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15 de julio de 2003

Bésame mucho

Por: Patricia Castañeda

"Cuando las mujeres dicen. en realidad lo que quieren decir es.", es una voz masculina anunciando una bebida light en un comercial de televisión.

Magdalena y yo nos miramos tratando de encontrar una respuesta a lo que acaba de decir esa voz que sale del televisor.

-Es un comentario light, es una bebida light -dice ella.

No me deja muy convencida ni el comercial ni lo de light.

Salimos de la casa hacia una fiesta. Magdalena se está dando un 'tiempo' con Javier y mi Jose no ha vuelto a aparecer.

Fuimos a un bar, nos servimos un trago, varios tragos, y después de un par de horas voy a la barra a servirme uno más. Ahí sigue parada Magdalena hablando con el mismo hombre, a solo pocos centímetros de él.

-Todavía no -le dice Magdalena.

-Bueno, todavía no -le responde el hombre.

El barman se está demorando en servirme el trago, es inevitable seguir oyendo la conversación.

-Eres una mujer muy bonita, con mucho carácter, me atraes.

Ella le sonríe. El hombre lentamente acerca su cabeza a la de ella y cuando alcanza a sentir su respiración se desvía al oído y le susurra:

-¿Te puedo dar un beso?

Magdalena no se mueve ni medio centímetro, desde donde estoy alcanzo a oír la palpitación de su corazón. No le responde pero le sonríe.

Él se inclina hacia atrás, toma un poco de su trago, y le vuelve a preguntar.

-¿Puedo? -esta vez sin susurrar.

Ella se queda callada un segundo, suspira, parece que se le fuera a acercar, pero se arrepiente y le dice:

-Aún no. Te acabo de conocer.

-Un besito -en una voz insistente, le responde él.

-Noooooo -dice ella con voz de consentida. Su cuerpo sigue a los mismos cinco centímetros, pero esquiva el intento de beso.

-¿Cuánto tiempo nos debemos conocer para poder besarnos? -le dice él, con una sonrisa al final.

-No es eso, es que las cosas pasan cuando tienen que pasar -y le sonríe un poco coqueta, pero con la voz más firme, sin bajarle la mirada y parada en el mismo lugar.

El hombre le da un beso en el cachete, le suelta la cara, se boga su trago y se va. Magdalena se queda parada, paralizada, espera unos segundos, unos minutos, diez minutos. El hombre no aparece, ella se voltea hacia mí, me levanta una ceja y dice:

-Se desapareció el man.

-¿Por qué no le diste un beso?

-Porque no quería -se toma otro sorbo de su vaso?. Porque no me debió preguntar, me debió besar. Y ya.

Ella se sienta en una mesa con una gente y voltea a mirar a la puerta cada vez que alguien la atraviesa, esperando que regrese el man. Nos vamos de la fiesta a la casa. En la sala, antes de irnos a dormir, nos fumamos un cigarrillo. Magdalena, de pronto, dice:

-Y el hombre con el que estaba hablando no volvió.

-Definitivamente no estaba interesado en tener una conversación con vos. Al no beso, good bye, adiós, te vi -le digo riendo.

Yo estuve ahí en la barra, oyendo el lenguaje musical del hombrecillo y Magdalena tenía una B mayúscula de "Bésame", lo cual a él se le escapó. Es que, que le pregunten a uno si lo pueden besar. ¿Qué dice uno?, ¿sí, sí puedes, bésame? ¿Y luego qué pasa?, ¿las caras se juntan y se besan? Poco romántica la acción. Suena como una acotación de texto. Con todo y que tenemos esa fama de decir lo contrario, a los hombres les falta leer el resto de la frase, la que no se habla, la que se huele.

Hay que hablar con el publicista del comercial y decirle que cambie el eslógan de su campaña por uno que diga "cuando las mujeres dicen una cosa, también hay que leer el lenguaje corporal". Pero leerlo bien, no vaya a ser que nos pase la de Rosario Tijeras, que por más que le gritaba al Chechi que la soltara, él le rompió el vestido que llevaba y le quitó la honra, como diría mi abuela.

Siempre nuestras oraciones tendrán una segunda lectura, para meterle picardía a la acción, para darle emoción al momento, para que ese "nooooo", con voz de consentidas termine en un salvaje beso, para que cuando vayamos a hacer el amor y digamos "aquí no", "todavía no", "espera", mientras nos quitamos la ropa interior, se aumente la tensión y lleguemos a un éxtasis de amor.

-Magdalena, usted que trabaja en el Ministerio, cuando la ministra dice a las tres, ¿a qué hora es en realidad?

-A las tres, y en punto.