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16 de octubre de 2003

La vida sin

La vida sin una pierna
Lo primero que debo decir acerca de andar por la vida con una sola pierna es lo obvio: antes tenía dos. Lo cual me coloca en el momento en que el cambio se produjo.
 
   
La vida sin pelo
Lo juro. No me importa ser calvo. Es más, me burlo de mi calvicie. Y ese es otro motivo para que Paola, mi mujer, me regañe.
   
   
La vida sin sueño
Se dice que Borges escribió Funes el memorioso para relatar y al mismo tiempo matar los fantasmas de la falta de sueño, puesto que para él el insomnio -o dicho en palabras suyas- "esa fiebre que ciertamente no es vigilia", significaba "el horror de ser y seguir siendo".
   
   
La vida sin senos
Tuve tres hijos, a los dos primeros pude amamantarlos y con el tercero llegó la noticia del cáncer que aún hoy, al escribir esto, me saca lágrimas.
   
   
La vida sin media cara
Una mañana, en noviembre de 1998, después de un sueño tranquilo, desperté transformado en un horrible primate. No me sentía bien, me costaba un poco de trabajo hablar y sentía la boca como dormida.
   
   
La vida sin buen nombre
Ahora,cuando la revista SoHo me ha invitado a escribir libremente sobre el tema de mi buen nombre, y de las garantías que no he tenido para defenderlo, me he sentido enormemente sorprendido, porque pensaba que el asunto solo podía interesarnos a mi familia, a los fieles amigos cercanos y, desde luego, a mí, muy íntimamente.
   
   
La vida sin sexo?
"¡Qué va!", para unos. "Chévere", paraotros. "Normal", para una minoría que puede ser consideradamojigata, tradicionalista o conservadora (pero no de los azules), o zanahoria.en fin.
   
   
La vida sin Dios
Es bien difícil decirle adiós a Dios. Porque Dios es un virus que se contagia en la niñez, cuando el cerebro es dócil y no posee aún los anticuerpos apropiados. Un virus capaz de resistir las mayores contradicciones y de tragarse enteros los cuentos más burdos e infantiles.
   
   
La vida sin amparo consuelo y esperanza
Mi mamá las echó. Es que ninguna de ellas duró más de un año en la casa. Amparo Caviativa, Consuelo Sáchica y Esperanza Piñarete me enseñaron que del amor al odio "sólo hay un piso".
   
   
La vida sin memoria
Desde antes de que se me borrara el casete de la memoria, lo único que recuerdo de mi vicio de recitar fragmentos literarios es que de manera incansable y como si padeciera ecolalia, por donde me desfilaba largaba una especie de susurro: "Memoria ciega abeja de agonía", cuyo autor no recuerdo por razones apenas obvias y que no es prudente mencionar ahora que me encuentro en el territorio inefable de los olvidos.
   
   
La vida sin carro
El que vive a pie vive, literalmente, con los pies en la tierra, y por contra, el que vive en carro vive en las nubes, sin contacto con el mundo, con la realidad, desasido, desarraigado.
   
   
  La vida sin trago
Pienso que para muchos, vivir sin trago puede ser como vivir sin sexo, o sin un ojo, o sin plata, trabajo, perro faldero o novia jodona (lo cual no es difícil sino raro), cuando en realidad prescindir de cosas que son pecado y por lo general engordan es algo que todo el mundo quiere hacer pero no puede.
   
   
  La vida sin música
Soy sorda. Debería responder que no sé cómo es la vida sin música, pero siento los compa-ses bajos y su ritmo. No siento la música de la misma ma-nera que quienes pueden escucharla, pero sé cómo es mi vida con ruidos.
   
   
  La vida sin sexo!
El 17 de octubre de 1999 tomé la firme decisión de entrar en celibato, lo cual implicaba no tener relaciones sexuales hasta que encontrara a alguien con quien realmente valiera la pena comenzar una vida sexual estable.
   
   
  La vida sin hambre
El peso de la vida se me fue, las ganas de vivir se perdieron en una obsesión que empezó como un simple juego y terminó siendo una enfermedad mortal.