14 de junio de 2005

Un reloj para un tenista que va a mil

Federer es la nueva imagen de los relojes Maurice Lacroix. Y con razón, porque el tipo es tan pinta, que inclusive en restaurantes famosos de Hollywood, en donde solo hay famosos, son ellos los que se quedan mirándolo, como si él fuera la celebridad. Roger, igual, la coge suave con la fama. Es un tipo fresco, que juega PlayStation y que usa la palabra gracias todo el día. En las ruedas de prensa se le ve incómodo entre un par de jeans y un blazer, pero siempre muy humilde y con una sonrisa en la cara. Y no por ser el tenista número uno del mundo se cree el cuento. Siempre dice que ahora que ya domina la parte técnica del juego está dedicado a la parte mental, que a la larga es la definitiva para mantenerse y para ganar un partido. Su ídolo es Boris Becker y cuando le preguntan si podría ganarle, él dice: "Uno no derrota a un ídolo, por más que pueda". La carrera de este suizo de apenas veinticuatro años va viento en popa y a velocidades exorbitantes. Pero él no se conforma con ser el mejor. Por eso, ya empezó a hacer pinitos en el tema de la filantropía y tiene una fundación para ayudar niños pobres. No solamente juega los mejores partidos: él es el mejor partido.