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20 de octubre de 2004

Contra el escudo

Por: Texto y caricatura: Vladdo

Yo no entiendo por qué, hace dos años, en una época de tan cacareada austeridad, el recién inaugurado gobierno decidió meterle plata al rediseño, o retoque a medias, del escudo nacional. No lo entendí entonces y no lo entiendo ahora. Si de lo que se trataba era de unificar el uso del escudo en las instituciones oficiales, para eso no se necesitaba invertir un solo peso. Hubiera bastado con esculcar algún cajón y sacar cualquiera de las muchas versiones del emblema nacional existentes, a las cuales, además, ya estábamos habituados. Ahora, si la idea era modernizarlo, creo que se perdió una oportunidad de oro, pues ya entrados en gastos, han debido aprovechar para ponerlo a tono con el país del siglo XXI, porque nuestro escudo nacional es lo más anacrónico del mundo. No porque se haya desactualizado luego de 170 años, sino porque nunca estuvo al día.
Para empezar, el pobre cóndor que preside nuestro blasón es un bicho que tiene de todo menos de nacional. Todos los países de acá para abajo lo proclaman como ave nativa -no hay que olvidar que Condorito es chileno-. Además, ¿qué porcentaje de colombianos ha visto un cóndor, aparte de los que pasaban en Naturalia? Si acaso, habrán visto aquellos que hay encerrados en los zoológicos del exterior y con las alas recortadas, con lo cual quedan con la misma majestad de una gallina saraviada. Además, es un ave que come cosas horrendas, pues al fin y al cabo es un chulo venido a más. ¿Que es bonito? Pues sí, pero para esa gracia también hay sapos lindísimos, que están más acorde con la actualidad del país, ¿no?
Lo único rescatable del cóndor es la corona de laurel que lleva en el pico, que puede ser muy útil como símbolo del presidente que no ha pasado y del emperador que llega.
Luego viene la granada en medio de los famosos cuernos de la abundancia. No hay que ser director del DANE para darse cuenta de que en nuestro país los cuernos abundan -hasta en las mejores familias-, pero seguro que no son ni tan bonitos ni vienen premiados como los del escudo. Por su parte, el concepto de la granada puede tener vigencia, aunque ahora tenga una connotación diferente, un poco más explosiva, que puede representar más bien lo fragmentada que está la sociedad colombiana.
¿Y qué tal el gorro frigio? ¿Qué cercanía puede sentir un boyacense o un costeño al ver en su escudo un gorro utilizado por los esclavos liberados del imperio romano? Sí, ya sé que los franceses lo incorporaron como símbolo de libertad, pero me parece un poco pretencioso -por no decir arribista- tratar de hacer nosotros lo mismo. Mejor sería un sombrero para. para protegerse del sol, de la lluvia, del viento.
Y del Istmo de Panamá, ni hablar. Más de una vez me ha dado pena ajena al tratar de explicarle a algún extranjero el significado de ese "dibujito que hay en la punta del escudo". Y más complicado aún ha sido tratar de entender por qué sigue ahí luego de más de cien años de caducidad.
Se me olvidaba la cintica que tiene el cóndor en una garra. Yo creo que "libertad y orden" eran los nombres de dos fincas de Simón Bolívar o de un par de caballos del general Santander. Pues son dos términos que nadie en este país entiende y que para esa gracia deberían ser reemplazados por una expresión más corta e igual de rebuscada, como "El Ubérrimo".