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15 de julio de 2005

Correo

¿Son racistas estos bares?

Realista, ameno, sencillo, directo y muy oportuno este artículo. Felicitaciones y adelante. Lo que más me aterra y asombra no es el artículo en sí, sino los comentarios que se han hecho alrededor de él. Vivo en los Estados Unidos de América y aquí vivimos y experimentamos el racismo cada día, pero lo que me consuela y anima es que aquí lo hablamos, lo escribimos, lo discutimos, aceptamos que existe y hay cortes y leyes que nos permiten reivindicarnos un poco. Pero en nuestra amada Colombia, ¿qué? Los morenos como yo y los más negros que yo en una semana podemos documentar el racismo que existe en todos los niveles en Colombia, pero a qué tribunal o conciencia social podemos acudir para buscar justicia.
Delio Martín Ospina,
Los Ángeles

Es completamente absurdo ir en plan de diversión y tener que estar tensionado por la entrada, como si fuera una entrevista de trabajo. No se desgasten tratando de entrar a esos sitios inmamables donde el portero, en su afán de vengarse de su condición y de su salario mínimo, se cree el dueño del mundo. Hay muchos planes en Bogotá más divertidos que ir a mirar gente cursi.
Diego Castro, Bogotá

Más que racistas, son ignorantes arbitrarios que no dan ningún tipo de cabida al libre desarrollo de la personalidad. Los dueños de estos bares malinterpretan las buenas costumbres y las usan en contra de cualquier tipo de persona. He estado en los mejores sitios de Europa y nunca pasé por situaciones tan ridículas como aquí en Bogotá. Por eso seguiremos siendo tercermundistas y clasistas hasta quién sabe cuándo.
Marco Palleschi Escobar, Bogotá

Es muy triste ese tipo de discriminaciones de los bares "in" en la ciudad de Bogotá. Soy de Cali y viví en Bogotá por un largo periodo y estando allá me di cuenta de que eran muy pocas las personas de raza negra en los sitios o bares a los que asistí. Espero que esta situación sea remediada. Soy uno de los colombianos que se encuentran viviendo en otro país y estamos jartos de esta clase de noticias, jartos de ver cómo la ignorancia y falta de compasión en Colombia nos aleja de lo que queremos.
Verónica Green, Chicago

Todos los colombianos somos racistas, pero lo más triste es que, si nos sometieran a un análisis genético, quedaría claro que todos los colombianos somos negros.
Carlos Portela,
Barrancabermeja

Literalmente, con este artículo SoHo dio "en el blanco".
Óscar Torres, Medellín

La angustia de...
La angustia de sobrevivir con la familia y un salario mínimo.
Miguel González,
Nueva York

Vivir expatriada
Yo entiendo, de alguna manera, por lo que está pasando Leszli Kalli. Digo de alguna manera porque vivo fuera de Colombia y el invierno -la nieve y el frío que cala hasta los huesos- me estaba haciendo mucho daño. Sin embargo, gracias a Dios en 19 noches estaré de nuevo en casa, con mi mamá y mis hermanos, ¡ah! y con mi perro gozque, el más lindo para mí; comiendo papas chorriadas, mute, gallina con la mano, papas criollas, tomando colombiana y, aunque suene tenaz, volveré a ver a Jota Mario Valencia en la televisión. Tacho en el calendario los días que me hacen falta para volver y, aunque son pocos, siento que son infinitos y que el tiempo pasa despacio. Te prometo, Leszli, que cuando regrese voy a aprovechar todo lo lindo que tiene Colombia y que, cuando vivimos allá, nos parece malo: los pitos en las calles, la gente chismosa, el piropo, etc., y aquellas cosas que espero que sea sólo por un tiempo, tú no puedes vivir. ¡Ánimo!, y gracias por contar lo que sientes, que es el sentimiento de muchos que estamos fuera de la tierrita.
Isabelle González, Madrid

Domar tigres
El señor Gasca se juega todos los días la vida. Yo diría que deberíamos otorgarle nacionalidad colombiana, porque aquí somos como 45 millones de Gascas.
Jairo Roldán,
Pitalito

Hombre sin memoria
La esposa del hombre que perdió la memoria es un ejemplo de esos millones de mujeres colombianas que tienen que sacar adelante a sus familias en medio de la adversidad. No nos olvidemos nunca de ella y ojalá algún día el marido se acuerde de todo lo que ella hizo por él. Me conmovió profundamente este testimonio de la edición de aniversario.
Martina de la Espriella, Valledupar

Ver correr al esposo
A la angustia de la esposa de Juan Pablo Montoya sumémosle la angustia que sentimos todos cada vez que se le dañan los frenos, las llantas, la suspensión, el acelerador.
Federico Granados, Bogotá

Para Fernando Vallejo
Pienso luego exilio.
Juan Fernando Escobar, Medellín

Aniversario
Felicitaciones por el sexto aniversario, al que le sobra una "t" pero no le hace falta nada de talento y de belleza. Las modelos, todas bellísimas y unas sesiones de fotografía con todo el estilo de SoHo. Quedo pendiente del séptimo, ojalá con siete mujeres perfectas, como solo ustedes saben escogerlas.
Carlos Eduardo Soto,
Palmira

¿Puede haber algo más sensual que Natalia París en esas poses de trabajos caseros? ¿Qué hay que hacer para trabajar en SoHo? ¿Cuánto cobran por dejarme colar a sus fotos?
Ramiro Cadavid,
Medellín

Cafetero por un día
La crónica de Gabriel Silva sobre su día como recolector de café, aparte de ser una pieza muy entretenida de periodismo espontáneo, me parece, sin querer pasar de mamerto, rebosante de cierta responsabilidad social que no puede desconocerse. Qué distinto sería este país si todos los presidentes y gerentes y grandes ejecutivos se pusieran en los pantalones de sus subalternos siquiera por un día.
Luis F. Rondón,
Bogotá

Tendero por un día
Me encantó la crónica de Luc Gérard, no solo por el ejercicio valiente de salir de su oficina y ponerle el pecho al mundo real, sino porque desde su mirada de extranjero nos hizo caer en la cuenta de muchos detalles que no vemos. Quedé convencida de que es un tipo muy respetable y que deberían abrirles espacio a estos autores que sin ser periodistas cumplen su tarea a cabalidad. ¿Qué tal pedirle al presidente Uribe que sea piloto de su nuevo avión por una semana o algo así?
Natalia Sossa,
Barranquilla

Mi nueva cara
Al principio pensé que era otra de las bromas pesadas a las que nos tiene acostumbrados Efraim Medina, pero leyendo el artículo descubrí que además de tener vocación literaria este tipo tiene vocación de suicida. Ni por todo el oro del mundo yo aceptaría dejar de ser yo para un artículo. Medina necesita urgentemente que le den la Cruz de Hierro al valor máximo o que lo internen en un sanatorio.
Andrés Belén, Bogotá

Lástima. eras tan pero tan lindo, Efra.
Julieta López, Bogotá