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19 de agosto de 2009

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A mí me sacaron… Una botella de la vagina

Esta es la historia de una escort chilena que sufrió un accidente algo particular.

Por: Violeta Matto
| Foto: 123rf.com

Decidí contar esta historia porque la gente de SoHo prometió guardar mi identidad. También me tranquilizó saber que se trata de una revista que, por el momento, no se distribuye en mi país, Chile. (Visita a la vidente que lee el culo)

Hace doce que ejerzo como acompañante de lujo en Santiago. Sigo teniendo un importante número de clientes estables y son muchas las historias que podrían contarse tras tanto tiempo. La que me pidieron que narrara, definitivamente, pudo haberme sacado del oficio antes de tiempo. Y, de hecho, me puso a pensar en el retiro.


Aquello ocurrió a inicios de mi carrera. A mí y a una compañera de oficio nos llamaron para bailar en una fiesta privada, una despedida de soltero con unos 15 hombres, entre los que me parece que había un par de colombianos. Nos citaron en un salón amplio de un apartamento lujoso del barrio Las Condes. Allí estaban, a media luz, con las corbatas en la cabeza y ya demostrando el efecto de los vinos, todos los invitados. En el centro departía el que parecía ser el novio, un brasileño que recuerdo como atractivo y atlético. (Curiosidades de la vagina que tiene que saber)

Pasaron un par de horas. Ya mi compañera y yo habíamos bailado para todos y por supuesto, los habíamos dejado con la lengua afuera con nuestra preparada escena de lesbianismo, mejor que bien actuada. Había muchas botellas de vino vacías sobre la mesa. Al calor de la música y cada vez más interesados en que fuéramos un paso más allá, el que parecía el anfitrión puso a sonar una canción de moda a principios de la década, conocida como El baile de la botella.

Dado que el homenajeado era brasileño, como ese tema, resolvieron ponernos a bailar desnudas por encima de un par de botellas vacías. El juego era pasar la pelvis lo más cerca posible de la boca de los recipientes. Por supuesto, terminamos empleando las botellas como vibradores.

A petición del novio terminé jugueteando con un envase de media botella, más pequeño que los demás. "Quiero que te la metás toda", me dijo. Yo pensaba en el dinero y le hice caso. Ver cómo se iban enloqueciendo los tipos me fascinó y seguí en lo mío, sin darme cuenta que por cada entrada y salida, se me iba metiendo más, hasta que se escapó de mi alcance, tal como dice una vieja y famosa balada de aquí, "como el agua entre los dedos". Así no más, como por arte de magia. Simplemente no pude volver a agarrarla. (Haga una vagina casera para masturbarse)

Yo me aterroricé, aunque a los demás el asunto les resultara de lo más divertido. Mi reacción airada hizo que la fiesta terminara ahí, por lo menos para nosotras, que tomamos el dinero y los abrigos, y nos fuimos directo hacia el servicio de salud. Pude caminar hasta el taxi que nos esperaba desde que llegamos. Yo seguía intentando cachar la botella, pero no había manera. No dolía pero sí se sentía rara, profunda, como si me la hubiera tragado en lugar de metérmela.


Pasó un rato antes que de me desplazaran de la sala de espera a urgencias. Mi amiga tuvo que tomar la palabra, porque yo no me atrevía a contarles nada a los doctores. Sé, porque así lo dijeron en el hospital, que me hicieron una relajación vaginal con alguna droga tópica y la retiraron suavemente, con la mano. Una mano, lógico, más grande que la mía. Todo ello en un procedimiento que no duró más que unos pocos minutos. Recuerdo bien a una enfermera diciéndome que yo tenía el cuello uterino muy estrecho, y que de haber entrado un poco más, tendrían que haberla agujereado dentro de mí, porque la succión hubiera hecho imposible su salida.

Muchos mitos hay acerca de gente que se introduce objetos en lugares donde no deberían estar. Yo, que tras esta experiencia creo saber algo de eso, puedo garantizar que es peligroso si no hay manera de tener dicho objeto bien agarrado del otro extremo. Ahora, que llevo tanto tiempo en este oficio y que ahora sí puedo pensar en retirarme, sé que algunos de esos mitos pueden hacerse realidad.

*Nombre cambiado.

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