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11 de mayo de 2005

Estefanía Leaño

Con un martini, un disco de Marley y una charla sobre Miró, Estefanía queda feliz. Nosotros pensamos que todos quedamos más contentos si ella tiene pocas cosas. Ropa incluida.



Tiene diecinueve años y está sola, pero hay que tenerle cuidado. No le gusta que le caigan de la típica forma: "¿Y cómo es que una vieja tan bonita no tiene novio?". No lo haga. Puede morderlo, hacerlo sentir chiquito e incluso matarlo con una mirada. Estefanía es toda una mujer fatal. Aunque dice ser muy cariñosa, cuenta que los conejos, los peces, el perro y el mico que ha tenido como mascotas se le han muerto al tercer mes. Ahí verá si se le mide al trabajito. Si es así, éntrele por el lado del arte. Hable de Miró, su artista favorito. Ella le contará que aunque modela con Stock Models desde los catorce años, cuando su mamá la metió a los cursos de esa agencia y debía salir todos los miércoles del colegio Gimnasio los Pinos para allá, y pese a que ha llevado en Colombia Moda y en el Bogotá Fashion la ropa de diseñadores tan prestigiosos como la Tcherassi, Zajar o Pepa Pombo, quiere estudiar bellas artes en la Tadeo y dedicarse a la restauración de bienes muebles. También puede meterse por el lado de la música. Si le gusta torear a las mujeres, dígale que odia el reggae y especialmente a Bob Marley, con su filosofía de paz y amor. Así, al menos, llamará su atención y, si no lo patea, tendrán una aireada y prolongada discusión. Si no es tan osado ni bueno para las conversaciones, sáquela a bailar, pues le encantan la rumba y los martinis. No en vano, el domingo se lo dedica al guayabo y a dormir. Eso sí, por misa no se pasa, pues desde hace cuatro años no cree en nada. Esta mujer tiene su temperamento. En el colegio usaba la falda debajo de la rodilla, pues dice que no le gusta mostrar, pero para SoHo se la levantó y nos dejó con la boca abierta. Ojalá no terminemos como sus mascotas.