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10 de noviembre de 2003

Yo me levantara a Tatiana Ariza

Por: Mauricio Quintero

El órgano copulador masculino es como una lámpara mágica. Apenas empezamos a frotarlo sale un genio que concede los más profundos deseos. Surgen de la nada una serie de imágenes que quisiéramos estuvieran sucediendo: aparece Ana Sofía Henao bañándose con el jabón de uno; Lina Marulanda diciendo que su mal genio se debía a que nunca había visto un tipo en bola tan atractivo; Adriana Arboleda con el uniforme del colegio diciendo "¡sorpresa!" y no falta el degenerado que se imagina a la Gorda Fabiola con vestido de cuero, echando chistes verdes.
Pero, con la que yo no he podido es con Tatiana Ariza. Es hermosa pero no me produce un mal pensamiento y no por fea sino por su dulzura. ¡Qué berraca tan tierna! Es que dan ganas de invitarla a una fiesta de piyamas con los Teletubies. Y en vez de pensar en ella como una fantasía sexual, pienso en lo que haría durante un fin de semana para hacerle entender que este mundo no es de peluche.
Para empezar, la recogería el viernes por la tarde y la llevaría a Chopinar para que pruebe otras vainas diferentes al sushi. Allí, al calor de un chorizo con arepa fría, la convidaría a Colombiana caliente y le permitiría usar únicamente un cuadrito de servilleta para que le quedaran esos labios con ese brillo natural que solo el embutido de porcino logra dejar.
Caída la noche y para satisfacer sus ánimos rumberísticos. mamita: camine pa' la Boyacá que allá lo que hay es discotecas.
Bien cuidadito, mono, sigan, bienvenidos, ¿Mesa para dos?, vodka nacional tenemos Cundinamaskaya, ¿media?, con mucho gusto, les traje picada de coco y casquitos de naranja mientras traen la botella de la licorera, sigan.
".Tengo en alma en pedazos, ya no aguanto esta pena, tanto tiempo sin verte, es como una condena.".
El efecto que no logra hacernos el traguito toca generarlo a punta de vueltas merengueras porque pensé que los precios eran un poco más módicos. Ahora sí, eche pa'la casa. Ella y yo estamos un poco rebotados. No sé si es por el chorizo, el vodka, el coco, el humo artificial con olor a vainilla o las ondulaciones que hay en el asfalto de la Avenida Boyacá. De todas maneras es hora de dormir. Frente a la casa de ella: "abaso Teletubie" y mañana paso por usted a las ocho de la mañana. ¡Ah! Y no se vaya a bañar que vamos a desayunar en la plaza.
Después del caldo de costilla, el tamal con cubierto mal lavado y el chocolate con pocillo azul clarito no queda otra opción que irnos a la casa de Tati a echar zetas (a dormir).
Por ahí a las tres o cuatro de la tarde, mamita: tráigase un cortaúñas y hágame la caridad que tengo esas garras gigantes, estoy calzando como cuarenta y cuatro.
El sábado en la noche, hay otro plan en exteriores, como le gusta a Tati. Y como he visto que a usted le gusta salir disfrazada en ese noticiero, póngase botas militares y pañoleta que nos vamos en bus ejecutivo a esos bares rockeros que quedan en la 59 abajo de la séptima a volear pata. A la salida y después de sus buenos moretones cochiperro o cat-burguer en la esquina.
¡Ay, Tatiana! Me encontré con "Jeta e'pala", mi amigo el del Polara verde, y me dijo que nos lleva a la casa si lo acompañamos un rato a echarse unos guaros en la Paloma que hay subiendo a La Calera. Vámonos de 'after' ¡No haga esa cara y camine!
El domingo ella me cae en mi casa. Es día de descanso así que ni sueñe que me le voy a bañar, sigo derecho hasta el lunes. Más bien abra esas ventanas que ya es casi medio día y el cuarto huele a jaula de tigrillo. ¿A misa? ¿Usted es que es boba? Más bien póngase la sudadera que nos vamos a una surtidora de aves que puso un cuñado en el centro para hacerle el gasto.
Por ahí a las cuatro de la tarde caminando por la Jiménez dejamos un mensaje en la City Cápsula, luego vamos al Parque Santander a chupar helado de salpicón con uva negra y a ver mimos mamándole gallo a la gente. Pasa un colectivo de esos que a uno le toca caminar agachado y pedir un cojín porque se acabaron las sillas vacías. La dejo en la casa.
Estoy completamente seguro de que Tatiana haría cara de asco todo el fin de semana, y pienso en dos polos opuestos que se atraen. Así que me acabo de demostrar que hay algo muy fuerte que me une a ella. Me curé, se acabó el prejucio ¡Que bien! Ahora sí tengo un buen argumento para frotar mi mágica lámpara.