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17 de noviembre de 2005

Mi pastilla para el corazón (Isocord)

"Son para el corazón", me dijo mi hermano Vicente, al entregarme un sobre blanco con letras rojas que contenía dos grageas de color azul pálido, pero también las hay de color blanco, de un medicamento denominado Isocord, Dinitrato de Isosorbide, 10 mg.

Por: Alberto Casas Santamaría

"Guárdelo en la billetera por si acaso siente un dolor muy fuerte en el pecho. A mí -agregó en tono un tanto solemne- me salvó la vida".
Desde entonces lo cargo en la billetera al lado de los editoriales de El Tiempo, en los que se explicaba en varias entregas que monseñor Gaitán Mahecha no es Bernardo sino Abraham.
En realidad, esta pastilla sirve para destapar, por un lapso muy breve, las venas que estén obstruidas, las cuales vuelven a taparse si no se recibe adecuada e inmediata atención médica. Por eso se les conoce, en lenguaje coloquial, como las pastillas "Diablo Rojo". Destapan lo que sea, pero solo por un ratico.
Nunca la he tenido que usar, no obstante haber sido un afortunado paciente de la Fundación Cardio-Infantil, donde fui operado por mano maestra de una lesión seria en el corazón. Los exámenes de medicina nuclear que se practicaron para investigar las sospechosas manifestaciones de malestar en la zona del tórax determinaron la urgencia de la intervención quirúrgica, evitando la utilización del Isocord.
Ahí permanecen, las píldoras famosas, en la billetera, de donde no han salido sino para prestárselas al recordado Hernando Santos, quien, en célebre ocasión en casa de Julio Sánchez Cristo, al buscarlas entre su bolsillo y no encontrarlas, se llenó de angustia, de la que se despojó de inmediato cuando le facilité mi "Diablo Rojo".