregar con más de 450.
La mañana del lunes fue trágica. Tenía que regresar "mi" Serie-3 al concesionario. La película había terminado. Mis cinco días de gloria estaban por desvanecer. Volvería a llegar a la oficina oliendo a Bogotá, con unos cuantos pelos menos en la cabeza, con cien puntos de sex appeal menos y con los zapatos empantanados. Volvería a ser el mismo de antes. El tipo de moto. El que pasa cerca de su retrovisor en los trancones y semáforos. Volvería a ser el mismo de antes, pero esta vez con un logo de BMW... el del llavero que me regalaron, y que uso para las llaves de mi moto.

Datos técnicos
Cilindros 4 en línea
Potencia máxima (CV)/RPM 150/6.200
Cilindrada (cm3) 1.995
Par motor máximo (Nm)/RPM 200/3.600
Tasa de compresión 10,5
Velocidad máxima 220
Aceleración de 0 a 100 km/h (s) 9,0
Rodado y neumáticos LL 7 Jx16 205/50R16 91V (RSC)
Consumo medio (urbano/calle) 10,7 km/l
Longitud, anchura, altura 4.520/1.817/1.421
Peso vacío DIN / UE (kg) 1.350/1.425
Capacidad de volumen de baúl (lts) 460
Diámetro de giro 11
Caja de cambio 6 automática Steptronic

Colores Japan Red (S)
Black II (S)
Titanium Silver (M)
Black Sapphire (M)
Alpine White III (S)
Arctic (M)
Monaco Blue (M)
Sparkling Saphire (M)

Lista de precios de la Serie-3
Modelo Precio
320i Standard. $ 105.000.000
320i Mec. $ 114.000.000
320i Autom. $ 119.500.000
325i Mec. $ 128.500.000
325i Autom. $ 136.500.000
325i Premium Mec. $ 147.500.000
325i Premium Autom. $ 156.000.000
330i Premium Mec. $ 183.000.000
330i Premium Autom. $ 192.000.000
330i Sport Mec. $ 185.000.000
330i Sport Autom. $ 194.000.000