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16 de abril de 2009

Los últimos cóndores de Colombia

El cóndor se aferra a las alturas en las que vuela para no desaparecer. Víctima de la cacería y casi sin ecosistema, un símbolo de nuestro escudo se resiste a la extinción.

En un país de estadísticas aterradoras, hay una nueva con la que tenemos que lidiar: el cóndor, hoy por hoy, está tan fuera de lugar en nuestro escudo nacional como el gorro frigio y el canal de Panamá. Según Germán Corredor, quien se ha dedicado al estudio de estos animales, es difícil calcular con exactitud cuántos cóndores nacieron y habitan en su estado natural actualmente, pero se estima que existe una población en el norte del país, en las alturas de la Sierra Nevada, de unos 40 o 50 cóndores. Una cifra tan ínfima que no hay que ser un duro en temas ecológicos para saber que se encuentra en un estado crítico. Lo curioso es que el ave que corona nuestro escudo nunca fue un animal muy abundante en nuestro territorio. Ya para el primer censo, hecho en 1987, la población no superaba los 80 animales. Y es que la importancia del cóndor en el país es más cultural que ecológica: el cóndor está muy ligado a nuestras tribus indígenas, quienes lo llamaban el 'mensajero de los dioses'. Cundinamarca, por ejemplo, significa el reino de los cóndores, lo que confirma que, abundantes o no, los cóndores fueron siempre un emblema del corazón colombiano. Pero la destrucción de su hábitat natural y la caza indiscriminada hizo que los cóndores murieran o se trasladaran al sur del continente. Sin embargo el panorama no es del todo negativo: recientes proyectos de repoblación ha logrado introducir con éxito más de 60 cóndores nacidos en cautiverio. Aunque la mayoría son importados (principalmente de Estados Unidos), el Zoológico de Cali tiene el orgullo de decir que ha contribuido con cinco cóndores, entre los que se encuentra Yacaria, quién fue protagonista de un documental en el que se narra su historia. Así pues, se puede hablar de más de una centena de cóndores que recorren el país, pero la falta de conciencia y la dificultad de monitorear a estos animales hacen que esta historia pueda llegar a ser la de los últimos cóndores colombianos.