27 de marzo de 2009
De encuentros inesperados
Algo
había escrito antes sobre esto, seguro en uno de mis primeros textos,
pero veo que les interesa mucho el tema de saber si algún cliente que
pide mis servicios resulta ser un conocido mío o un familiar. Es bien
curioso. Sí me ha pasado y aunque el “oso” mutuo es la primera
reacción, yo suelo tranquilizarme de una vez pues él no tiene nada que
decirme pues si se dio cuenta que yo ando en esto, él qué moral puede
tener para decir algo si me está contratando a mí para tener sexo
(porque además no seré yo la primera ni la última puta que se coma).
Claro que me ha pasado y es un riesgo que siempre se corre: que de
repente se abra la puerta de una casa o un apartamento y un conocido
esté ahí esperando por una mujer... !que no tendría que ser yo!
No sé si ya se los conté, pero un día me pasó eso con un profesor de la
universidad donde estudio aquí en Bogotá. Llegué a su apartamento, como
por la 45 con séptima, sin que yo supiera que él vivía ahí. Cuando me
abrió la puerta no me reconoció mientras que yo sí. Me puse pálida,
pensé en irme de una, pero me invitó a seguir. Adentro –me imagino que
porque había más luz- me vio y quedó peor de pálido. Me preguntó
extrañado que yo que hacía ahí y yo le dije que él había llamado a una
acompañante y que yo era esa persona. Y él, totalmente timbrado, empezó
a decir que era un error, que él no llamó a nadie y que como así que yo
era una puta, y que él nunca se acostaría con una... Estaba tan
nervioso y confundido que el pobre no sabía qué decir. Yo misma le
dije que se relajara y que no le iba a contar a nadie (finalmente yo
también saldría perjudicada con semejante chisme). El aceptó muy
confundido y nervioso y me dijo que me fuera, que lo podían botar de la
universidad si alguien se enteraba. Yo me fui. Lo chistoso es que al
otro día tuve clase con él y el pobre no podía ni mirarme a los ojos y
así hasta que se acabó el semestre. El tipo me evitaba por todos lados.
¿Están esperando una historia de sexo con mi profesor? Pues no, el tipo
de verdad quedó “paniqueado”. Pero estoy segura de que ya se hizo la
paja pesando en mí. Si fuera hombre, yo me la hubiera hecho: ¿comerme a
una de mis alumnas como una vil perra? Yo lo haría... (Insisto: yo
hablo las cosas como son)
Otra noche salí con un ejecutivo que me invitó a comer a un restaurante
muy lujoso (obvio, después terminamos en su apartamento tirando) y
justo en el lugar había un cliente que la noche anterior había estado
conmigo. El tipo estaba con la esposa y era amigo del ejecutivo. Se
saludaron (también con la esposa), el ejecutivo me presentó como una
amiga y el otro casi se muere, tartamudeaba, se puso rojo y casi le da
un infarto cuando la esposa nos invitó a la mesa donde estaban.
Afortunadamente para él, mi “parejo” de esa noche no aceptó. En estas
situaciones yo nunca me siento que tengo las de perder. Si alguien me
juzga, que se miren ellos primero. Si a mí me pagan por sexo, ellos son
los que pagan. Si alguien queda al descubierto son ellos, yo a la larga
estoy haciendo mi trabajo.
Un día llegué a un apartamento y el cliente era un compañero de
universidad. Iba un par de semestres arriba pero alguna vez vimos una
materia juntos. Se sorprendió, se angustió también, pensó que todo era
una broma, un montaje de alguien saboteándolo, pero no... Le conté la
verdad y le pedí que no le dijera a nadie. El tipo es bastante
introvertido, de esos que andan solos (yo pensaba que era gay) y
finalmente aceptó guardar el secreto que, creo, no se ha roto porque me
sigue llamando y pidiendo mis servicios y todavía me jura que nadie
sabe en la universidad. Yo lo amenazo diciéndole que si algo me pasa,
yo me desquito de alguna manera. Y como es tan tímido, como que se
asusta. Un paréntesis: me ha vuelto casi que su instructora de sexo.
Esa primera vez, después de todo el bollo y el oso, me pidió que se lo
mamara pues, según él, nadie nunca se lo había hecho. Y se lo hice (con
unos condones de sabores que compro en un sex shop). Otro día me pidió
otras cosas y así (nada del otro mundo), pero se nota que es inexperto.
Otro paréntesis: eso también me gusta de los hombres, cuando se ven
como tímidos, como si no supieran mucho. Eso me excita porque siento
que tengo el poder.
Y así tengo muchas anécdotas. Nadie de mi familia afortunadamente,
pero sí mucha gente que ha estado conmigo me huye cuando nos topamos en
un centro comercial o un bar. Me ha pasado más de una vez. Yo tampoco
los saludo porque para qué incomodarlos. No gano nada haciéndolo.
Antes de irme y dejarlos descansar este fin de semana, quiero decirles
qué es chupar bien las tetas. Eso es muy difícil de explicar porque
siempre dependerá de la situación. Pero me encanta que me las toquen y
que me acaricien mucho por encima de la ropa y que, incluso, me las
traten de morder sin ni siquiera haberme quitado el sostén. Después,
cuando ya me lo quitan, me gusta que laman suave y que de vez en cuando
me muerdan el pezón sin brusquedad, un mordisco de vez en cuando ahí me
hace gemir inmediatamente, pero que laman suave y que muevan la lengua
de arriba hacia abajo sobre mi pezón, me va poniendo a mil.
Generalmente eso me hace mojar como, aunque no me crean, estoy ahora de
solo pensarlo.
Vuelvo el lunes...