Home

/

Generales

/

Artículo

8 de septiembre de 2009

Los premios

Por: Adolfo Zableh

Si usted no es periodista, quizá no sepa lo que significa EGM. Lo envidio por eso. Es el Estudio General de Medios, lo que mide la popularidad de los medios de comunicación. No se si esté enterado, pero según la gente del EGM, Soho es la revista más leída de Colombia.

No es que en la oficina llevemos una semana borrachos celebrando el acontecimiento, pero algunos de mis compañeros están felices por la noticia. Los entiendo y me alegro por ellos, pero a mí, la verdad, me tienen sin cuidado.

A uno Soho puede gustarle, o no; pero no puede negar que tiene un estilo claro y definido, eso que en periodismo llaman línea editorial. De ahí la popularidad de la revista; un lector de Soho sabe a qué atenerse cuando la abre y nosotros, con mayor o menor éxito, tratamos de no defraudarlo.

La verdad, Soho me gusta con o sin primer puesto. Igual podríamos ocupar el vigésimo lugar, tener el diez por ciento de los lectores que tenemos hoy, y yo seguiría creyendo que es la mejor revista que se hace en Colombia. Ahora que es la número uno no me despierto más feliz que cuando era la tercera.

Salvo que uno sea deportista, los reconocimientos, los premios, los escalafones no significan nada. La obra de Borges no sería mejor si se hubiera ganado el Nobel, mientras que Shakira y Juanes son y serán un estiércol intragable aunque se ganen todos los Grammy del mundo. Al contrario, haber ganado algunos prueba su mediocridad. Usain Bolt sabe que es el mejor del mundo porque para el cronómetro antes que sus rivales, pero U2 no puede decir que su música es mejor que la de Tom Waits porque vende más discos que él.

Juré que una vez terminara las materias de la carrera de periodismo no volvería a entrar a un salón de clases. No soporto ser examinado, que me digan qué tan inteligente o bruto, bueno o malo soy.

Sin duda es inseguridad, aunque no tan grave como la de quienes buscan ganar premios. El que necesita que alguien le diga que es mejor que los demás, tiene una seria tara. Está el premio Simón Bolívar, por ejemplo, máximo reconocimiento al trabajo periodístico en este país. Basta ver algunos trabajos ganadores y alguno de los jurados que los han elegido para darse cuenta de que Shakira y Juanes son trufas comparado con ellos. Hay gente tan indecente que hasta los reseña en sus hojas de vida y en las solapas de sus libros. “Fulanito de tal, ganador de cinco Premios Simón Bolívar”. ¿Qué quiere decir eso exactamente? ¿Qué es superior a los demás mortales?
    
Yo gané un Simón Bolívar y me siento afortunado por tener empleo pese a ello. A mi favor hay que decir que fue por un trabajo colectivo hecho entre más de veinte colegas, y que al repartir el dinero del premio no me alcanzó ni para la mamada de un travesti.

Yo no quiero un premio. A cambio de eso me gustaría escribir en El País, de Madrid. Tarado como soy, tengo un pequeño ritual con el que me hago un pajazo mental: cada vez que escribo un texto en Word lo hago en letra Century, tamaño 12 y color gris, como la que usa el diario español en su página de internet.

Es una gran terapia, debo reconocerlo. Cuando estoy desesperado y me pregunto qué coños hago en este mundo, en lugar de llorar, o de comprar un arma e irme a  San Andresito a dispararle a las personas, abro uno de mis viejos textos de word, me yergo sobre la silla, respiro hondo y me respondo: Adolfo, estás aquí porque escribes en El País.