11 de mayo de 2010
De mierda y otros demonios
Empezando con que hay un pueblo, en Himachal Pradesh, al norte de la India, que se llama Popó. O Poo,
en inglés. Y siguiendo con que la mitad de la gente en ese país caga al aire libre. O sea, algo más de 700 millones de personas cagan, al
menos una vez al día, en los ríos, los parques, las playas, las calles
y, como el niño de la foto, las canales de agua de los pueblos.
Cuando uno va en un tren o un bus, una de las imágenes más frecuentes es
ver en un potrero una fila de indios acurrucados, con una botella de
agua en la mano, llevando a cabo sus necesidades. La noción de lo
privado en la India tiene características impresionantes, como que las
casas siempre estén abiertas, que la gente siempre duerma en la sala de
su casa y que la gente ande desnuda sin problema por lugares públicos.
Otra es que la gente vaya al baño en grupo.
Los indios, y no
las indias, no se sienten avergonzados de nada, y mucho menos del
cuerpo y de las necesidades que éste tiene. Acá, de hecho, estamos
hablando de la población masculina, porque la femenina está destinada a
la casa y encargarse de ella. Nada más. Y por eso sí se preocupan, la
mayoría de las veces, por no ser vistas cuando excretan.
Pero
muchas otras características hacen de los hábitos bañísticos en la
India unos enormemente extraordinarios. Una es que la gente se limpia
con la mano, debido a las también extremas formas de condimentar la
comida, que es picante cuando sale y cuando entra. Así que para que no
duela, la mano resulta mucho más cómoda. A las particularidades
gastronómicas también se debe que el carácter de la deposición sea
acuarela.
Por otro lado, literalmente, la mano tiene que ser
la izquierda, porque todo lo que viene de ese lado del cuerpo se
entiende como desagradable, y de ahí que la gente desarrolle
habilidades increíbles para solo comer con su mano derecha y que cuando
uno le vaya a dar la vuelta a un templo siempre lo tenga que hacer con
el lado izquierdo del cuerpo hacia afuera.
En la India, el
20% de la población urbana y el 70% de la población rural no tienen
inodoro en su casa. Y los inodoros no son necesariamente dignos de
llamarse como tal, sino que hablamos de un hueco en el piso con dos
huellas a los lados donde uno debe poner sus pies, acurrucarse y hacer
del cuerpo.
Con eso, cada uno de ellos pone su grano de arena
para contribuir a las 100,000 toneladas de excremento humano que se
producen en la India a diario en diferentes plantaciones de tomate,
zanahoria o espinaca; en ríos por los que pasa el agua que usa la gente
en sus baños. Por eso, cuando uno va a la India, se enferma una y otra
vez, hasta tener que volverse experto en éstas prácticas tan naturales y absurdas a las vez.