12 de junio de 2006
Andrea Barón
Está en acción desde las cinco de la mañana, es fanática de los ejercicios para la cola, hace relaciones públicas para médicos y esteticistas, adora el ajiaco y, lo más importante, es la modelo no modelo de junio.
Pasa el bus por Tomás y si Andrea está de ánimo va al gimnasio. Allá hace 29 minutos de cardio, pesas en series de cuatro, pilates y clase de "cola", lo que más le gusta. Se nota, ¿no? De ahí sale en su carro para el centro y del centro para donde sea: a la Cámara de Comercio, a algún ministerio o a donde algún médico o esteticista. Así se lo exige su trabajo de relacionista pública del grupo Skala, una agremiación de médicos y esteticistas que busca hacer una base de datos en la que los pacientes puedan revisar que quien les vaya a realizar tratamientos o cirugías tenga licencia para hacerlo. Así, además de formalizarse el gremio, se fomenta el llamado turismo de salud, ese en el que los extranjeros salen operados y con vacaciones pagas por la mitad o menos de lo que pagan en sus países. A eso de las seis de la tarde, Andrea vuelve a su apartamento para ayudarle a su hijo a hacer las tareas y acostarlo a las ocho de la noche.
Con el permiso de su jefe, pero sobre todo de Tomás, Andrea le robó varias horas a las llamadas a proveedores e invitados, a la revisión de cotizaciones y demás chicharrones en que anda por estar organizando el estand que tendrán en la próxima feria de salud y belleza que hará Corferias, para posar por primera vez ante una cámara tan ávida de belleza como la nuestra y dejarla más que satisfecha. Como ve, Andrea Barón es toda una madre y, lo mejor, una madre soltera a la que le gustan tanto los langostinos como el ajiaco o la bandeja paisa, y la rumba electrónica como el cine. Ahí verá si se anima a madrugar y hacer cola en el paradero de Tomás. Tal vez, logre subirse a ese bus. Si lo hace, no se baje ni se deje bajar, pues se quedará esperando la vida entera a que pase otra como ella.