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16 de septiembre de 2003

Mi primera borrachera

Mi primera borrachera

Por: Jaime Bayly

Me abochorna el recuerdo de aquel domingo en que fui a almorzar a la casa elegantísima de mi tío, el ministro de finanzas, en compañía de mi jefe, digno director del periódico no más leído pero sí más aguerrido del Perú, y entonces cedí a la pérfida tentación del pisco sour, que yo, con mis escasos diecisiete años, no sabía calibrar debidamente. Fue por eso que escuché embobado el discurso de mi tío el ministro y sonreí con beatífica idiotez a todo aquel que osó dirigirme la palabra y comí sin medida y les dije por separado a todos esos politicastros vanidosos e ignorantes que sin duda daban la talla para ser presidentes y debían pensar seriamente en su candidatura en la próxima elección, lo que me hizo muy popular en el almuerzo pantagruélico de mi tío el ministro, que por supuesto también pensaba en su candidatura presidencial y en la conveniencia de tener a un sobrino imberbe y casi borracho que escribiera zalamerías de él en el periódico de derechas a cambio de un pisco sour más.
Aquella bebedera descontrolada acabó por reducirme a la posición horizontal y casi diría que fetal, pues así mismo me tendí en el asiento trasero del carro que por ser domingo manejaba mi jefe y no su chofer, después de que nos despedimos de mi tío el ministro. A poco de iniciar el ascenso por los cerros de La Molina, unos arenales en los extramuros de Lima, me vi urgido, rompiendo el protocolo, de rogarle a mi jefe, el director del periódico, que por favor parase un momentito porque me sentía mal, pedido desesperado que él supo complacer con esa natural amabilidad que siempre le conocí, y fue entonces cuando zigzagueé tres pasos por esos arenales desalmados, me quebré, hincándome de rodillas, y derramé masivamente los residuos de aquel pisco traidor ante la mirada serena y comprensiva de mi jefe. Pero lo mejor vino después, porque cuando entré al carro, cerré la puerta y lo miré con una vergüenza infinita, él se rio y apenas comentó: cabeza de pollo nos había resultado el buen Jaimito.