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6 de octubre de 2008

Liberté, égalité, fraternité

Por: Juan Carlos Ortiz

Francia, Francia, Francia. Pocos lugares en el mundo conjugan tantos atributos multisensoriales como la república gala.
 
Y es precisamente, allí, por su costa azul en el sur, donde se encuentra Cannes, la meca de los artistas, la plaza sagrada de los festivales más importantes del mundo, de música, de cine y de publicidad entre otros. Y en el negocio de la publicidad y el mercadeo, nada mas relevante globalmente, cubierto de fama y gloria como el festival de Cannes. Allí compiten y son premiados los mejores trabajos publicitarios del planeta.

Hace unos años, un comercial de televisión que había creado estaba nominado como finalista. Su nombre: caspa. Realizado para la Presidencia de la República de Colombia y su campaña antidrogas, mostraba a un hombre demacrado dentro de un bus parado muy cerca detrás de una persona con una tremenda caspa sobre sus hombros. El hombre muy inquieto de repente se aspira la caspa de los hombros como si fuera cocaína. La cocaína es adictiva, muy adictiva.

Para mi era un gran honor saber que estaba de finalista. Además yo estaba allá parado, en Cannes, en vivo y en directo caminando por el Gran Palais, rodeado de las grandes figuras de esta industria a nivel mundial.

Un dia antes de la premiación, un miembro del jurado me llamó y me contó. El comercial había ganado un premio.

Dentro de mis expectativas tercermundistas, le pregunté con humildad si era un bronce. La respuesta fue negativa. Entonces muy feliz supuse que era plata. Otra vez negativa. Increíble, había ganado el oro. No lo podía creer. Nunca en la historia de la publicidad colombiana nos habíamos ganado el oro.

Primera vez en la historia que un colombiano subiría al escenario del teatro en Cannes a recibir el tan anhelado y disputado león.

Altamente emocionado, salí inmediatamente a la calle con dos objetivos muy claros. Un vestido para la ceremonia del dia siguiente, pues como decía mi abuela, no estaba preparado para la ocasión y una bandera de Colombia como testigo eterno de lo que sería ese momento.

Lo del  traje se cumplió rápidamente. Cuando estaba midiéndomelo en el almacén apareció mi jefe, el presidente mundial de la compañía. Me abrazó y me dijo:  "mañana sacarás la cara por todos nosotros y por tu país. El vestido va por cuenta mia."

¡Qué felicidad! A traje nuevo y regalado no se le mira el diente.

Ahora la bandera. Labor difícil, pues en Cannes por mas patriótico que fuera, no existen banderas de Colombia. Tenía que ser recurrente. Entré a un almacén de alta costura y le conté a la mujer que me atendió. La señora se apiadó y enterneció con mi historia. Cannes de oro, Colombia, bandera.

Conclusión: la mujer cordialmente me regaló tres pedazos de tela, uno amarillo, uno rojo y uno azul. Pero adicionalmente los cosió. Y asi quedó hecha la bandera más hermosa de Colombia que pudiera existir sobre la tierra en Cannes.

Llegó la noche de la gran premiaciónm con miles de personas, medios de comunicación y transmisiones en vivo. Me acerqué bien vestido y recién bañado a la puerta, con mi bandera doblada debajo del brazo. La persona de seguridad me detuvo, leyó mi nombre y me dijo que no podía entrar por ahí, me tocaba por la alfombra roja ¿Alfombra roja? Yo lo que quiero es ingresar. Baje rápidamente y entré por el tapete rodeado de las estrellas. Era como una guión surrealista.

Comenzó la ceremonia. El Gran Palais a reventar. El presentador de la BBC, como en las películas, abrió el sobre y leyó un poco trabado… y el ganador es co, col, colombia.

Mostraron el comercial y los aplausos fueron desgarradores.
Subí al escenario, recibí el León de Oro y de repente delante de todo el público saqué mi bandera de Colombia y la abrí.

El público se puso de pie y no paraba de aplaudir y yo no paraba de emocionarme. Un momento inolvidable. Aprendí mucho.

Mi vida profesional se partió en dos. Antes y después del oro en Cannes.
Ese dia entre los aplausos, entendí que la gente aplaudía a Colombia. Comprendí que no importa lo que uno haga en la vida, publicidad, ciencia, música,ingeniería, empanadas o zapatería, existe una responsabilidad con nuestro país.

Hace varios años que trabajo en Estados Unidos. Pero hoy me siento más colombiano que nunca, pero sobretodo, orgulloso de serlo.