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10 de junio de 2003

Testimonios

Cabrera Infante Puro humo

En su casa de Londres, el autor de tres tristes tigres y puro humo recibió a SoHo para conversar sobre sus grandes pasiones: cine, libros y tabaco. y aprovechó para mandarle un par de dardos a Fidel Castro.

Por: Ximena Godoy


Guillermo Cabrera Infante, siempre rodeado de libros, conserva en su biblioteca cerca de cuatro mil volúmenes, varios de ellos firmados por su autor. Conocedor como pocos del cine, confiesa que todas las películas que ha visto han influido en su literatura pues considera que ambas artes se alimentan mutuamente. "La literatura ha aprendido a escribir con el cine".
Él sigue trabajando en máquina de escribir, con solo dos dedos, como los periodistas y para no parecer mecanógrafo, como se lo enseñó el escritor Carlos Montenegro, en aquellos días en que aún niño iba al periódico donde trabajaba su padre y su único sueño era jugar béisbol en las grandes ligas.
Aunque se escuda en una seriedad imperturbable, Cabrera Infante no logra esconder a ese caballero con finísimo sentido del humor ni a ese cubano en toda regla, generoso y buen conversador, que hay en él. Así, sentado en su sillón se le fue la tarde hablando con SoHo de lo que más le gusta.

¿Quién es la mujer más irresistible del cine?

Tal vez sería una actriz del cine mudo que se llamó Louise Brooks y sobre todo en La caja de Pandora. Es una actriz que refleja una imagen no muy común en el cine y es que tú sientes la presencia de la carne, y eso es muy difícil de lograr. Solamente mujeres muy privilegiadas tienen esa condición. Las estrellas de cine son estrellas porque son bellas. Esa es la pura verdad. No porque sean grandes actrices ni porque sean grandes personalidades, sino por su belleza. Una deslumbrante belleza, por ejemplo, es Heddy Lamar.

Que no era el caso de Brooks?

Hay que distinguir a Louise Brooks de esas mujeres que son realmente muy bellas, porque no es muy bella pero es una mujer que se transparenta. Su piel refleja la luz de una manera muy conmovedora en el sentido sexual. Es una mujer muy hechizante como presencia.

Le cambio la pregunta: ¿cuál es la gran actriz del siglo pasado?

No sería Greta Garbo. Podría aventurar un nombre o dos. Hay que diferenciar mucho en el cine quiénes son las actrices de comedia y quiénes las actrices serias. Y, en este caso, Katherine Hepburn es muy bien las dos cosas; es una comediante muy original y al mismo tiempo una actriz dramática considerable. Aunque en realidad su gran momento es siempre la comedia y la comedia de los años treinta.

¿Y entre los hombres?

Como actor realmente extraordinario pondría a Marlon Brando; incluso en una fecha tan tardía en su carrera como es El Padrino demuestra que es un gran actor. Pero el más original del cine, y del que todos han sentido su influencia, es sin duda Gary Cooper, porque él inventó una forma de actuación que es como de muy baja intensidad y que, sin embargo, es muy apropiada para todo lo que hace. Existe la leyenda de que cuando él estaba actuando ante las cámaras todo el mundo se halaba los pelos porque no estaba haciendo nada y después, cuando revelaban y ponían esos pies de película sobre una pantalla, se daban cuenta de que lo daba todo. Y eso era muy novedoso en el cine, eso no se hacía antes; todos los actores tenían una tendencia enorme a la exageración.

Del cine usted ha dicho que es una lección de moral a 24 cuadros por segundo, incluso que es un afrodisíaco. Al fin de cuentas, ¿qué es el cine?

El cine es lo más próximo a lo maravilloso que se pueda concebir. Además está también su capacidad para emocionarnos y para dominarnos con su intensidad.

¿Qué películas ha visto últimamente que le hayan impactado?

La que más me ha impresionado últimamente es Road to perdition, dirigida por Sam Mendes y con Tom Hanks como protagonista. Lo que me pasó con esa película es que es una de esas que ves... sólo la he visto una vez... e inmediatamente te das cuenta de que estás frente a un clásico, que pasará el tiempo y esa película no va a envejecer.

¿Vio El pianista?

Te puedo confesar que no la pude ver porque la encontré una experiencia muy dolorosa. Me pareció muy dura y muy humillante toda la situación de esos judíos, llevándoselos al campo de concentración... una cosa insoportable. La traté de ver dos veces y no pude avanzar mucho.

Las horas...

Las horas me pareció muy interesante. Me gustó Nicole Kidman haciendo de Virginia Woolf de una manera extraordinaria como presencia y como se ha prestado ella a lucir realmente fea, casi grotesca.

¿A qué película y a quiénes les habría dado un Óscar?

Se lo daría sin duda a Road to perdition, que es la película que más me ha tocado últimamente. Valoro su sentido plástico y el narrar una historia tan terrible con un máximo de expresión plástica. Y a Tom Hanks como mejor actor porque en esa película está completamente desconocido. Es otro. Siempre ha sido buen actor pero tiende a ser un actor ligero aun cuando la película sea muy seria y en Road to perdition está muy bien, muy en el centro de lo que es realmente ser una figura como él, que no es más que un asesino a sueldo que ve cómo la vida lo pone a prueba. También se merecía el premio Almodóvar, con Hable con ella, que me impresionó mucho. Aparte de que es su película mejor hecha en el sentido de factura, es muy original y eso es importante.

Los tres mejores directores en la actualidad según Cabrera Infante.

Sam Mendes, Pedro Almodóvar y Fernando Trueba, porque su Calle 54 me gustó mucho. Por otra parte, no creo que haya un director inglés del que valga la pena repetir más de una vez sus películas. Aunque no veo directores, veo películas. La hora 25, por ejemplo, es una gran película pero no la esperaba de su director Spike Lee.

Y las tres películas que uno tiene que ver antes de morir.

Tienen que ser más de tres pero puedo citar a Ciudadano Kane... y están también las películas que yo veo más de una vez y que pueden no ser las mejores pero son las que he visto muchísimas veces, como Bringing up baby y El tercer hombre.

¿Qué género prefiere?

Me gusta mucho la comedia en el cine y algunas películas que no son cómicas pero que se resuelven como comedias, y eso es algo que hace mucho el director Howard Hawks.

¿El western volverá alguna vez?

Sí, por supuesto, y no ha vuelto del todo pero ha vuelto en películas como Unforgiven. De alguna manera vuelve siempre porque además es un género primitivo del cine.

Armemos la película ideal. ¿Dirigida por quién, protagonizada por quién?

Sería interesante ver a Orson Welles haciendo comedia.

A Welles, ¿lo conoció?

Lo vi frente a la embajada americana sentado en su Rolls Royce esperando, me imagino, un pasaporte o algo así y estuve tentado de saludarlo pero me dije ¿qué puedo decirle yo a Orson Welles que no haya oído antes? Eso me ocurre mucho con la gente famosa. Siempre me pongo a pensar si no es una intrusión, si no les dices nada interesante, si sólo puedes decirles que los admiras, en fin, es difícil comportarse normalmente con la gente célebre.

Usted ha dicho que todo director de cine es superficial. ¿Aún lo cree?

El cine es un arte de la superficie de la pantalla. Es un arte muy exterior y la profundidad no viene muy bien con el cine. Aun películas que tienen una cierta intención de ser decisivas, como pasa con el Ciudadano Kane, no lo son. Es decir, son en realidad otra cosa, son elementos de un melodrama o porciones de una tragedia.

Voy a salirme del ‘guión‘. A Fidel Castro, ¿qué le diría?

Por Castro siento un repudio total. Es un hombre con una habilidad política tan extraordinaria como su inteligencia, pero todo lo ha dedicado al culto del poder. Tiene un hambre de poder tan grande que no hay otra cosa que pueda atraer su atención y eso es típico de todos los tiranos. En su caso, además, es singular su poco sentimiento de culpa ante lo que ha pasado en Cuba. Él está viviendo en el mejor de los mundos posibles, pero Cuba ha sido verdaderamente un desastre bajo Castro desde todo punto de vista y solamente lo mantiene en el poder su afán de pasar a la historia como una gran figura. De hecho, él mismo se compara con Alejandro Magno y con Julio César, con todos los grandes dictadores del mundo antiguo.

Usted es un hombre de ciudades, incluso reveló la manera en que las vive en El libro de las ciudades. Vamos a una de esas ciudades suyas... ¿Qué siente por La Habana?

Cuando descubrí La Habana yo tenía doce años y venía del interior de la República, venía de un pueblo muy pequeño, y para mí fue una especie de absoluto esplendor. En mi pueblo había muy poca luz eléctrica en las calles; en La Habana no solamente había una luminosidad extraordinaria que venía por supuesto de los atardeceres -porque estando junto al mar era una ciudad que recibía mucho su reflejo-, sino también de la profusión de anuncios lumínicos, de las luces en las avenidas. Y esto me pareció verdaderamente deslumbrante. Era fácil deslumbrarme a los doce años pero no me ha pasado nunca en otra ciudad. He estado en ciudades como Nueva York o San Petersburgo y jamás he sentido esa explosión tan extraordinaria que había en La Habana de civilización y al mismo tiempo de gloria del lugar.

¿Y Cuba?

La Habana es para mí una metáfora de Cuba. Es decir, como sea apreciada La Habana así será apreciada Cuba, pero Cuba es importante porque contiene La Habana. Si no existiera La Habana para mí Cuba no sería tan importante, tan decisiva. Sería otra cosa. Es lo mismo que ocurre con ciertas ciudades que no son la capital del país como Nueva York, que es una ciudad americana ciento por ciento y al mismo tiempo muy cosmopolita y muy poco americana. La Habana tenía todas esas cosas al mismo tiempo y, para mí, el haber venido del campo y haber vivido en el centro de La Habana durante tanto tiempo fue un privilegio.

¿Y cómo ha sido vivir fuera de La Habana?

Como persona, lo peor ha sido que he tenido que desplazarme de una ciudad en la cual me sentía muy bien. La ciudad no solo me pertenecía sino que yo pertenecía a la ciudad. Y eso tuvo que desplazarse hacia Madrid y luego a Londres, que son ciudades muy diferentes a La Habana que yo conocí. Pero también, como escritor, una de las cosas que más me tocan es que yo he perdido a mi lector natural. Es decir, mi lector natural debía ser un individuo que viviera en La Habana y al que le interesaran las cosas que a mí me interesan en la literatura y que las pudiera apreciar. Y ese lector natural ha desaparecido porque mis libros están prohibidos en Cuba. No puedo contar con un lector habanero que lea mis libros como yo los he escrito y esa es una situación muy poco privilegiada.

Usted decía de su amigo Calvert Casey que era el escritor ideal para una época ideal. ¿Cuál es hoy su escritor ideal para esta época tan poco ideal?

Uno que no estuviera muy apegado a las tendencias. Sí, en cuanto un escritor tiene algún nombre siempre se afilia a una tendencia o a otra y yo creo que un escritor que fuera verdaderamente independientemente sería muchísimo más acertado. No quiero decir que fuera aceptado porque hay una politización enorme de la vida intelectual, pero sí sería más acertado. Sin embargo, hay muy pocos escritores que tengan esa voluntad de apartarse por completo de la situación política o de la situación en general o del estado en que están las cosas en su país. Inclusive los escritores americanos más alejados de los problemas políticos, como lo fue Truman Capote, se habrían vuelto escritores muy políticos en las actuales circunstancias, que obligan a la gente a definirse.

¿Cuál es el intelectual estadounidense al que hay que leer hoy?

A uno que habría que leer es a Don DeLillo. Es realmente extraordinario porque tiene un concepto de la novela bastante experimental, cosa que es muy difícil de conseguir en una novela porque el género no se presta tanto a la experimentación como se presta la poesía o la misma narración breve como es el cuento. Es, además, un escritor muy americano, muy norteamericano y muy urbano al mismo tiempo.

Un ensayista.

Se acaba de morir uno muy importante: Leslie Fiedler. Escribió varios ensayos sobre literatura y cultura popular que son muy agudos. Ha muerto como a los 82 años pero era bastante joven en su expresión.

¿Y británicos?

No es un gran momento para la literatura en Inglaterra; hay escritores más o menos con cierto reclamo pero no hay grandes escritores. Aquí con la muerte de Anthony Burgess y Evelyn Waugh ha quedado un vacío en ese sentido.

¿Y el más grande escritor cubano del siglo?

Habría que dividirlo: como poeta, Lezama Lima; como escritor y novelista, Alejo Carpentier; como poeta folclórico, Nicolás Guillén; y, por supuesto, como antropoeta, Lidya Cabrera es muy importante porque ella inaugura todo un sistema de investigación que al mismo tiempo es una creación literaria.

¿Y como cuentista, Lino Novás Calvo?

Lino es un cuentista extraordinario; además, hizo algo que no se había hecho nunca, que fue hacer una creación literaria del habla popular habanera y él lo hizo en una época en que eso no se hacía y lo hizo muy bien. En realidad él es un ejemplo a seguir de la utilización de expresiones populares llevadas a la literatura.

¿Fue con él que empezó su pasión por la literatura?

No, con Lino empezó mi interés por la expresión de lo popular. Yo empecé a leer desde muy joven y leía todo, pero me di cuenta exactamente de lo que era la literatura cuando leí Las palmeras salvajes, de William Faulkner, un libro que para mí fue en ese momento extraordinario pero hoy día no lo consideraría así. Hoy pensaría otra cosa.

Usted ha manifestado su admiración por Jonathan Swift, ¿Qué le gusta de él?

La relación con Swift vino mucho después. Es un escritor más bien engañoso porque uno piensa en Los viajes de Gulliver y cree que es un escritor casi para niños y es todo lo contrario. Es un escritor muy adulto y con una gran capacidad de expresión, casi metafísica, de lo que es la vida. Yo lo he leído bastante, pero no es cómodo. Swift, además, murió loco y eso afectó mucho sus últimos libros pero es, sin duda, un escritor de enorme importancia. Era presbítero pero hizo una literatura que no era nada religiosa, aunque lo parezca. Tiene, por ejemplo, cosas tan extraordinarias como una receta que da para remediar el hambre en Irlanda que consiste en comerse a los niños pequeños y la única indicación que da es si hay que comerlos muy bien cocidos o fritos. Uno sabe que todo eso es una fantasía suya, pero indicaba que la situación en Irlanda era realmente terrible cuando él escribió eso no siendo católico sino presbítero protestante.

¿Usted ha escogido la literatura como una manera de inmortalizarse?

Eso es una especie de colateral de la literatura. Yo no pienso en la posteridad para nada. Para pensar en la posteridad pensaría en realidad en la existencia de Dios, en la inmortalidad del alma, no en la inmortalidad de la literatura. Pero creo que sí hay escritores que piensan en su puesto en la posteridad, su puesto en la historia de la literatura. Y hay otros que no piensan tanto en ello, como Chejov, que era un hombre muy modesto; yo creo que nunca pensó que era un gran escritor, uno de los pilares de la literatura de su tiempo.

¿Cuál es el libro más especial de su biblioteca?

Tal vez uno que me llevé de Cuba cuando decidí que ya no iba a volver más. Te hablo de The big sleep, de Raymond Chandler. Es un libro que yo atesoro, porque es una primera edición. Lamentablemente no está autografiado por el autor pero lo he leído muchas veces y lo he apreciado mucho, especialmente por su cantidad de poesía a pesar de que está tratando un género policíaco que parecería no soportar su estilo y su capacidad de prosa, una prosa que no se podría decir que fuera poética pero que sí es muy atractiva.

¿Cuándo es inconveniente fumar un puro?

En esta conversación yo no podría fumar un puro pero si vinieran a hacerme fotografías en seguida recurriría al puro como una forma de expresión. Además, los puros solo deben fumarse dos veces al día: uno después del almuerzo y otro después de la cena. Todo lo demás es un vicio, sería fumar puros como se fuman cigarrillos y un puro es lo contrario de un cigarrillo. Es más bien un placer añadido.

¿Cuál es la diferencia entre un habano y un puro?

La misma que hay entre un vino francés y cualquier otro vino. Es indescriptible. El mejor puro que no sea un habano frente a un habano las tiene todas perdidas.

¿Qué tipo de música oye?

Soy un melómano. Oigo toda clase de música pero en realidad a mí me interesa mucho la música cubana y el jazz. Es lo que siempre oigo con gran agrado.

¿Cuáles son las cosas que todo hombre debe haber hecho antes de envejecer?

Sexo, béisbol y ajedrez.

Mujeres para un Infante

Louise Brooks
Greta Garbo
Kartherine Hepburn
Heddy Lamar
Nicole Kidman

Los imprescindibles

Orson Welles
Pedro Almodóvar
Fernando Trueba
Sam Mendes

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