18 de marzo de 2009
De los primeros swingers
Eran jóvenes. Eran cuerpos sedientos de carne y lujuria.
Eran cuatro. Dos hombres y dos mujeres. Comencemos por las mujeres,
visualmente el yin y el yan, una alta y una bajita. Las unía el mismo
colegio, la misma universidad y las ganas de explorar.
Sigamos con los hombres, inexpertas criaturas, uno rubio y uno moreno.
También los unía el mismo colegio, la misma universidad y los deseos
insaciables de reconocimiento humano.
Los cuatro pasaban mucho tiempo juntos. Se sentían seguros y protejidos
al estar acompañados. Para arriba y para abajo, solo como amigos. Pero
un día algo detonó un nuevo camino en esta amistad. Decidieron ver
juntos una película pornográfica. Se reunieron en la casa de la alta,
comenzaron a mirarla y extrañamente sus bocas empezaron a producir más
saliva de lo normal y sus miradas tuvieron un nuevo significado.Se
veían con otros ojos, los ojos que conectan la fantasía con la
posibilidad.
Se cruzaron sus instintos. La alta miró al moreno. La bajita al rubio.
Súbitamente el moreno miró a la bajita y el rubio a la alta. Y así las
probabilidades se abrieron infinitamente. Éste fue el inicio de una
historia, la de los primeros swingers. Una noche se encontraban
en la casa de la bajita, jugando a compartir sueños y deseos. La bajita
se obsesionó con el moreno, pero el moreno se obsesionó con la alta, la alta se obsesionó con el rubio, pero el rubio se obsesionó con
la bajita. Sentían todos descargas profundas interconectadas. Sus
cuerpos entrelazados giraban como trompos enloquecidos. Después de un
giro forzoso los ojos del moreno quedaron al frente de la cara de la
alta. Su mirada delatora lo sedujo a dejar a un lado la bajita y caminar
con ella hacia un cuarto oscuro y vacío. Al entrar miraron hacia atrás
y vieron que la bajita ya se fundía con el rubio.
Apagaron la luz y los
bornes sulfatados entraron en corto circuito sistémico.
Los cuatro a medida que el tiempo pasaba y los intercambios de pareja
continuaban, entendieron que aquí no podían existir las preferencias ni
los celos. Simplemente un todo. Una sola responsabilidad conjunta y un
solo sentimiento compartido. No era fácil, pero en eso consistían las
reglas naturales del juego. Todos pensaban que esta relación de swingers
duraría para siempre. Los hombres creían que había un compromiso
emocional intangible. Pero no fue así. Llegó el momento de la
traición. Ellas, la alta y la bajita, sorpresivamente decidieron escalar
un peldaño más arriba en sus vidas. Querían hombres de mayor edad, no
más amiguitos generacionales y estudiantiles. Saltaron, rompieron el
sagrado pacto. Se fueron deslumbradas por otros, con trabajo, con carros
propios, con ingresos económicos.
Ese fue el final de la historia, la ruptura de aquellos que sin
pensarlo habian compartido una vida intercruzada. Ya no eran
cuatro. Ahora era cada uno individualmente tomando su propio camino.
Todos divergieron, aunque hoy se preserva un recuerdo convergente en su
memoria colectiva.
Esta historia hace parte de un proyecto de contenido que estamos realizando con la participacion de una marca.
Estamos viviendo la era de la interacción y de los contenidos co-creados
con las personas.
Sería interesante escuchar cuál marca se imaginan
ustedes que participaría en esta historia.
Escuchamos.