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11 de febrero de 2004

Jessica Gómez

Paisa de Medellín, devota de los deportes extremos y administradora de empresas. Jessica Gómez es el nombre con que firma cuando navega en la red.



¿Cómo comenzó todo?
Desde que mi esposo y yo nos organizamos, hace nueve años, comenzamos a sentir curiosidad sobre el tema de las diferentes experiencias que se pueden tener más allá de la simple relación de pareja. El mundo swinger es mucho más amplio que el simple intercambio de parejas, alrededor de él hay muchas posibilidades, como la de grabar con cámaras a otras parejas teniendo sexo, tomarse fotos unos a otros, el exhibicionismo, los tríos y, claro, el intercambio.

¿Quién fue el primero en preguntarle al otro si se atrevería a ser swinger?
Mi marido tuvo la iniciativa.

¿Qué le dijo?
Él no me preguntó nada, simplemente me conocía tan bien que sabía perfectamente cuáles eran mis gustos, así que no hubo necesidad de preguntas. Me llevó a hacerlo y listo.

¿Cómo pasaron de esa especie de complicidad en el diálogo a una complicidad ya en acción? ¿Qué fue lo primero que hicieron?
Mi marido se dio cuenta, a través de las películas porno que veíamos, que me excitaba mucho ver a una pareja de mujeres tener sexo, así que una noche, en Medellín, fuimos a buscar en un bar muy conocido a una pareja de mujeres que hacían un show lésbico. Les pagamos y las llevamos a un hotel donde les explicamos que queríamos verlas mientras nosotros teníamos sexo. A ellas les gustó la idea, así que mientras yo estaba con mi marido, ellas hacían lo suyo. ¡Fue increíble! Ninguno de los dos tuvo algo con ellas, pero en un momento dado, una de las niñas se acercó a mí y me acarició. Esa fue la primera vez que sentí la mano de una mujer tocarme.
Al día siguiente, suponemos, tuvo que haber una
conversación sobre hacia dónde iban las cosas.
Claro. Y estábamos un poco tensos, pero nos gustó tanto lo que habíamos hecho que quedamos con ganas de repetir.

¿Cuándo volvieron a tener una experiencia de ese tipo?
Un par de meses después, en Bogotá, contratamos a una mujer. La esperamos en nuestra casa y mientras ella llegaba, nosotros pusimos música y comenzamos a tocarnos para ir calentando el ambiente. Cuando la mujer
llegó le pedimos que nos hiciera un show y luego comenzamos a jugar, a quitarnos mutuamente las prendas. Cuando estábamos desnudos comenzamos a tocarnos y terminamos teniendo sexo los tres.

¿Hasta dónde llegó esa noche su marido con esa mujer que contrataron?
Hasta el final. Hizo de todo.

Mientras su marido tenía sexo con ella, ¿usted no sintió celos?
Para nada. Fue muy placentero.

¿Al día siguiente se sintió rara?
Al día siguiente se me vinieron muchas preguntas a la cabeza. Pensaba si me estaba volviendo lesbiana, si me iba a volver adicta a ese tipo de relaciones, si iba a dejar de querer a mi pareja.

¿Han sentido que después de tener relaciones tan emocionantes, el sexo entre ustedes se vuelve aburrido?
Para nada. Es mucho mejor el de nosotros.

¿Y cuándo definitivamente decidieron hacerse swingers?
Después de haber tenido estas dos experiencias con mujeres contratadas decidimos buscar personas interesadas en tener un intercambio con nosotros sin que hubiera pago de por medio. Comenzamos a buscar a través de internet portales que prestan ese servicio y luego de mucho intentar conseguimos hacer varios contactos con gente de Bogotá.

¿Es fácil y seguro buscar parejas por internet?
No es fácil, porque mucha gente miente a través de internet. Uno les pide una fotografía y mandan la de otra persona. A veces acordábamos citas y cuando llegaba la persona era otra completamente diferente a la de la foto. Mucha gente solo intercambia fotografías eróticas y nada más.

¿Alcanzaron a mandar fotografías de ustedes teniendo sexo?
Sí.

¿Entonces qué hicieron para concretar la cosa?
Compramos una webcam y con eso resolvimos todo. Nos poníamos citas en el chat con la gente y si no mostraban la cara, sabíamos que estaban mintiendo.

Y después de saber cómo funcionaba la búsqueda por internet, ¿qué pasó?
Concretamos una cita con una mujer interesada. Nos vimos en un centro comercial, porque es importante conocerse antes para ver si existe química, y de ahí nos fuimos a una discoteca y bailamos juntas un buen rato. Mi esposo siempre estuvo acompañándonos para que no resultara rara la escena, y después nos fuimos al apartamento. Estuvimos solo las dos.

¿Y su marido?
Tomaba fotos y nos filmaba mientras lo hacíamos.

¿Qué sintió con esta mujer que no hubiera sentido con las anteriores?
Como a esta no tuve que pagarle, había química. Era una mujer muy acorde a mis gustos, por lo que me sentí muy bien.

¿Qué buscan usted y su marido en una pareja para llegar a tener un intercambio?
Buscamos ciertas afinidades físicas y sociales.

¿Ya lograron tener un intercambio completo?
Estamos trabajando en eso, navegando mucho en internet y estudiando cuidadosamente todas las posibilidades.

¿Nunca han tenido una relación pareja a pareja, así sea suave?
Hemos concretado citas con parejas para grabarnos mutuamente con cámaras. Una vez nos encontramos con una pareja en un bar, nos tomamos unos tragos y de ahí nos fuimos al apartamento donde estuvimos jugando y bailando semidesnudos. Luego nosotros hicimos el amor mientras ellos nos grababan y veían, y después ellos hicieron lo mismo.

¿De quién era la cámara de video?
Nuestra.

¿Qué pasa con los videos y las fotos que han hecho?
Nosotros tenemos todo guardado.

¿Esa fue la experiencia en la que más lejos han llegado como swingers?
Esa y una en La Florida.

¿Cómo fue?
Luego de no poder encontrar una pareja en Colombia para hacer un intercambio se nos ocurrió que a lo mejor en el exterior la encontraríamos, así que nuevamente buscando en internet dimos con un club swinger en Fort Lauderdale y aprovechamos unas vacaciones para conocerlo. Cuando llegamos, vimos que éramos la única pareja latina y eso llamaba mucho la atención, así que hacia la una de la mañana decidimos exhibirnos haciendo el amor frente a toda la gente. Lo hicimos sobre una especie de silla de playa y una pareja de norteamericanos se nos acercó. Dijeron que querían vernos y en un momento dado la mujer se nos unió a mi marido y a mí.

¿El esposo de ella no se les unió a los tres?
No. él como que no estaba muy interesado. Se limitó a masturbarse muy cerca a nosotros.

¿Conocen otro bar swinger fuera de Colombia?
Sí, estuvimos en uno en Nueva Jersey y en otro de Aruba.

¿Y allí tampoco encontraron una pareja para
intercambiar?

No, porque fuera del país nos da mucho miedo por las enfermedades y somos extremadamente cuidadosos.

¿Y es que aquí no se cuidan tanto?
Siempre nos cuidamos y mi marido siempre usa
condón, pero en realidad afuera no nos hemos atrevido a tener un intercambio.

¿En alguna de esas experiencias su marido ha tenido la libertad de estar con más de dos mujeres?
Sí, aquí en Colombia. Se trataba de una mujer lesbiana que conocíamos y ella y su pareja estuvieron con nosotros. Mi marido tuvo sexo conmigo, con ella y con la
pareja de ella.

¿Cómo hace uno para volver a su vida normal de
pareja después de una situación como esta?

Uno por lo general siempre está en su vida normal de pareja. Y eso hay que mantenerlo a toda costa, incluso mucha gente que se nos acerca se incomoda un poco porque siempre mantenemos una posición de privacidad, de intimidad entre los dos.

¿Qué tan lejos ha llegado usted con otro hombre estando su marido presente?
Solo he llegado a besos y caricias.

¿Y dónde ocurrió eso?
Fue aquí en Bogotá, en el bar ADN. Estábamos excitados, así que nos fuimos a la cama franca y comenzamos a hacerlo entre otra serie de parejas que estaban en lo mismo. En un momento dado nos acercamos mucho a otra pareja y ahí comenzamos a tocarnos todos un poco. El hombre de la otra pareja se me acercó y tuvo un contacto conmigo, pero no era atractivo y nos las arreglamos para alejarnos y no avanzar.

¿Usted siempre le hace el cuarto a su marido si al él le gusta una mujer?
No. Yo soy muy exigente, me gustan los hombres atractivos, pero también tengo unos parámetros de belleza que me permiten elegir mujeres con ciertas condiciones físicas. El problema con los hombres es que solo necesitan una cola, un par de tetas y listo.

Un par de palabras sobre los bares swinger que han visitado en Bogotá.
En Bogotá solo tenemos conocimiento de tres sitios. Uno es el Club Europeo, que está en la calle 74 antes de la Caracas. La primera vez queda uno como impresionado porque de entrada lo van desnudando y lo cubren con una especie de toalla muy chiquita y hay que usar chancletas. Además las condiciones higiénicas del lugar no son las mejores y el sitio vive lleno. Hay otro en la Zona Rosa, en la calle 84 con 14, en un segundo piso, pero parece el Jurassic Park de los swingers, se ve gente de sesenta años y uno no se siente muy cómodo. Y el otro sitio, que ya mencioné, es ADN.

¿Tienen planes próximos para intercambiar con
alguna pareja dentro o fuera del país?

Hicimos un contacto hace poco por Messenger con una pareja muy joven en Miami, un par de personas con condiciones muy especiales, muy atractivos. Estuvimos chateando con ellos y la conversación se fue calentando al punto de que tanto ellos como nosotros terminamos haciendo el amor frente a las cámaras web.

¿Cuándo van a reunirse?
No tenemos una fecha, pero cuando nos dé por viajar a Miami con toda seguridad los contactaremos.