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17 de noviembre de 2005

Mi pastilla para la erección (Levitra)

Ese calorcito sabrosón de la costa, ese trópico barranquillero metido debajo de la piel, te va llenando de ganas todos los días.

Por: Édgar Perea

Pero una noche cualquiera, luego de muchos años de vida en pareja, hace como dos años, llego a casa con el apetito abierto y la "guadua del retén", como dicen en la playa, no te deja entrar. simplemente ¡no sube!
¡Eche!, llamo a Polo, urólogo amigo:
-Dime qué carajos hago; dame algo de lo que anuncian por allí. Pero que me sirva pa' lo que la necesito y cuando la necesito, y no más.
-Levitra 10 mg, campeón.
Bajo de mi oficina. Droguería cerca de Radio Mar Caribe. veinte mil barras. Una pastilla diez minutos justos antes de la acción y listo. Se van fácil dos horas de buen sabor costeño, claro, con su pequeño intermedio, como en cualquier partido de fútbol.
La pastilla me la he tomado hasta dos veces en una semana. aunque yo no la necesito siempre, pero cuando sé que voy a tener "un combate" muy bravo, me la tomo justo antes de entrar al cuadrilátero. Y la contrincante no ha puesto queja. Bueno, quizás sí, pero en sentido muy contrario.
No siento ninguna pena en ir personalmente a la droguería a comprarme mi Levitra. Eso es algo normal en los hombres de mi generación. Lo importante es mantenerse 'activo', y en mi caso particular nunca he tenido ningún tipo de efecto colateral. A mí me sirve para lo que me la tomo. Y punto.