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24 de agosto de 2009

La hora del té

Por: Juan Carlos Ortiz

Es bien sabido que la cultura inglesa siempre ha tenido el valor de viajar y acompañar a  los británicos en sus expediciones alrededor del mundo sin limitantes geográficas.

Un claro ejemplo es el famoso "tea time". Las tardes acompañadas de buenos modales con una deliciosa taza de bebida caliente y un scone con crema y mermelada.

Viajando por Suráfrica tuve la fortuna de realizar un safari cerca del Parque Krugger.

Como en la mejor de las películas clásicas íbamos en un Land Rover extralargo, descapotado, observando animales.

Un conductor denominado el ranger y a su lado un copiloto llamado el guardian con una carabina por si alguna emergencia  y atrás todos nosotros sentados, los turistas, pasajeros hambrientos de ver la naturaleza en su máximo esplendor.

La verdad todo era muy lindo con antílopes, aves, elefantes, jirafas, cebras,  pero cuando los leones se aproximaron la historia cambió. Verlos caminar libres y en cacería pasando al lado de nuestro auto a escasos metros de donde estabamos sentados al aire libre,  sin protección de cabina. Alcanzo a subir sustancialmente las palpitaciones cardíacas y uno. al mejor estilo "estatua", no se movía ni un milímetro mientras ellos con gran imponencia caminaban. Finalmente pasaron de largo con otro objetivo en mente, que sin duda y gracias a dios no éramos nosotros.

Ya hacía a las 5 de la tarde el conductor en medio de una estepa detuvo el carro.

No veíamos a la distancia ningún animal pero cualquiera podría mimetizarse entre el pasto alto y amarillo en medio del inicio de la oscuridad.

Sin entender lo que sucedía súbitamente vimos que el conductor se bajó del jeep y empezó a armar una mesa en la pradera, puso el mantel, sacó unas tazas y al mejor estilo inglés sirvió el té. El copiloto mientras tanto se paró al lado de la mesa con la carabina lista en posición de alerta y nos pidieron bajar del Land Rover para disfutar  la hora del té.

La verdad al comienzo nadie se inmutó. Pensábamos que era un chiste, pero no. Era una tradicion:
5 de la tarde, tea time.

Empezamos a bajar cautelosamente cuidándonos entre todos espalda contra espalda  hasta llegar con las antenas bien puestas a la mesa e iniciar a tomar el té. ¿Habrá una cobra en el piso? ¿alguna leona nos estara mirando? algún rinoceronte nos irá a embestir?

En fin el sistema sensorial al tope mientras degustábamos la bebida.

De repente un sonido fulminante de rugido de felino estalló en el aire .

Inmediatamente rompí toda la compostura británica. Tirá la taza al piso y en micro segundos pegué un salto olímpico para subirme al jeep. Nada de modales refinados, solo el rito de la supervivencia. Todo el mundo corrió, incluido el ranger y el guardian. Ya cuando todos estábamos en el jeep abrazados y muertos del pánico, el ranger disparó al aire y efectivamente un leopardo salió de entre la foresta y huyó inmediatamente.

Es muy potente entender cómo las tradiciones viajan y se establecen en otros lugares.

Guardando las proporciones y debido al desarrollo digital en el mundo de las comunicaciones y de la publicidad este proceso se ha acelerado e incrementado. Los límites geográficos caen y se consolidan los valores y los intereses culturales. Un claro ejemplo es el comercial ingles para el salmón  John West.

Un comercial británico que salió al aire solamente en Inglaterra y de manera viral por medio de la web entró a los Estados Unidos hasta convertirse en el comercial favorito de la gente de este país pero sin haber invertido un solo dólar en los medios televisivos norteamericanos.

A la hora del té las fronteras dejan de existir en medio de una nueva reorganización global que hasta ahora comienza.