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14 de abril de 2005

Diafragmas

Diafragmas

Monsieur Girbaud

Cualquier día, la ropa que está de moda desaparece de las calles. Uno pasa de un canal de televisión gringo a uno francés, a uno italiano, a uno peruano, a uno asiático, y ve que a gente de todo el mundo le dio, súbitamente, por usar unos pantalones enormes que están a punto de caérseles. Ese es el poder que tiene François Girbaud, alterar las formas de vestir cuando se empieza a crear uniformidad y evitar que andemos todos con la misma pinta. A mediados de los sesenta, cuando era todo un roquero, unió su talento creativo al de Marithé Bachellerie, y crearon la marca Marithé + François Girbaud. Jeans como los bota campana, los entubados, los baggies, los stretch y los stonewash (lavados con piedra pómez) son invención suya. En Colombia, uno de los pocos países en los que se fabrica su ropa, estuvo hace unos diez años y piensa volver muy pronto. Su última campaña publicitaria, en la que busca reivindicar el papel de la mujer recreando La última cena de Da Vinci en versión femenina, se le adelantó.
fotografía: archivo estudio de moda s.a.




Ilona llega con un disco

Lo del bus ya se sabe. Que comenzó cantando por unas monedas, parada frente a quince pasajeros de caras largas a las que su voz desaburría por unos momentos. Lo que muchos desconocen es que Ilona, compositora, de 23 años, con su primer disco en el mercado -Desde mi ventana- alguna vez hizo una gira por Cundinamarca animando ferias y fiestas, cantando en restaurantes y bazares. Y ahí perdió el miedo. En ese momento, cuando fue recibida como estrella por los habitantes de aquellos pueblos, se dio cuenta del camino que había empezado a recorrer. Desde siempre le había gustado cantar pero ahora era cantante, con todo el peso y la alegría que significa serlo. Después de muchos conciertos en pequeños bares, de aguantar los desplantes de mil disqueras, del impulso que le dio haber cantado con el grupo inglés Blue el éxito de listas One love, Ilona hoy tiene en sus manos un álbum de pop limpio, guitarrero, sin extravagancias, sin letras seudopoéticas, sin gritos ni aullidos, en el que participa uno de sus ídolos, León Gieco, y con la producción de un hombre curtido, Cachorro López. Lo recibimos con merecidos aplausos desde aquí.
Fotografía: Cortesía EMI Music




Los Sismo boys

Imagínese a un indígena embera mezclando techno. ¿Absurdo? Para nada. El mundo se ha globalizado, las culturas se han integrado y los ritmos se han fundido unos con otros. Así lo entienden Manuel Díaz, Álvaro Buendía y Andrés Velásquez, tres jóvenes estudiantes de música que, luego de pertenecer a bandas como la Yecka, Funes, Desde el Aire e Híbrido Supersónico, crearon el proyecto Sismo y lanzaron su primer disco, Pueblo. Mezclaron sonidos electrónicos y acústicos con cantos típicos de las etnias huitoto, embera chamí y sicuani-cuiba y otras voces populares colombianas. El resultado fue un ethno-techno al mejor estilo de Deep Forest, en el que los tonos fluyen y evocan de forma poética esas raíces culturales que hemos olvidado. Además, si el pop se ha fusionado con rancheras, boleros, carrileras y porros, ¿por qué no podría lo electrónico combinarse con lo étnico? Eso son los beats de Pueblo, un temblor para salvarnos del olvido y rendir un tributo a los primeros pobladores de estas tierras. Bien por Sismo.
Fotografía: Miguel Lleras © 2005