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12 de junio de 2006

Yo salí positivo en un examen antidoping

Lo que aquí escribo va dirigido a los padres que se desahogan en uno, que creen que uno es quien les da ejemplo a sus hijos.

Por: René Higuita
| Foto: René Higuita

Lo que aquí escribo va dirigido a los padres que se desahogan en uno, que creen que uno es quien les da ejemplo a sus hijos. ¡No, señor! Yo he sido responsable y respondo solo por mis hijos y mi familia. Cada padre debe hacer lo mismo y no dejar esa responsabilidad a los ídolos que ellos fabrican. La opinión pública hace ídolos para luego destruir hombres. No estoy de acuerdo con que me traten como una persona perfecta. Soy de carne y hueso, tengo mis virtudes, pero también me equivoco.
Hace dos años, en el Aucas de Ecuador, íbamos a jugar las finales del torneo local. La prensa me había elegido como el mejor extranjero y la Federación de Fútbol Ecuatoriano me convocó para entrenar a los arqueros de la selección. Justo cuando estaba en la concentración de Ecuador, antes de un partido por eliminatorias, recibí la noticia de que mi examen antidopaje del juego ante el Barcelona de Guayaquil había dado positivo. Fue como una puñalada en mi corazón.
Me reuní con Luis Fernando Suárez y le dije: "Yo no quiero causarte ningún tipo de problemas. Mejor doy un paso al costado y me salgo para que ustedes como cuerpo técnico no vayan a salir juzgados o criticados por mi culpa". Me preguntó si yo había consumido algo para jugar y yo le dije que nunca había utilizado ninguna sustancia con esa intención. Le comenté con mucha tristeza que la vida me estaba cobrando un pasado que no era muy bueno y que el análisis mostraba residuos de cocaína, por lo que no tenía ningún tipo de disculpas, tocaba aceptar lo que viniera.
Sentí un vacío muy grande. Lo más duro fue comentarle a mi señora, que siempre ha sido mi brazo derecho. Enseguida pensé en mis tres hijos, en la hinchada, en todo un país, porque uno tiene una imagen muy reconocida. Entonces me dije: "Pucha, qué vamos a hacer, de limones a limonada".
La reacción fue muy rápida. He aprendido bastante de los personajes de Estados Unidos, que por cualquier tipo de problema que tengan siempre salen a la prensa y se hacen ricos, que por el libro, que por la televisión. Reflexionando, pensé que yo no había matado a nadie, que vendría una nueva oportunidad y que iba a aprovecharla siempre con la cabeza bien en alto.
Comenzaron a llamarme los periodistas y a uno de mucha confianza le pedí que organizara una rueda de prensa en un saloncito, porque yo no quería sacar el cuerpo, sino dar la cara. Leí una carta en la que pedía disculpas por lo sucedido. La conmoción era tanta, que algunos periodistas lloraban porque no podían creer lo que me estaba pasando.
Lo que quiero dejar en claro es que una cosa es aumentar la capacidad o el rendimiento, como dice la regla, y yo nunca he consumido con ese objetivo, sino que los médicos se dan cuenta de que son residuos y es por eso que no me pueden juzgar o castigar, porque yo tengo una vida privada que es muy diferente a lo que se castiga en el fútbol.
Me suspendieron seis meses y cuando se cumplió la sanción me volvieron a llamar de Ecuador, justo cuando ya había firmado contrato con Canal RCN para un reality.
El único que no se portó del todo bien fue el presidente del Aucas, que se negó a liquidarme unos premios que yo me había ganado en la cancha. Le dije que no me los pagara a mí, sino a la empleada que atendía al plantel en las concentraciones.
Cuando regresé a Colombia, la gente en la calle me recibió bien, aunque no faltó el que me insultó. Nunca dieron la cara, así que no me importa. A mí me pasa lo mismo que a Maradona, yo no quiero ser ejemplo de nadie. Además, todos tenemos cosas buenas y cosas malas. Hombre, agarren y destaquen las cosas buenas y las malas déjenlas en la basura.
Ahora me estoy preparando para atajar un par de años más, terminar mi carrera en Atlético Nacional, hacer el curso de entrenador de fútbol y también escribir un libro con toda mi vida, siempre dejando un mensaje positivo a los lectores y a lo que más quiero: los niños.