14 de noviembre de 2007
Testimonios
Cuánto gana... Un cura
Sacerdotes cuánto gana un cura por Alberto Lineros Sacerdote Eudista
Por: Alberto Lineros, Sacerdote EudistaAlgunos nos suponen ángeles sin necesidades que tienen que soportarlo todo estoicamente. Otros nos suponen diablos, algunas veces con justa razón. Pero los curas somos seres humanos, comunes y corrientes. Por ello, tenemos obligaciones y la existencia nos cuesta como a cualquiera. "Viven en el mundo, aunque no son del mundo" (Juan 17,1-26). A nadie debe extrañarle, entonces, que tengamos tarjeta de crédito o chequera.
Hay que recordar que existen los presbíteros diocesanos y los religiosos. Los diocesanos tienen un estipendio básico por el trabajo que prestan en sus parroquias, estipulado por la diócesis a la que pertenecen. En el caso de la Arquidiócesis de Barranquilla este pago es de 815.900 pesos, a los que hay que descontar 123.000 pesos de seguridad social y 61.100 pesos de Mutuo Auxilio Sacerdotal, un fondo para ayudar a aquellos que viven en parroquias en las que ni este estipendio alcanza. En ningún caso, las limosnas son para el cura. Ellas se usan en el sostenimiento del templo, incluido el pago de servicios públicos. Algunos curas ejercen trabajos como profesores o capellanes de instituciones, en los que reciben un sueldo que les ayuda a suplir sus necesidades.
Los religiosos hacen votos de pobreza y viven bajo la consigna de entregar "todo lo que ganen" y recibir "todo lo que necesitan". La Comunidad Eudista, a la que pertenezco, es una sociedad de vida apostólica que vive a la manera de una comunidad religiosa; por lo cual todos mis ingresos van a la Comunidad y de ella recibo lo que necesito. No gano tanto como algunos creen o como yo mismo quisiera. Pero con lo que gano ayudo a la evangelización en las obras de mi comunidad y del Minuto de Dios. La cuota que tengo asignada, como dinero de bolsillo, es de 500.000 "barras" con las que vivo decentemente. Me alcanza para ir a Santa Marta a visitar a mi gente, pagar una entrada al estadio y comprarme algún libro. Y me alcanza, porque no gasto ni en rumbas, ni en viejas, ni en lujos.
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