19 de noviembre de 2015

15 razones para no ir a ver un partido de la Selección a Barranquilla

Taxistas que cobran el doble, hoteles y restaurantes de baja calidad, revendedores de boletas chiviadas y filas interminables son algunas de las quejas de este hincha que se pegó el viaje hasta La Arenosa para ver el partido de Colombia frente a Argentina en el Metropolitano.

Por: Andrés Rincón


1. La llegada a Barranquilla es un carnaval: el aeropuerto no tiene la capacidad, ni la infraestructura para recibir cómodamente a tanta gente, por eso a uno lo bailan como Joselito, suda marimonda y termina borracho o por lo menos mareado tratando de salir… Quien lo vive es quien lo goza.

2. Los taxis el día del partido se toman muy en serio eso de "La puerta de oro", ¡cobran el doble! No hay quien vigile esto, se cubren unos con otros.

3. Si llega a llover, los arroyos hacen imposible la movilidad. Uno se convierte en un Moisés tratando de separar aguas.

4. No hay cama pa’ tanta gente. Los hoteles arman un gran combo duplicando sus tarifas por la poca oferta de sitios de buena calidad.

5. En hoteles y restaurantes la inseguridad es servicio incluido. Se roban hasta los afiches de los patrocinadores.

6. No hay cómo parquear en el Metropolitano. No hay sitios pavimentados y todos, todos, los espacios están llenos de vendedores ambulantes que revenden boletas por la mafia sin control que hay en la venta de entradas y licor camuflado. La próxima, pienso parquear en la gramilla.

7. El barranquillero promedio no puede acceder fácilmente a unas entradas para ver a su Selección. La mafia de los revendedores en pocas horas lo ha comprado todo, pidiendo hasta un sueldo mínimo por entrada. Todo esto con complicidad de las autoridades. Ahora, el otro problema es que salgan falsas y la misma policía se ría, como vi que les pasó a unos peruanos en el juego pasado. Aquella vez aprendí muchas groserías en quechua.

8. Las boletas deberían incluir un sobre con bloqueador, porque las filas que hay que hacer son eternas, hasta de 45 minutos bajo un sol inclemente. Todo porque no hay experiencia, ni estructura para manejar tanta gente con logísticas apropiadas.

9. Claro que me gusta eso del barman de estadio, apenas usted entra lo primero que le ofrecen es ron y whisky camuflado en bolsas sucias que, aparte de infringir toda norma sanitaria, la experiencia se vive al frente de miles de niños quienes no entienden que uno no está chupando Bon Ice. 


10. Las tiendas de comida son muy particulares, no hay variedad. Unas papas cuestan 5 mil pesos y el resto son embutidos manipulados con las mismas manos que reciben el dinero y limpian sus puestos de trabajo.

11. Los baños son rejas que encierran unos huecos realmente asustadores, sin mantenimiento alguno, que no están a la altura de un escenario que representa un torneo mundial. 

12. Los pobres periodistas (Ricardo-Jorge, entre otros) se quejan de la electricidad, de las sillas, de la comida, la señal de internet, de todo lo mínimo que debe tener un estadio de fútbol moderno. Es increíble ver a los comunicadores con el mapa del Atlántico dibujado en sus axilas y despelucados, muy lejos de su imagen de estudio.

13. El regreso al aeropuerto es toda una hazaña. ¿Cómo salir? Hay carros mal parqueados por todos lados, no hay transporte y el que se consigue cobra el triple. Uno tiene que pelear con miles de compatriotas por un taxi, peor que las señoras cuando pelean por una silla del TransMilenio. Uno llega al aeropuerto trastornado, no sólo por el resultado sino por el pago del pasaje de avión más caro de la historia y que con toda esa plata era mejor haber ido a pasear a Miami, comprar ropa y ver el partido por televisión.

14. Ahora, si quiere comer antes de viajar, la variedad es mínima. Toca hacer otra fila eterna para acceder a los cuatro sitios que hay en el aeropuerto. 

15. Quedó demostrado que un buen equipo (como Argentina) nos gana en Barranquilla, en La Boquilla o en donde sea. Lo cierto es que los cuatro mil millones de la taquilla, más los ingresos por hoteles y tiquetes, deberían ser parte de una agenda para reivindicar a la Casa de la Selección. Deberíamos estar a la altura de un certamen que representa a un país, porque estoy seguro que esta plata va a parar a algún lado y si no, pues, que pongan a Medellín o Bogotá como sede, así podríamos utilizar el majestuoso escenario que tiene la Federación para la Selección en Bogotá.