9 de octubre de 2008

Groucho Marx, inventor de frases

Por el epitafio que siempre quiso, lo recuerdan muchos: "Perdonen que no me levante a saludarlos". De su genialidad como comediante quedaron muchas sentencias más para la memoria.

Por: Darío Jaramillo Agudelo
| Foto: Darío Jaramillo Agudelo

"Debo confesar que nací a una edad muy temprana", dijo Groucho Marx, que vino al mundo en Nueva York el 2 de octubre de 1890. Su madre —Minnie Schomberg— era una emigrante judía procedente de Alemania y su padre, Simon Marx —nacido Samuel Marriex—, también judío, llegó de Alsacia en un momento en que esa región era territorio francés. Al respecto dice Groucho: "Mi madre venía de Alemania, mi padre de Francia. Cuando conoció a mi madre ninguno de los dos entendía una palabra de lo que decía el otro, así que se casaron".

Su infancia fue extremadamente pobre. Cuenta Groucho que su padre "era un sastre procedente de Estrasburgo, el peor de la historia. Todos sus clientes eran fácilmente reconocibles: una de las perneras del pantalón era más corta que la otra", en fin, "la idea de que papá era sastre era una opinión que solo él detentaba". Su madre "se ocupaba de buscarnos trabajo. Estaba convencida de que tenía que tener aspecto de joven, así que se ponía un corsé y una peluca rubia cuando iba a visitar a los agentes. Por aquel entonces debía rondar ya la cincuentena, y todo el mundo sabía que lo que llevaba era una peluca. Si estaba jugando a las cartas en casa de alguien y se hartaba de llevar el corsé, se lo quitaba y lo envolvía en un periódico, con los cordones colgando".

Muy niño, Groucho quería ser escritor, pero la pobreza lo llevó a trabajar en el mundo del espectáculo porque "tenía un tío en el negocio". Empezó cantando a los quince años, acompañado por sus hermanos Chico, que tocaba el piano, y Harpo, que llevaba este apodo porque tocaba el arpa. La transformación del trío musical en trío cómico ocurrió por casualidad, bendita casualidad y, acaso por eso mismo, Groucho dijo alguna vez: "No estoy seguro de cómo me convertí en comediante o actor cómico. Tal vez no lo sea. En cualquier caso me he ganado la vida muy bien durante una serie de años haciéndome pasar por uno de ellos". Una noche estaban actuando en un pueblo de Texas, Nacogdoches, hubo algún ruido afuera del teatro y la gente se salió a averiguar qué pasaba. Cuando regresó la concurrencia, los hermanos comenzaron a insultar con muecas y palabras a Nacogdoches, pueblo lleno de cucarachas y, en lugar de enfurecerse, la gente se murió de la risa. Entonces comenzaron a meter interludios cómicos.

Hacían reír a la gente, recuerda Groucho, "especialmente cuando Zeppo salía a escena y decía: 'Papá, ha llegado el hombre de la basura', y yo le contestaba: 'Dile que hoy no queremos'. Otra vez Chico me estrechaba la mano y me decía: 'Me gustaría decirle adiós a su esposa', y yo le respondía: 'A mí también'".

Hacia 1920, los hermanos Marx (Groucho, Chico, Harpo y Zeppo) ya eran famosos y en 1925 tuvieron su primer éxito en Broadway, primero de una serie que los condujo a firmar un contrato con la Paramount y a trasladarse a Hollywood. En cierto modo fueron los herederos naturales del humorismo del cine mudo —Charlot y Buster Keaton a la cabeza— y los más notables de la primera época del cine sonoro, en buena parte por la gracia de Groucho, su capacidad para improvisar y para inventar réplicas sobre la marcha; también por las desopilantes burlas a la mentalidad de la clase media bienpensante, al engolamiento, a la solemnidad y a los más ricos.

Las más famosas películas de los Marx son Sopa de ganso (1933) y Una noche en la ópera (1935), pero ahora me interesa recordar Una noche en Casablanca (1946), que provocó una carta con amenazas de los abogados de Warner Brothers, que había filmado con gran éxito Casablanca. Groucho escribió la más célebre de sus cartas. "Hasta el momento en que nos dispusimos a hacer esta película, no tenía ni idea de que la ciudad de Casablanca perteneciese en exclusiva a los hermanos Warner".

Veamos cómo lo cuenta Cabrera Infante: «La carta, demasiado larga para ofrecer el texto íntegro y desintegrador, tiene momentos tan descacharrantes como cuando Groucho advierte: "¿Qué me dicen de 'Hermanos Warner'? ¿También lo tienen en exclusiva? Probablemente tienen derecho a utilizar el nombre de Warner, pero, ¿y el de Hermanos? Profesionalmente, nosotros éramos hermanos mucho antes que ustedes… y antes de nosotros hubo otros hermanos. Entre ellos los hermanos Karamazov"… Enseguida Groucho pone la mirilla en el mayor de los Warner, Jack: "Y ahora, Jack, pasemos a tu caso concreto. ¿Sostienes que el tuyo es un nombre original?... ¿Qué me dices de Jack the Ripper, que cortaba y recortaba su figura —en Londres—?"».

Groucho filmó su última película en 1950 y ese mismo año comenzó a trabajar en la televisión haciendo un programa que se hizo famosísimo y que también se transmitía por radio. Se llamaba Apueste su vida: "Allí están algunas de las mejores cosas que he hecho", dijo en la entrevista de Playboy. Como esta: un día Groucho le pregunta a una concursante: "¿Por qué y cómo ha llegado usted a tener veinte hijos en su matrimonio?". La señora contesta: "Porque amo a mi marido", a lo que replica Groucho: "A mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me lo saco de la boca".
En otra ocasión Groucho le dice a una concursante: "Imagine que es usted una famosa actriz, que conoce a alguien y se casa. ¿Estaría dispuesta a dejar su profesión de estrella para ser ama de casa y madre?". Ella contesta: "Si tienes los pies en el suelo se pueden combinar las dos cosas. Es lo que me gustaría hacer". Entonces anota: "Bueno... si mantiene los pies en el suelo, nunca será madre...".

Marx fue un excelente escritor. Ampliamente recomendables son Groucho y yo y Memorias de un amante sarnoso, al que antepone esta nota: "Escribí este libro durante las interminables horas que empleé esperando a que mi mujer acabara de vestirse para salir. Si hubiera andado siempre desnuda, nunca habría tenido la oportunidad de escribirlo". Se casó tres veces y tuvo tres hijos. Murió el 19 de agosto de 1977 en Los Ángeles. Sus cenizas están en el Eden Memorial Park, pero nunca se cinceló el epitafio que él se propuso: "Perdonen que no me levante para saludarlos". Algunas de sus citas más famosas:

-Conozco a centenares de maridos que volverían felices al hogar si no hubiera una esposa que los esperara.

-No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio.

-El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución.

-¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

-He pasado una noche estupenda... pero no ha sido esta.

- No piense mal de mí, señorita. Mi interés por usted es puramente sexual.

- ¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Es usted rica? Conteste primero a la segunda pregunta.

-¿Qué por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho me recuerda a ti más que tú.

-Me acuerdo perfectamente de la primera vez que disfruté del sexo. Aún conservo el recibo.

-Yo encuentro la televisión bastante educativa. Cuando alguien la enciende en casa, me marcho a otra habitación y leo un buen libro.

-He disfrutado mucho con esta obra de teatro... especialmente en el descanso.

-Cuando muera quiero que me incineren y que el diez por ciento de mis cenizas sean vertidas sobre mi representante.

-Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.

-La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.

-Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria.

-Hace muchos años vine a este país sin una moneda de cinco centavos en el bolsillo. Hoy tengo una moneda de cinco centavos en el bolsillo.

-Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo.

-El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio... si puedes simular eso, lo has conseguido.

-Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.

-¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero!... ¡Pero cuestan tanto!

-Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…

-¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?

-Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente.

-Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota, pero no se deje usted engañar, es realmente un idiota.

-¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación más grande.

- Disculpen si los llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien.

- Nunca olvido una cara, pero con usted voy a hacer una excepción.

- Cualquiera puede envejecer. Lo único que necesita es vivir lo suficiente.