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21 de octubre de 2010

Bobster

Por: La bobada literaria

Acaba de llegar a nuestra redacción un artículo de Daniel Pardo en el que califica a este irrelevante blog de "hipster". Como su calificativo nos puso hipstéricas y nos hizo volar los sombreritos por los aires, queremos explorar de qué se trata eso que él dice que otros llaman en artículos donde citan a un montón de gente "chapiyorker", que viene siendo la versión criolla del hipster neoyorquino –eso sería como decir que Harold Puñetero es la versión criolla de Jim Jarmusch, ya que todo lo que no se autodefina como otra cosa es, según el autor de ese blog, un hipster–.

Pardo dice en su artículo que "Un hipster, primero que todo, no se considera hipster. Tampoco se considera nada. Se considera, más bien, una persona que no está encasillada en ismos". Primero que todo, los hipsters sí se encasillan: se ponen sombreritos, gafas wayfarer, ropa que no venden en los centros comerciales y se creen lo más de chéveres porque usan todos los productos egocéntricos de Mac y tienen mechones pintados de morado. De tajo, el bloguero de las gafas wayfarer se equivoca cuando dice que La Bobada Literaria es hipster: nosotras nos consideramos bobas y profesamos el bobismo, con todo lo que eso implica: el uribismo, el santismo, el samuelismo, el mockusismo, el silvestrismo y todos los ismos literarios: el piedracielismo, el romanticismo, el naturalismo, el jaimespinalismo y el ismo de Panamá, que tiene una t intermedia pero da lo mismo. Danny asegura, además, que los hipsters no sólo son trivialidad y chabacanería. Entonces, señor Pardo, ¿piensa usted contradecir a Elsy Rosas diciendo que este blog se trata de algo más que trivialidad y chabacanería?

Nuestro compañero de blogoaventuras en SoHo –a quien le pagan menos que a nosotras porque los anunciantes nos prefieren bobas– dice también que los hipsters están en sus veinte, estudian dos carreras, andan en bicicleta y protegen el medio ambiente; lo que no sabe es que una de nosotras ya salió de los veinte y las otras no están muy lejos, que nos aburrimos suficiente con una sola carrera (para las tres), que nos gusta pasar los días aguantando trancones en nuestra Hummer y que estamos haciendo todo lo posible por acabar con el planeta lo más pronto, si eso significa librarlo rápido de los escritores colombianos.

Pero tal vez lo que le quita toda la credibilidad al texto de Pardo es que dice que los hipsters se la pasan conectados a Internet, donde manejan el contenido y presentan opciones de lectura diferentes a El Tiempo, como si ese periódico alguna vez hubiera sido pensado para ser leído. Ninguna de las tres bobas que escribimos este blog bajo el yugo esclavizante de José Gabriel Ruiz-Navarro y de Daniel Samper Ospina tiene un teléfono con conexión wet y sólo cuando no nos estamos emborrachando es que revisamos el Twitter y escribimos alguna de nuestras chabakánikas entradas.

Sabemos que se van a apresurar a calificarnos de chapiyorkers y a acusar a esta entrada de hipster, pero no se dejen engañar: no nos gusta la comida orgánica –preferimos la comida orgásmica–, vivimos en un conjunto residencial en las goteras de Sutamarchán, no sabemos montar en bicicleta y menos por las ciclorrutas de Bogotá y lo más hipster que hemos hecho en la vida fue ir una vez a InVitro a gorrear Peroni, pero sólo nos regalaron una cerveza para las tres así que nos fuimos a una videorockola gay del sector a tomar Poker a $1.300.

Daniel Pardo, escritor sombrerito*, sabemos que tú con tus viajes alrededor del mundo, tus gafas dylanescas, tus discos de Arcade Fire y tus diplomas uniandinos eres todo un hipster; pero, por favor, no metas a toda la gente en tu mismo costal de fique orgánico.

*“Sombrerito” es un adjetivo registrado por La Bobada Ilimitada para referirse a las payasadas conceptuales de los artistas que creen que poniéndose sombrerito y/o gafas wayfarer son más interesantes; por ejemplo: “Daniel Pardo es un bloguero sombrerito”.