14 de noviembre de 2007
Testimonios
Contra los caleños
Contra los caleños por Nicolás Samper (cachaco)
Por: Nicolás Samper (cachaco)No tengo nada en contra de la mayoría de caleños: muchos de mis buenos amigos son de allá y Catalina, mi novia, también es oriunda de Cali. Mi intención no es tener que cambiar de teléfono, ponerle vidrios polarizados al carro y verme obligado a firmar capitulaciones matrimoniales por este texto, pero sí hay algo que es ineludible: al toparse con cierta especie de caleño (a) jarto (a), uno se puede hacer acreedor de las llaves de la puerta del infierno, instalada en la sucursal del cielo.
Hay unos que son impotables y todo está basado en su ostentación fanfarrona. Tienen esas ganas de demostrar y demostrarse a ellos mismos que son más, no se sabe por qué. Algunos son gente divinamente de allá, otros no tanto, van al Club Colombia, adoran salir en www.caliescali.com, pero muchos de ellos parecen nuevos ricos. Se toman un trago y es a dárselas de Jorge 40 con sus congéneres, hacen chillar las llantas de su engallado Mazda 6 por la Pasoancho y revientan los oídos de la ciudad subiéndoles el volumen a sus estridentes equipos de sonido de donde salen desastres musicales como Bonka y Jorge Celedón. Además están listos para romperle la jeta al que, sin querer, les haga caer el gorro vaquero referencia Madonna que se ponen en sus enloquecidas cabezas cuando cabalgan con su mujer inflable por la Feria de Cali.
Este tipo de caleño (vamos a llamarlo homo eructus, porque es el hombre que eructa) a veces goza despotricando de los negros: siendo socios del Cali se ubican en el segundo piso del Pascual Guerrero no para ver fútbol, sino para putear a los negros que juegan en su divisa. Ya quisiera ver a ese troglodita gritando "negros hijueputas" en Santander de Quilichao, a ver si en realidad tiene cojones.
Si usted se cruza con un tipo de estos, haga la de Don Ramón: busque un pan, sáquele la miga y tápese las orejas. Es que parece que el homo eructus no comprende que los decibeles que maneja su tono de voz superan los límites establecidos. Si el DAMA los multara por el volumen de su voz, la entidad recibiría más dinero del que percibe Kuwait por venta de petróleo. Por eso es enervante verlos, jactanciosos, hablando a los alaridos y exhibiendo su "ropa de marca" (sacos en donde en la manga izquierda dice "Tommy" y en la derecha "Hilfiger" en letra arial, tamaño 86 o prendas Lacoste con un lagarto estampado que hace ver chico a Poncho Rentería.
Ese es su pecado: ufanarse y jurarse lo mejor. No, homo eructus, no lo eres. Mírate al espejo, votaste por Ricardo Cobo, John Maro Rodríguez y Apolinar Salcedo. Fíjate que muchas de las mujeres de tu tierra que, según Piper Pimienta, eran como las flores, hoy, por culpa de tus ganas de ostentar que la tuya está más buena, parecen flores de plástico, como esas azucenas artificiales que ponen en las funerarias, de tanta operación que llevan entre pecho y espalda.
Estás en contradicción permanente porque aunque te parezca inconcebible que una mujer tenga brasier talla 32 (algo natural) y la mandas operar para que parezca una holstein, tendrías el caradurismo de criticar a Fred Astaire porque "no baila con nuestro sabor". Pues amigo, no eres poseedor del "sabor". Tan no lo serás que te toca bailar con una muñeca de trapo amarrada a la cintura. ¡Oyes más a Jorge Celedón que al Grupo Niche! ¡Eres una vergüenza, homo eructus! Cali se vería tan bien sin ti.
Tuve un jefe así. Era la representación del homo eructus. Por eso sé tanto de esta peculiar especie. Lo único que le agradezco a él es que me mostró la diferencia entre los caleños buenos y los caleños malos.
CONTRA LOS ROLOS
CONTRA LOS COSTEÑOS
CONTRA LOS PAISAS
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