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17 de octubre de 2001

Las otras leyes del mercado

Realizar una campaña exitosa para conquistar a una mujer, no siempre es fácil. José Miguel Sokoloff hace un paralelo entre los misterios de la conquista y el mundo del marketing.

Por: José Miguel Sokoloff

Las mujeres son seres incomprensibles. Sus procesos mentales no parecen lógicos y sus acciones son sorpresivas y avasalladoras. Por eso, a la hora de conquistarlas, no creo que exista una fórmula mágica o un canon infalible. Tampoco creo que funcionen las listas de consejos (con trucos y secretos) que algunos individuos les proporcionamos a nuestros amigos.
Entre más años pasan, más me convenzo de que la única manera de conquistar a una mujer es siendo uno mismo, aunque, desde luego, jugar de local siempre ayuda. Quisiera aclarar que no soy ningún experto en mujeres. Sin embargo, he apelado a lo que hago para ganarme la vida (la publicidad) y me he atrevido a hacer un paralelo entre los misterios de la conquista y los del mundo del marketing. Antes de leer esto, recuerde que el principal supuesto del que debe partir toda campaña publicitaria es aquel que dice: “las reglas no existen”. ¿Cómo venderse como producto ante las consumidoras de hoy? ¿Qué campaña se debe hacer? Estos son los cinco pasos a seguir:

1. La selección
Así como una campaña publicitaria debe funcionar en radio, televisión y prensa, la mujer que usted escoja debe ser ‘multimediática’. Además de parecerle bonita a sus amigos, o simpática a sus amigas, la mujer que usted quiera conquistar debe ser apta para cualquier situación. Debe funcionar cuando llegue el momento de presentarla oficialmente ante la familia en una comida, y también debe funcionar cuando usted quiera llevarla de parranda con sus amigos.

2. El posicionamiento
¿Cómo me estoy vendiendo?
A la hora de seducir una mujer, no se debe perder la perspectiva de lo que usted está ofreciendo. Por eso, es necesario escoger una estrategia de posicionamiento acorde con sus cualidades, defectos, fortalezas y debilidades. Recuerde: usted es el producto. Hay cuatro opciones muy comunes de quién ser (el rumbero, el político y el millonario no están incluidos):
El sabio: es aquel que está en capacidad de explicarle los misterios de la vida a ella, como el fuera de lugar en el fútbol, la necesidad del cambio de aceite en un carro o la leyenda de Francisco el hombre.
El hogareño: es aquel para quien el taladro que regala Semana sí es ‘indispensable’. El hombre hogareño sabe con exactitud qué es el calabacín, maneja con destreza la aspiradora y hasta cambia las tomas de la electricidad cuando se lo piden.

El activo (híbrido entre el new age y el deportista): es aquel espécimen sano y ‘no problemático’ que desayuna con granola y leche descremada, oye Yanni y prende velas en las mañanas.
El macho: es aquel que tiene claro que la mujer está a su servicio. El macho entiende que la mujer nunca tendrá el control remoto o que no habrá la menor posibilidad de que ella maneje en un viaje de más de diez minutos. Para él, la comida caliente es una obligación y no una opción, y los domingos son para los deportes. Acompañarla a ir de compras, claramente, no es un deporte.

3. La campaña
‘Decir’ no equivale a ‘comunicar’
Hay que actuar coherentemente. En el caso de los hombres, las campañas no son actos espectaculares sino
acciones cotidianas. Ir a fútbol los domingos puede ser una buena manera de explicar cómo llevar a cabo una campaña de publicidad exitosa dependiendo de la clase de hombre que usted sea:
El sabio: llena hasta la última de las casillas del crucigrama dominical antes de salir para fútbol. No existe la menor posibilidad de que ella intente completar nada. Nota: cuando la exigencia es mayor, el sabio ‘sabe’ que existe Internet.
El hogareño: sabe que sería un gran error considerar una ida a fútbol sin antes haber almorzado en la casa de su suegra.
El activo: antes de ir a fútbol, el activo trota un par de millas o sube en bicicleta un premio de montaña de primera categoría.
El macho: ¡¡¡haya partido o no, el macho se va para fútbol desde las 11 a.m.!!!

4. Plan de contingencia
Hombre preparado…
Con las mujeres nunca se sabe si todo está bien. Un plan ‘B’ jamás está de más. Si ella tiene intenciones de terminar la relación…
El sabio: reduce los problemas a ‘un simple desbalance hormonal’ fácil de corregir.
El hogareño: ¿qué mejor excusa en un momento difícil que sacar de la manga esa remodelación de la cocina o esa ampliación del closet que ella quería?
El activo: la mejor manera de confundir al enemigo es adelantándole como regalo esa bicicleta que tenía guardada para Navidad. ¿Podría existir algo más romántico que subir juntos a Patios los domingos?
El macho: cero estrés. Al fin y al cabo, siempre hay otra nena vista de antemano…

5. La salida
“Voy por cigarrillos”
Siempre debe haber una salida acorde a su posicionamiento. Si usted ha tenido que escoger una mujer, si se vio obligado a buscar un posicionamiento, si ha tenido que hacer una campaña y no ha podido ser usted mismo —e incluso, ha llegado al extremo de tener que contemplar un plan de contingencia— entonces usted no está enamorado y lo mejor es huir:
El sabio dirá: “No, mira, lo que pasa es que eres completamente imposible de entender”.
El hogareño dirá: “Contigo no me siento capaz de ‘construir un hogar’ ”.
El activo dirá: “No eres tú, soy yo. Siento que no estoy ‘alcanzando mis metas’ y que para hacerlo necesito concentrarme más en mí”.
El macho dirá: “Ya vengo, voy por cigarrillos...”