10 de enero de 2008

Vino para quedarse

Argentina no es solo Buenos Aires y La Patagonia. Si usted es amante del buen vino, su destino tiene que ser Mendoza, un lugar diferente a todo lo que ha visto.

Sabemos que Argentina es casi un paraíso. Buenos Aires, por un lado, parece tener todo lo bueno del mundo esparcido sutilmente por cada una de sus calles. Parece el lugar ideal: fútbol, mujeres lindas, gente amable, tango, rock y buena comida. Por otro lado, la Patagonia, sus paisajes, sus historias, esas postales a través de miles de kilómetros. Pero también está —ponga mucho cuidado— Mendoza, una región que le propone algo más: los vinos. Es una de las ocho capitales del vino en el mundo al lado de Florencia (Italia), Burdeos (Francia), Melbourne (Australia), Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Bilbao-Rioja (España), Porto (Portugal) y San Francisco—Napa Valley (Estados Unidos).

Ir a Mendoza es perfecto para conocedores e inexpertos. Si no tiene ni idea de vinos, los planes turísticos ofrecen la posibilidad de visitar las principales bodegas de la región, y en cada una de ellas explican el proceso de la elaboración del mismo: desde el cultivo hasta la selección de barricas. Cada bodega tiene su filosofía, una visión de la conservación del vino y, claro, a medida que avanzan los recorridos usted puede ir degustándolos. Muy lentamente usted empezará a saber las diferencias entre uno y otro, y pronto tendrá sus favoritos. Si por el contrario usted ya tiene conocimiento del tema, mire muy bien el contraste entre los viñedos del Valle de Uco y los de Luján de Cuyo, por ejemplo, y disfrute de primera mano, en especial, del Malbec, la cepa insignia de la región. Claro, también hay otras cepas: Torrontés, Cabernet Sauvignon, Chardonnay, Tempranillo, Viognier, Merlot, Chenin, Syrah, Sauvignon Blanc, Pinot Noir, entre muchas más.

Mendoza cuenta con una buena infraestructura hotelera y usted puede armar el plan como mejor convenga, pero le sugerimos que, como mínimo, se programe por tres días. Ya tiene una razón más para ir a Argentina: la llamada ruta del vino es realmente mágica.

LAS MEJORES BODEGAS Y VIÑEDOS MENDOCINOS

Clos de los siete

Estos viñedos están ubicados a 120 kilómetros al sur de la ciudad de Mendoza, a una altura de 1.030 metros, nacieron en 1998 y buena parte de su historia se debe el enólogo Michel Rolland. Son familias francesas unidas en un mismo territorio gracias al vino.

Salentein

Está sobre los 1.500 metros de altura y aquí se encuentran tres cepas principalmente: Pinot Noir, Chardonnay y Sauvignon Blanc.

Familia Zuccardi

La fundó en 1950 Alberto Zuccardi y hoy la dirige su hijo, José Alberto Zuccardi. Trabajan en dos fincas a 30 y 85 kilómetros de la ciudad de Mendoza respectivamente. Aquí se cultiva principalmente el tempranillo, bonarda, sangiovese, torrontés y el viognier.

Lagarde

Ofrece cuatro líneas de vinos: Emillón 1942, Henry, Lagarde Reserva, y Altas Cumbres.

Norton

Una de las más reconocidas internacionalmente. La cava y su sala de degustación invitan a volver muchas veces más.

Tapiz

Malbec del bueno pero también hay Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay, Torrontés y Sauvignon Blanc.


Terraza de los Andes

Cuenta con 45 años de experiencia y combina la tradición vinícola gaucha y francesa. Aquí encuentra Chardonnay, Sémillon, Sauvignon Blanc, Petit Manseng, Pinot Noir, Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot, Syrah, Petit Verdot y Tempranillo. Le recomendamos especialmente uno: Cheval des Andes 2004, cosechado en la primera y tercera semana de abril de ese año. Este vino nada tiene que envidiarle a su "primo" que se produce en tierras francesas. El Cheval des Andes de la bodega Terrazas de los Andes cuenta con la supervisión de los mejores sommeliers galos que velan por que los aromas residuales de trufas, especias y nueces dominen la copa luego de ser agitada.


Chandon

Moët & Chandon como Bodegas Chandon y Terrazas de los Andes pertenecen al grupo mundial LVMH (Moët Hennessy - Louis Vuitton), propietario de reconocidas marcas de lujo. La calidad de estos espumantes se deriva del minucioso trabajo para lograr una buena adaptación al suelo mendocino y al clima del Valle de Uco. Las cepas que le dan sabor a este tipo de espumante hacen que sus burbujas estén catalogadas como unas de las mejores del mundo gracias a una maduración lenta y regular de las uvas que le confiere aromas finos y delicados.