14 de enero de 2009

Propósito de año nuevo

Propósito de año nuevo

Por: Eduardo Arias
| Foto: Eduardo Arias

Tan insoportable como la euforia furibista de 2002-2007 resulta la crisis-manía que ahora agobia la psiquis de Colombia y del mundo. Bueno, es natural. ¿Cómo no se va a generar un clima de crisis cuando las fábricas de automóviles y las aerolíneas de Estados Unidos despiden miles de empleados en un día y ese es el titular de primera página y la noticia que abre noticieros en todo el mundo?

Ya van como dos o tres meses en que todo el mundo habla de crisis. Desde los macroeconomistas y los especuladores financieros hasta las amas de casa y los oficinistas. "Mjjjk, cualquier cosa que le diga es mentira porque en 2009, con esta crisis...". "Saber decirle porque en 2009... la crisis va a estar tesa". "Para qué le digo que no si sí... ¿No ve que en 2009 va a estar grave la cosa?". Ahora todos hablan de crisis como hace seis meses de calentamiento global. Es más. Los fenómenos que hace seis meses se explicaban con el calentamiento global ahora se explican por la crisis. Dejó de llover, ya no por el calentamiento global sino por la crisis. Los polos se derriten por la crisis. Basta ver lo derretido que anda el Polo Democrático, no por el calentamientro y recalentamiento calcinante del pensamiento de derecha, sino por culpa de la crisis que les ha generado tener como funcionario bandera al alcalde anapista de Bogotá y ahora gracias a la brillante idea de varios de sus senadores-estrella de votar por el inquisidor Ordóñez para que lo nombraran procurador.

Pero bueno. Por suerte las crisis son susceptibles de ser manejadas. En 2008 Colombia mostró brillantes ejemplos de cómo superar una crisis. Hubo casos notables que vale la pena registrar. A Hernán Darío el ‘Bolillo‘ Gómez hay que abonarle que es un visionario, un adelantado a su tiempo, porque metió al Santa Fe en esta crisis tan tesa unos tres meses antes de que comenzara el verdadero desplome de Wall Street, y ha logrado salir indemne, por el ladito, con nadadito de perro, y ahí sigue de técnico de Santa Fe. La Federación Colombiana de Fútbol, por su parte, patentó un modelo de superación de crisis digno de admiración. Para superar la crisis generada por la vagabundería de las estrellitas que juegan en Argentina, Italia y Francia, llamaron al disciplinado profesor Jorge Luis Pinto.

Y ni hablar de Tomás y Jerónimo Uribe. En algún momento, hace dos años, ellos se enteraron de que no era conveniente hacer negocios con DMG porque allí se movían dineros turbios. Pero, en vez de alertar a la comunidad, decidieron guardar silencio para evitar el desplome financiero que podía provocar una estampida de ahorradores de DMG si ellos le revelaban al público lo que acababan de conocer. Tan sigilosos fueron, tan cautos y prudentes, que ni siquiera le contaron nada a papá Álvaro, quien se enteró del entuerto cuando se le alebrestaron los departamentos de Nariño y Putumayo.

El presidente Uribe, tan frentero él, capeó toda clase de crisis con un método exitosísimo, más que probado y comprobado y ratificado: el método samperista de "todo fue a mis espaldas". No solo la debacle de las pirámides y de DMG fue a sus espaldas. La recolección de firmas del referendo reeleccionista y los falsos positivos de Soacha son dos ejemplos. Por su parte César Mauricio Velásquez, vocero de prensa de la presidencia, en un gesto sin precedentes de ahorro convirtió el Palacio de Nariño en la Casa de Nari. Le ahorró dos sílabas al nombre de la sede de gobierno, un ahorro gigantesco si se tiene en cuenta la gran cantidad de tinta que allí se gasta en la papelería necesaria para que funcione la meritocracia, la que hace posible que personajes como Salvador Arana, Édgar Perea y Carlos Moreno de Caro sean representantes de Colombia ante gobiernos del exterior.

Así que, con algo de ingenio, es posible capear el fantasma de la crisis. De cualquier crisis. Pregúntenles a Turbay, a Samper, a Pastrana, a Uribe... Pero, en serio, propósito para el año nuevo de 2009. No hablar de la crisis y, mucho menos, echarle la culpa de todas nuestras desgracias a la crisis.